Las incertidumbres de Ibarretxe
Un a?o despu¨¦s de las elecciones, el 'lehendakari' consolida su liderazgo interno en el PNV, pero no logra sacar a su Gobierno de la precariedad parlamentaria
Hace hoy un a?o, el Pa¨ªs Vasco sancion¨® con el voto la etapa m¨¢s convulsa y crispada que haya vivido desde la transici¨®n. Tambi¨¦n arrumb¨®, aunque por la m¨ªnima y con una participaci¨®n sin precedentes -33 esca?os (604.000 votos) de la coalici¨®n PNV-EA frente a los 32 (580.000 sufragios) de la suma PP y PSE, en un Parlamento de 75 esca?os-, la expectativa de una alternativa de gobierno al nacionalismo, en el poder desde 1979. Los tres diputados de IU se sumaron al Gobierno de Juan Jos¨¦ Ibarretxe (PNV), que funciona en minor¨ªa con 36 diputados, en la confianza, y la exigencia, de que el rechazo hacia Batasuna impida la suma de sus siete esca?os a los de la oposici¨®n democor¨¢tica.
Aquella victoria tuvo un protagonista, lo mismo que el a?o que ha transcurrido desde entonces: el lehendakari Ibarretxe, de 44 a?os. Avalado por ella, y con la retirada en perspectiva de Xabier Arzalluz como presidente del partido, ha consolidado un liderazgo interno en el PNV, que hacia fuera, sin embargo, se ve limitado por la precaria situaci¨®n parlamentaria de su Gobierno, incluso despu¨¦s de sumar las fuerzas de tres partidos.
Convencido quiz¨¢, pero tambi¨¦n obligado por sus propias condiciones, Ibarretxe pilota una ligera correcci¨®n del rumbo de su partido, siempre desde el sitio en que se coloc¨® para ganar las elecciones y desde el que quiere abordar las municipales: entre Batasuna y el PP, ni con Aznar ni con Otegi, en la ret¨®rica del di¨¢logo, la condena de la violencia, el compromiso ¨¦tico con los derechos humanos y la pluralidad.
Su verdadero problema, la gobernabilidad, lo tiene, sin embargo, intacto, y as¨ª est¨¢ tambi¨¦n pr¨¢cticamente todo su calendario legislativo. Llev¨® a buen puerto el pacto para los nombramientos institucionales, pero el acuerdo con los socialistas se quebr¨® en lo relativo al Ararteko (Defensor del Pueblo) mientras el lehendakari estaba en Cuba. Desde all¨ª intent¨®, sin ¨¦xito, reconducir la situaci¨®n, llamada de atenci¨®n a Egibar incluida para que cumpliera la palabra dada.
La pesadilla de los Presupuestos le espera de nuevo despu¨¦s del pr¨®ximo verano con la negocici¨®n de las cuentas del a?o 2003, y mientras esquiva obligaciones como la de someter al Parlamento el nombramiento del director general de ETB, que no puede garantizarse con las fuerzas del PNV, EA e IU: el actual fue nombrado en la anterior legislatura con los votos de Batasuna.
Ibarretxe supera este aniversario sin aclarar del todo sus intenciones de futuro -la nebulosa sigue envolviendo esa consulta sobre la autodeterminaci¨®n comprometida en el programa electoral, que sus socios de EA le reclaman-, tal vez porque su margen de maniobra est¨¢ limitado por esas fuerzas insuficientes.
En todo caso, es se?uelo imprescindible para el vaciamiento de Batasuna, que cuenta ahondar en las elecciones municipales del pr¨®ximo a?o, y en las que le espera el reto de subrayar su triunfo del a?o pasado: su objetivo es la recuperaci¨®n de la Diputaci¨®n de ?lava y los ayuntamientos de Vitoria y San Sebasti¨¢n, con prioridad absoluta para la primera.
S¨®lo en este ¨²ltimo tramo del a?o transcurrido Ibarretxe ha logrado enderezar algo una situaci¨®n que tuvo bloqueados sus principales problemas hasta hace pr¨¢cticamente dos meses: la negociaci¨®n del Concierto Econ¨®mico, la aprobaci¨®n de los Presupuestos de este a?o y la ausencia de cualquier indicio de reconciliaci¨®n en lo m¨¢s b¨¢sico con la oposici¨®n.
El periodo que se le abre ahora est¨¢ condicionado por las elecciones municipales de 2003, con la distorsi¨®n de expectativas que introduce la posible ilegalizaci¨®n de Batasuna y las vacilaciones de sus socios de EA ante la reedici¨®n de la coalici¨®n del a?o pasado. Inmediatamente depu¨¦s, el PNV tiene que volver la vista hacia sus asuntos dom¨¦sticos: tendr¨¢ medio a?o antes de su asamblea de enero de 2004, que incluye la retirada y relevo de Arzalluz. Para entonces le quedar¨¢ s¨®lo otro a?o de mandato.
