En manos de los dem¨¢s
La econom¨ªa espa?ola ha ido perdiendo fuelle desde principios del a?o 2000, en que crec¨ªa al 5%, hasta el comienzo de este a?o, en que creci¨® al 2%. Las econom¨ªas europeas se han desacelerado igualmente, por lo que ese 2% se compara favorablemente con el crecimiento de los dem¨¢s. Los problemas de la econom¨ªa espa?ola no est¨¢n, pues, en el ritmo de crecimiento, sino en las bases sobre las que se ha asentado. El problema es que el reciente crecimiento espa?ol se ha basado esencialmente en el consumo, el gasto p¨²blico y, sobre todo, en la construcci¨®n, mientras que la inversi¨®n en bienes de equipo sigue sin recuperarse y el d¨¦ficit comercial ha vuelto a aumentar en lo que va de a?o.
Un crecimiento basado en la demanda interna y sin inversi¨®n no lleva a ning¨²n sitio en el medio plazo. Esta estructura desequilibrada puede habernos servido de liana para alcanzar la orilla de la pr¨®xima recuperaci¨®n sin necesidad de realizar serios ajustes. Sin embargo, si la recuperaci¨®n no llega pronto, si la orilla de la nueva fase expansiva se aleja, habr¨¢ sido un salto en el vac¨ªo porque, en ese caso, la inversi¨®n en construcci¨®n, que ha animado nuestro crecimiento durante estos a?os, podr¨ªa manifestarse como una burbuja y el consumo no podr¨ªa mantener su ritmo por mucho m¨¢s tiempo. La llegada de una recuperaci¨®n internacional es crucial para la econom¨ªa espa?ola. Alg¨²n aspecto positivo como, por ejemplo, la moderaci¨®n salarial pactada en los ¨²ltimos convenios colectivos, puede mejorar la competitividad, pero s¨®lo podr¨¢ ser plenamente aprovechado si la demanda exterior tira de nosotros. Porque, si no hay recuperaci¨®n internacional, esa moderaci¨®n salarial, a?adida al deterioro en la creaci¨®n de empleo, frenar¨¢ el crecimiento de la renta disponible e impedir¨¢ mantener el consumo tan alegre como hasta ahora. Ya hemos empezado a ver algunos signos, como el descenso en la venta de autom¨®viles o la ca¨ªda de la confianza de los consumidores, que sugieren un agotamiento del consumo interno.
El otro problema de la econom¨ªa espa?ola es la ca¨ªda de la inversi¨®n en bienes de equipo. El problema de la inversi¨®n, como ha mostrado el Banco de Espa?a en su ¨²ltimo bolet¨ªn, no es exclusivo de este a?o sino que, cuando se compara la expansi¨®n 1996-2001 con la expansi¨®n 1985-1990, se observa que el crecimiento de la inversi¨®n en el ¨²ltimo ciclo fue la mitad del experimentado en los a?os ochenta. La inversi¨®n en Espa?a no s¨®lo se ha comportado peor que en el pasado, sino que tambi¨¦n se ha comportado mal comparada con otros pa¨ªses, ya que su crecimiento ha sido inferior al de la mayor¨ªa de los pa¨ªses desarrollados. De cara al futuro la cuesti¨®n es cu¨¢ndo se recuperar¨¢ la inversi¨®n en bienes de equipo. Hay un indicador que impide pronosticar una reacci¨®n r¨¢pida e intensa, y es el espectacular aumento del endeudamiento de las empresas espa?olas. No hay ning¨²n indicador de la econom¨ªa espa?ola que haya experimentado un crecimiento tan mete¨®rico en los ¨²ltimos a?os como el endeudamiento de nuestras empresas no financieras, que en los ¨²ltimos cuatro a?os ha pasado del 50% del PIB al 70% del PIB.
Si la recuperaci¨®n internacional llegase pronto, el tir¨®n de la demanda exterior podr¨ªa evitar una fuerte ca¨ªda en el ritmo de crecimiento de la construcci¨®n y del consumo. Adem¨¢s, la demanda externa podr¨ªa sacar a la inversi¨®n de su letargo, pues hay algunos indicadores, como la rentabilidad de nuestras empresas, que gracias a la moderaci¨®n salarial se mantienen en niveles saludables. Pero si no llegase la ayuda del exterior, o llegase tarde, podr¨ªamos enfrentarnos a una ca¨ªda del crecimiento del PIB espa?ol mucho mayor que la de nuestros socios porque el crecimiento desequilibrado que nos ha mantenido hasta ahora por encima de los dem¨¢s tiene los d¨ªas contados. Hay que estar, pues, muy atento al exterior porque de los dem¨¢s depende, ahora m¨¢s que nunca, que todo nos vaya bien o que todo nos vaya mal.
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