El t¨®pico del 'modelo'
El maestro de Estagira escribi¨® en su tiempo un tratado de 't¨®pika', en que, construyendo su monumental edificio l¨®gico a base de impugnar la dial¨¦ctica de Plat¨®n, hablaba de los lugares comunes, las vulgaridades que se repiten sin una adecuada convalidaci¨®n con la realidad. Han pasado ya 25 siglos, pero los 't¨®picos' de Arist¨®teles, o sea, esas reiteraciones sin demostraci¨®n ni aserto, siguen incorporados a los h¨¢bitos humanos del pensamiento. A veces por simple ignorancia, en ocasiones por aprovechamiento oportunista de una situaci¨®n, m¨¢s de una vez como resultado de una simplificaci¨®n period¨ªstica obligada por la circunstancia.
Frecuente reca¨ªda en esa situaci¨®n es el empleo de la palabra 'modelo', que muy especialmente en Am¨¦rica Latina da para todo uso, lo mismo un barrido que un fregado. ?ltimamente en la Argentina se ha configurado un 't¨®pico' con la sustituci¨®n del 'modelo' anterior. Qu¨¦ quiere decir no est¨¢ claro, pero en el habla com¨²n se entiende por modelo la pol¨ªtica de estabilizaci¨®n que se bas¨® en la ley de convertibilidad, con un tipo de cambio fijo, a lo que algunos a?aden el proceso de privatizaciones.
Si esto es as¨ª, bien lejos estamos de lo que podr¨ªa definirse como un 'modelo', es decir, un conjunto de valores, pol¨ªticas, procedimientos, que configuran una visi¨®n global de la econom¨ªa y, por lo tanto, de la sociedad. La ley de convertibilidad no pas¨® de ser una medida cambiaria revestida de la rigidez propia de la norma. El problema argentino parecer¨ªa ser exactamente al rev¨¦s: el de fijar aisladamente una pol¨ªtica cambiaria r¨ªgida (que, dig¨¢moslo de paso, tirios y troyanos aplaudieron) y no haber construido un 'modelo' o programa que hiciera viable esa decisi¨®n, o proyectara ordenadamente su modificaci¨®n.
Las privatizaciones como concepto, tampoco pueden servir de fundamento a la configuraci¨®n de un 'modelo'. Privatizaciones ha hecho Chile con ¨¦xito, Brasil con moderaci¨®n, Uruguay en un sentido perif¨¦rico (no vendiendo activos patrimoniales, sino recuperando la competencia y tercerizando actividades no sustantivas a cada empresa estatal). En todos los casos se habla de 'privatizaciones', pero con la misma palabra se alude a cosas distintas, cuyos resultados tambi¨¦n han sido diferentes.
Cualquiera que observe la situaci¨®n Argentina con un m¨ªnimo de objetividad convendr¨¢ en que la base de su problem¨¢tica ha estado en un constante d¨¦ficit p¨²blico, que llev¨® a una crisis hiperinflacionaria en tiempos de Alfons¨ªn, a un sobreendeudamiento en la de Menem y poco menos que a una explosi¨®n nuclear en la de De la R¨²a. O sea, que con gobiernos distintos y situaciones diferentes, el resultado fue siempre un estallido producto de ese desajuste.
Lo que pasa es que es m¨¢s c¨®modo hablar de 'modelo', instaurando un chivo expiatorio al cual se atribuyen todos los males y al que bastar¨¢ denostar como a Satan¨¢s para auto-encarnarse en palad¨ªn del bien. La realidad, por cierto, es bastante m¨¢s compleja que esa muletilla del razonamiento y no acepta una reducci¨®n de esa naturaleza.
En toda Am¨¦rica Latina tambi¨¦n es com¨²n insistir en la idea de que 'el modelo neoliberal' debe ser sustituido. Salvo en Chile en su momento, ning¨²n pa¨ªs realmente ha aplicado un 'modelo', tomado como padr¨®n a repetir estrictamente y da la casualidad que justamente all¨ª dio buenos resultados. Desde la apertura democr¨¢tica, se han mantenido los extremos b¨¢sicos de la pol¨ªtica econ¨®mica anterior, lo que le ha dado particular estabilidad, a?adi¨¦ndole, sin embargo, los necesarios desarrollos que atendieran la situaci¨®n de postergaci¨®n remanente en los sectores m¨¢s d¨¦biles de la sociedad. El llamado 'modelo' ya no es ortodoxo, entonces, ha ido virando hacia la socialdemocracia, preservando la apertura econ¨®mica. En Brasil o¨ªmos permanentemente reprochar el Gobierno que se atiene a un 'modelo' neoliberal simplemente porque cuida la estabilidad presupuestaria y ha privatizado algunas empresas p¨²blicas. La realidad econ¨®mica est¨¢ muy lejos de una ortodoxia liberal, incluso a partir de un gasto p¨²blico muy grande.
De que en el hemisferio no hay un 'modelo' r¨ªgido da cuenta el notable desnivel de presencia del Estado y su presi¨®n tributaria consecuente. Hay pa¨ªses donde la presi¨®n tributaria anda por el l0% del Producto Bruto Interno (PBI) y a¨²n en algunos tan grandes como M¨¦xico hablamos de guarismos de ese orden, mientras en el otro extremo existen Estados que superan el 30%, como Uruguay por ejemplo. A?adamos que el porcentaje de gasto social es altamente variable, desde un 25% del PBI hasta un exiguo 5% o 6%; que la centralizaci¨®n o descentralizaci¨®n del Estado difiere sustantivamente, desde un Brasil donde los Estados manejan m¨¢s fondos p¨²blicos que el Estado Federal, hasta otros pa¨ªses donde los recursos se concentran; que las pol¨ªticas cambiarias difieren, tan r¨ªgidos como fue en Argentina, tan flexibles como son en Brasil; que los m¨¢rgenes de inflaci¨®n tambi¨¦n y ni qu¨¦ decir de los gastos de seguridad, m¨ªnimos en Costa Rica y obviamente enormes en Colombia.
Naturalmente, en Am¨¦rica Latina la mayor¨ªa de los Gobiernos hablan de econom¨ªas m¨¢s abiertas, pero esto es lo mismo que ocurre en el mundo entero. Y procuran tambi¨¦n el equilibrio fiscal, lo que es de la m¨¢s sanchesca cordura, al tiempo que intentan racionalizar el Estado, alej¨¢ndolo de aventuras populistas. Pero de aqu¨ª no se infiere, obviamente, que estemos ante un modelo r¨ªgido ni mucho menos ante una imposici¨®n mal¨¦vola del Fondo Monetario Internacional o de quien sea. Desgraciadamente, el 't¨®pico' del modelo resulta comod¨ªsimo, como el payaso del circo, para patearlo cada vez que se pasa adelante, y de rond¨®n sustentar propuestas demag¨®gicas muy conocidas que han llevado siempre a la desestabilizaci¨®n. Los organismos internacionales habr¨¢n cometido muchos errores, lo que es verdad, pero que gastando de m¨¢s, desequilibrando los presupuestos y cerrando las econom¨ªas para defender ineficiencias, s¨®lo sembraremos pobreza, a esta altura no deb¨ªa de ser materia de discusi¨®n, como desgraciadamente ocurre.
Julio Mar¨ªa Sanguinetti es ex presidente de Uruguay.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.