Despu¨¦s de los plenos monogr¨¢ficos de oto?o sobre pacificaci¨®n y autogobierno, que Ibarretxe abord¨® sin un m¨ªnimo acercamiento a ning¨²n partido, y de los que qued¨® en marcha una comisi¨®n parlamentaria que har¨¢ un primer balance en junio, los Presupuestos pusieron al Gobierno ante su realidad minoritaria: lo aprobado se lo debe a los votos de Batasuna, y los cr¨¦ditos complementarios para resolver las partes rechazadas, a la abstenci¨®n de los socialistas.
La escandalera suscitada por los resortes reglamentarios que el lehendakari hizo mover para evitar la devoluci¨®n de los Presupuestos se sum¨® a unas negociaciones del Concierto bloqueadas, que le desgastaron y le procuraron tensiones internas, y adem¨¢s ETA emprendi¨® una nueva oleada de atentados contra cargos del PSE.
Ibarretxe tuvo que soltar lastre: el 20 de febrero se avino a firmar el Concierto, aparcando su exigencia de comprometer en ¨¦l el derecho de su Gobierno a la presencia en ¨®rganos de la UE y tras estirar hasta el extremo una estrategia que se demostr¨® equivocada y que el Parlamento vasco se neg¨® a respaldar.
Dos d¨ªas despu¨¦s, el 22 de febrero, logr¨® reunir a los partidos, bajo su presidencia en una mesa que por nombre lleva esa fecha, para abordar la seguridad y el apoyo a los concejales amenazados por ETA y su entorno. El resultado son los reci¨¦n cerrados acuerdos en seguridad y reformas legales de la Mesa de Arkaute, de la que el PP se ape¨® a medio camino, y la declaraci¨®n municipal de condena a ETA y respaldo a los amenazados, que compromete a los firmantes a no pactar acuerdos de ning¨²n tipo con quien no la secunde.
Fr¨¢gil y m¨ªnimo consenso
A d¨ªa de hoy puede exhibir esa vacilante y fr¨¢gil reconducci¨®n de relaciones y m¨ªnimo consenso entre los partidos, muy por debajo del que ya se consigui¨® en el pasado, y en el que los muy optimistas, y sus m¨¢s furiosos detractores, Batasuna, quieren ver el germen de la reconstrucci¨®n 'desde abajo' de la unidad democr¨¢tica del Pacto de Ajuria Enea frente a ETA.
Sin recomponer, ni visos de inter¨¦s por ninguna de las dos partes, est¨¢n las relaciones con el Gobierno central, Aznar y el PP. El recurso ante el Tribunal Constitucional contra la Ley de los Presupuestos y una reapertura de negociaciones de transferencias sin expectativa ninguna de acuerdo dan fe de ello.
Los cambios y rectificaciones m¨¢s perceptibles son los que el presidente vasco ha digirido hacia las v¨ªctimas del terrorismo y las personas perseguidas por ETA: desde el incremento de las medidas de seguridad y la moci¨®n de apoyo hasta el establecimiento de una direcci¨®n, en el organigrama del Departamento de Interior, dirigida por la viuda del socialista Juan Mar¨ªa J¨¢uregui, Maixabel Lasa, o la colocaci¨®n de un pacifista independiente, Txema Urkijo, procedente de Gesto por la Paz, al frente de la Direcci¨®n de Derechos Humanos, dependiente de Justicia. O su presencia, este a?o, en el homenaje a Fernando Buesa en el segundo aniversario de su asesinato. La consecuencia m¨¢s visible de estos gestos ha sido el silencio de plataformas como el Foro Ermua o ?Basta Ya!
La factura de los perdedores
Batasuna pag¨® su derrota del 13 de mayo de 2001 con la factura m¨¢s cara, en t¨¦rminos de votos (perdi¨® 81.000 de sus 224.000) y de esca?os (la mitad de sus 14). El precio fue una escisi¨®n -el grupo Aralar, liderado por el navarro Patxi Zabaleta-, la p¨¦rdida de los muchos sat¨¦lites que atrajo durante la tregua de ETA y una incomodidad creciente, sobre todo entre muchos de sus alcaldes, poco dispuestos a repetir candidatura, y concejales que han dimitido. Adem¨¢s, la amenaza de la ilegalizaci¨®n soterra ahora ese movimiento.
El PSE-EE ha pagado con una crisis interna, concluida en la dimisi¨®n de Nicol¨¢s Redondo, y un congreso extraordinario desde el que su sucesor, Patxi L¨®pez, intenta ahora reubicar al partido.
El PP fue el gran defraudado en sus expectativas de alcanzar Ajuria Enea, pero el amparo de la mayor¨ªa absoluta de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en el Gobierno central le libra de cualquier consecuencia negativa.
S¨ª ha tenido que reanudar sus relaciones con Ibarretxe, interrumpidas a?o y medio. Y, si acaso, se ha visto arrastrado a participar en iniciativas como la reuni¨®n del 22 de febrero o la moci¨®n municipal de apoyo a los ediles amenazados, que rentabiliza el lehendakari y que Jaime Mayor no desea, pero a las que una negativa resulta complicada de justificar, incluso internamente.
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