Di¨¢logo entre dos genios
Cuando uno de nosotros muera, habr¨¢ cosas que el otro nunca m¨¢s podr¨¢ comentar con nadie'. Esta cita se ha atribuido en diferentes ocasiones a los dos grandes maestros de la pintura moderna: Henri Matisse y Pablo Picasso. Y el af¨¢n por recuperar, reinterpretar y proseguir con el ¨ªntimo di¨¢logo entre los dos pilares del arte del siglo pasado ilumina la exposici¨®n Matisse Picasso, que se inaugura hoy en la Tate Modern de Londres. La muestra parte de un proyecto conjunto entre el museo londinense e instituciones hom¨®logas de Par¨ªs y Nueva York, ciudades donde llegar¨¢ esta excepcional reflexi¨®n los pr¨®ximos meses de septiembre y febrero, respectivamente.
Matisse y Picasso se conocie-
Les mov¨ªa sin duda el esp¨ªritu competitivo, pero tambi¨¦n una intensa curiosidad por el trabajo del rival
ron en marzo de 1906 a trav¨¦s de la familia Stein, mecenas de ambos pintores. Matisse era el artista de moda de Par¨ªs, el destacado exponente del movimiento fauvista, con su ¨¦nfasis tem¨¢tico en el color. Picasso, con 25 a?os, 12 menos que su futuro amigo y rival, llevaba tan s¨®lo dos a?os instalado en la capital francesa, pero ya comenzaba a acaparar la atenci¨®n de la cr¨ªtica, los coleccionistas y marchantes. Este primer encuentro ser¨ªa el principio de una relaci¨®n, tirante con vistas al exterior, pero de mutua dependencia art¨ªsticamente, que se extender¨ªa incluso hasta despu¨¦s de la muerte de Matisse en 1954.
'Nadie ha observado la pintura de Matisse con m¨¢s detenimiento que yo; nadie ha observado la m¨ªa con mayor atenci¨®n que ¨¦l', dijo Picasso antes de su ocaso final en 1973. En vida, obras de ambos artistas se exhibieron juntas en la galer¨ªa Paul Guillaume, en 1918, y, tres d¨¦cadas despu¨¦s, en el Museo londinense Victoria y Alberto. En los albores del siglo XXI, Matisse y Picasso vuelven a verse las caras en galer¨ªas de arte a trav¨¦s de una treintena de trabajos paralelos que delatan sus afinidades y, con igual frecuencia, sus extremos contrastes. Los co-comisarios han prestado m¨¢xima atenci¨®n en la selecci¨®n de obras para facilitar comparaciones tanto en escala como en calidad.
La muestra se detiene particularmente entre 1906 y 1917 cuando la rivalidad entre ambos se mostr¨® m¨¢s aparente. As¨ª, se enfrentan composiciones como Muchacho llevando un caballo, de Picasso, con Le Luxe I, de Matisse; su Desnudo azul con Desnudo con los brazos levantados, del genio malague?o; o, entre otras, una serie de retratos de mujeres a cargo de ambos creadores. Cada uno respond¨ªa a una nueva pintura de su competidor con urgencia y af¨¢n de superaci¨®n. De personalidades opuestas -'tan diferentes como el polo norte y el polo sur', lleg¨® a decir Picasso-, se reconocieron mutuamente como ¨²nicos y genuinos rivales. Visitaron sus respectivos estudios, en Par¨ªs y m¨¢s tarde en la riviera francesa, donde ambos coincidieron a partir de 1946, y se intercambiaron obras eligiendo 'cuidadosamente pinturas que subrayaban sus diferencias temperamentales', seg¨²n escribe el experto en historia del arte, John Golding, en el cat¨¢logo de la exposici¨®n. 'Les mov¨ªa sin duda el esp¨ªritu competitivo, pero tambi¨¦n una intensa curiosidad (por el trabajo del rival)'.
Frente al esp¨ªritu bohemio, car¨¢cter imprevisible y carisma del espa?ol, su colega franc¨¦s ten¨ªa fama de erudito, remoto y calculador. Picasso se consideraba un artista biogr¨¢fico y sus amores y desamores quedan reflejados en su obra. Matisse, por el contrario, rara vez desvela cap¨ªtulos de su vida privada en los lienzos o a pesar de situar, en ocasiones, la escena en el interior de su estudio o vivienda.
Reaccio en un principio a absorber las t¨¦cnicas del cubismo, Matisse comparti¨® finalmente el nuevo lenguaje art¨ªstico cuando sus precursores, el propio Picasso y Braque, incluyeron manchas de color en sus composiciones. 'Yo he llegado a dominar el dibujo y persigo ahora el color. T¨² dominas el color y persigues el dibujo', dijo Picasso a Matisse en una ocasi¨®n. Con la explosi¨®n del surrealismo, el di¨¢logo entre ambos colegas qued¨® interrumpido. Nada parec¨ªa m¨¢s alejado del temperamento de Matisse que la est¨¦tica surrealista, y el maestro colorista se vio en la inc¨®moda posici¨®n de verse consagrado en el extranjero mientras que la ¨¦lite parisiense le censuraba por una presunta renuncia a seguir explorando.
Pero Matisse y Picasso siguieron investigando y ret¨¢ndose. Empujados por sus respectivos descubrimientos, recalaban a menudo en fuentes similares pero part¨ªan hacia soluciones dispares. 'Picasso destruye las formas; yo soy su sirviente. El artista debe poseer la naturaleza e identificarse con sus ritmos', describi¨® Matisse. En contraste, Picasso defini¨® el arte como aquello que 'no es la naturaleza'. La comunidad art¨ªstica lleg¨® a dividirse en seguidores de uno u otro maestro y, ante una exposici¨®n que enfrenta ejemplos cruciales de sus respectivas creaciones, el cisma parece una vez m¨¢s inevitable.
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