Un restaurante del tercer milenio

Nada m¨¢s entrar, un panel con una fotograf¨ªa de la V¨ªa L¨¢ctea indica su situaci¨®n al visitante, igual que en los planos callejeros de las ciudades. 'Est¨¢ usted aqu¨ª', dice un r¨®tulo mientras una flecha se?ala un puntito infinitesimal perdido en la galaxia que debe ser la Tierra. Otro panel informa de a cuantos millones de a?os luz se encuentra uno de Gan¨ªmedes, por poner un ejemplo. Y si el visitante quiere saber su peso, un ordenador le dir¨¢ cu¨¢nto en ese peso lleva de agua, cu¨¢nto de grasas o cu¨¢nto de prote¨ªnas. No se trata de una estaci¨®n espacial: es el restaurante que acaba de abrir el Parque de las Ciencias de Granada. Un local que cumple con los requisitos de lo que debe ser el tercer milenio.

El restaurante, llamado precisamente V¨ªa L¨¢ctea, abri¨® sus puertas ayer al p¨²blico, con la presencia de la consejera de Educaci¨®n, C¨¢ndida Mart¨ªnez, y el alcalde de Granada, Jos¨¦ Moratalla. No defraud¨® para nada.

'Debido al n¨²mero de visitas, los servicios de atenci¨®n se estaban quedando peque?os', explicaba ayer Ernesto P¨¢ramo, director del complejo cient¨ªfico. 'En lugar der m¨¢s cafeter¨ªas, decidimos abrir un restaurante. Fue cuando se nos ocurri¨® que no fuese al uso, sino que estuviese lleno de curiosidades. Quer¨ªamos a?adir al placer de la gastronom¨ªa el placer del conocimiento'.

Tan poco corriente es el local que la carta de men¨² es un ordenador port¨¢til donde el comensal elige su plato pulsando en la pantalla. El ordenador le informa de cu¨¢ntas kilocalor¨ªas tiene lo que ha elegido, cu¨¢l es la historia de ese plato y otras muchas curiosidades al respecto... tambi¨¦n el precio.

'El restaurante ofrece, adem¨¢s, la posibilidad de conocer muchas curiosidades sobre los alimentos, sobre su procedencia', a?ade P¨¢ramo. En la zona de la cafeter¨ªa hay paneles digitales que escupen informaci¨®n sobre frutas, verduras o legumbres. En un rinc¨®n hay varios ordenadores de ¨²ltima generaci¨®n (el teclado es una alfombrilla de goma como las que se utilizan en las duchas) conectados a p¨¢ginas culinarias de Internet. En la planta de arriba, el visitante puede satisfacer su curiosidad conociendo las costumbres gastron¨®micas de cualquier lugar remoto del mundo.

Para comer en V¨ªa L¨¢ctea, durante el d¨ªa, habr¨¢ que pasar por el Parque de las Ciencias, pero de noche estar¨¢ abierto como una zona independiente. Al final de la comida, junto a la cuenta, el camarero entrega al cliente un recibo con el n¨²mero de kilocalor¨ªas que se lleva a casa. ?Ser¨¢n as¨ª alg¨²n d¨ªa todos los restaurantes?