Polity, politics, policy
No, no es que me haya convertido en un repentino converso de la lengua inglesa. Es simplemente que -alguna vez- la lengua de Shakespeare supera a la de Cervantes en sus contenidos sem¨¢nticos. Y por ello el t¨ªtulo de este art¨ªculo. Su contenido puede enriquecer un debate que tiene su origen, en parte, en las propias limitaciones de nuestros registros ling¨¹¨ªsticos. El significado de las tres palabras de cabecera (polity, politics, policy) es diferente y lleno de matices para los ciudadanos de habla inglesa. Para nosotros una sola palabra (pol¨ªtica) pretende dar significado a una pluralidad de situaciones y de contenidos.
Por polity se entienden las actividades humanas que tienen que ver con el gobierno, con las diferentes formas de gobierno y con el concepto de Estado. En particular la palabra tiene una extensi¨®n natural para los campos del saber que cultivan la ciencia pol¨ªtica, la teor¨ªa pol¨ªtica y el derecho p¨²blico. Politics ser¨ªa la palabra que se adaptar¨ªa a la descripci¨®n m¨¢s com¨²n de pol¨ªtica en el sentido de dedicarse a la pol¨ªtica, o de hablar de pol¨ªtica. M¨¢s matizada ser¨ªa la acepci¨®n de policy, que tendr¨ªa un significado m¨¢s pr¨®ximo a plan de acci¨®n, programa pol¨ªtico y principios para la gesti¨®n de algo en concreto. Se tratar¨ªa de gestionar pol¨ªticas p¨²blicas a trav¨¦s de programas espec¨ªficos, en beneficio del conjunto de la poblaci¨®n o de sectores sociales concretos. Esta ¨²ltima acepci¨®n permite utilizar adjetivos que califican al sustantivo principal. Son los casos de la implantaci¨®n de una pol¨ªtica econ¨®mica o una pol¨ªtica p¨²blica para la Justicia.
El Diccionario de la Lengua Espa?ola s¨®lo recoge la palabra pol¨ªtica para definirla como arte, doctrina u opini¨®n referente al gobierno de los Estados. Se recoger¨ªan aqu¨ª las acepciones de arte de gobernar los pueblos y conservar el orden y las buenas costumbres. Ser¨ªa el modo de conducir un asunto, con habilidad y astucia, para conseguir un fin deseado. Siguiendo a Joan Subirats, catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica y de la Administraci¨®n de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, dir¨ªamos que, por ejemplo, en un peri¨®dico de las caracter¨ªsticas formales del que el lector tiene en sus manos la polity la encontrar¨ªamos en los editoriales y en los art¨ªculos de opini¨®n, la politics en la secci¨®n dedicada a las actividades parlamentarias y al debate partidario, y despu¨¦s encontrar¨ªamos las secciones de la policy: pol¨ªtica cient¨ªfica, cultural, fiscal, etc. En cambio en castellano todo esto quedar¨ªa englobado bajo el paraguas com¨²n de pol¨ªtica sin matices. Tres a uno que dir¨ªa un aficionado al deporte en t¨¦rminos de equipos rivales. Pero no, en espa?ol conseguimos un desempate con dos nuevas palabras muy castizas, que tienen un significado negativo y peyorativo, politiquer¨ªa y politicastro. No conozco sus equivalencias en ingl¨¦s.
Comparto con muchas personas las connotaciones en negativo de la pol¨ªtica, pero no es razonable admitir una generalizaci¨®n de sus efectos perversos. Los ciudadanos no pueden desentenderse de los asuntos de Gobierno, las pol¨ªticas p¨²blicas se pueden medir por sus resultados (policy) y los principios y convicciones (polity) que gu¨ªan la acci¨®n pol¨ªtica pertenecen al ¨¢mbito de las personas. La pol¨ªtica es demasiado importante para dejarla s¨®lo en manos de los pol¨ªticos. Los ciudadanos tenemos un gran protagonismo. Los pol¨ªticos son unos mandados de la ciudadan¨ªa, nosotros les evaluamos en peri¨®dicas pruebas de rev¨¢lida.
