El sistema
Los resultados de las elecciones francesas son un respiro, pero s¨®lo eso. La subida de Le Pen y de toda la patulea de fachas europeos sigue siendo inquietante. Aunque tambi¨¦n es algo natural: en una ¨¦poca de tan intensos cambios como ¨¦sta, es l¨®gico que crezca un contrapeso retr¨®grado. No puede haber mutaciones sin tensiones.
Pero adem¨¢s es que todos estos b¨¢rbaros reaccionarios se apoyan en los desencantados del sistema. Y el sistema, ciertamente, ofrece multitud de razones para desencantarnos: la hipocres¨ªa rampante, el abuso de los poderosos frente a los d¨¦biles, las injusticias obvias y las espectaculares incongruencias. Por ejemplo, que Milosevic sea tratado como un criminal de guerra (con toda raz¨®n), mientras que Ariel Sharon pasa por ser un coleguilla un poco d¨ªscolo. No, desde luego no es f¨¢cil sentirse c¨®modos dentro del sistema. Es m¨¢s, el sistema es un asco y hay que mejorarlo urgentemente. Y la derecha tradicional, que apoya el sistema sin matices ni cr¨ªticas, no ofrece al ciudadano m¨¢s espacio de intervenci¨®n pol¨ªtica que el de la n¨¢usea, que desemboca en el v¨®mito de los partidos neofascistas.
Pero es que fuera del sistema (fuera de las convenciones democr¨¢ticas) el mundo es a¨²n mucho peor, mucho m¨¢s inadmisible y carnicero. Y aqu¨ª nos topamos con otro de los ingredientes que han facilitado el ascenso de los lepenismos: la descomposici¨®n pol¨ªtica de la izquierda y su falta de credibilidad moral e intelectual. Me temo que muchos de los l¨ªderes izquierdistas son alegremente, demag¨®gicamente, progremente y bobamente antisistema. ?A la izquierda de m¨ª nadie!, se ufanan con pueril radicalismo; y arremeten globalmente contra la globalizaci¨®n, y contra los pol¨ªticos, y contra la UE, y contra el sistema, como si no formaran parte de todo ello. Pero el caso es que s¨ª formamos parte, el caso es que nosotros somos el sistema. Y hay que mejorarlo, desde luego, pero no destruirlo, porque extramuros el mundo es a¨²n peor. Extramuros se agolpan los b¨¢rbaros como Le Pen: ellos s¨ª que son verdaderamente antisistema, totalmente aut¨¦nticos en su burricie. Los votantes medrosos reconocen la veracidad de la rebeld¨ªa retr¨®grada de los neofascistas, frente a la rebeld¨ªa de chichinabo de la izquierda demag¨®gica. Y por eso les prefieren. Sigamos sembrando vientos y recogeremos huracanes.
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