Particularmente en la policy cabe un esquema racional de intervenci¨®n por el poder pol¨ªtico: se diagnostica una situaci¨®n; entra a formar parte de la agenda de gobierno; se fijan los objetivos; se examinan los recursos; se dise?an las estrategias de intervenci¨®n para alcanzar los objetivos; se selecciona la mejor; se eligen los indicadores de gesti¨®n y, por ¨²ltimo, se crean los mecanismos de cuantificaci¨®n como medida del ¨¦xito o de los resultados conseguidos. Despu¨¦s se encomienda la gesti¨®n a directivos competentes y t¨¦cnicos cualificados de gesti¨®n que la ponen en pr¨¢ctica. Un caso cl¨¢sico en econom¨ªa ser¨ªa la instrumentaci¨®n de la pol¨ªtica monetaria por parte de un banco central.
Pero volvamos a la Pol¨ªtica. Nadie dudar¨ªa de la talla humana, cient¨ªfica y pol¨ªtica de lord Keynes. Un genio polifac¨¦tico que logr¨® renombre en el campo de las matem¨¢ticas, la filosof¨ªa y la literatura. Que ingres¨® en el cuerpo brit¨¢nico de funcionarios civiles; dirigi¨® una compa?¨ªa de seguros; asesor¨® al Tesoro; ayud¨® a gobernar el Banco de Inglaterra y, en sus ratos libres, gan¨® dinero especulando astutamente para s¨ª mismo y para el King's College de Cambridge. Y form¨® parte de la sociedad secreta The Apostles, cuyas normas pod¨ªan resumirse en dos: la absoluta integridad intelectual y el desinter¨¦s en la conducta personal. Sus ideas geniales vencieron resistencias conservadoras y se implantaron. Hoy revisamos algunas de sus propuestas, a la luz de los nuevos escenarios y de la evidencia emp¨ªrica. Sin embargo, su pensamiento fue un monumento a la inteligencia pol¨ªtica. Sus proyectos de reforma del sistema financiero, la conferencia de Bretton Woods, o sus ideas sobre el comercio internacional, tienen mucho que ver con nuestro bienestar actual. Probablemente todos le debemos un reconocimiento colectivo porque sus teor¨ªas, una vez implantadas, posibilitaron la mayor etapa de expansi¨®n de la econom¨ªa tras la II Guerra Mundial. Y parte del bienestar conseguido se debe a su tes¨®n para llevar a la pr¨¢ctica sus ideas. Venciendo las resistencias de muchos que ve¨ªan amenazados sus privilegios pas¨® de la polity a la policy a trav¨¦s de la politics. Los grandes avances de Keynes fueron sencillos, consistieron -seg¨²n el premio Nobel de Econom¨ªa (1970) Samuelson-, en dejar que los hechos expulsaran a una bella pero irrelevante teor¨ªa.
Tal vez haya un deseo deliberado y oculto de desacreditar la pol¨ªtica por aquellos grupos que pueden resolver absolutamente todo a trav¨¦s de los mercados. Extremismos ideol¨®gicos y fanatismos aparte esto es absolutamente imposible. Las sociedades modernas funcionan con dos ruedas b¨¢sicas, el Estado y el mercado. Su acci¨®n se convina y se autoalimenta. La eficiencia es buscada desesperadamente por los mercados, los Estados tambi¨¦n deber¨ªan estar atentos a este principio b¨¢sico de actuaci¨®n, pero les corresponde adem¨¢s el fomento de la equidad y un papel de guardi¨¢n imparcial de las reglas del juego sin las cuales aparecen las posiciones de dominio y se destruye la igualdad de oportunidades y la sana competencia. Algunos sectores sociales siempre necesitar¨¢n al Estado. Otros en cambio son partidarios de la consigna, del historiador brit¨¢nico Thomas Carlyle, de 'anarqu¨ªa m¨¢s polic¨ªa' para preservar sus privilegios. Los ciudadanos pueden pasar de la politics, m¨¢s si se convierte en politiquer¨ªa dirigida por politicastros. Pero no deben prescindir de la polity, como espacio donde encuentran satisfacci¨®n a sus principios y convicciones. Y menos de la policy cuando obtienen una prestaci¨®n razonable de un servicio de la Administraci¨®n, o ven los resultados concretos de una pol¨ªtica p¨²blica bien gestionada por personas competentes, ¨¦ticas y profesionales.
Existen demasiados hechos en nuestra realidad como para no insistir en el rescate por los ciudadanos de la Pol¨ªtica. Con may¨²sculas y como un ejercicio de responsabilidad, de lealtad y de noble ejercicio al servicio de la sociedad. A eso tendr¨ªamos que aspirar razonablemente.
Tirso Luis Irure Rocher es doctor en Ciencias Econ¨®micas y profesor de Econom¨ªa Aplicada en la Universidad de Valencia.
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