La vieja pantomima

Una gran gloria mundial, un maestro anciano. Aunque no tanto como dice el programa de mano, que asegura que debut¨® en el teatro en 1914: tendr¨ªa ahora mas de cien a?os. En realidad, naci¨® en 1923 y comenz¨® a trabajar en el teatro -despu¨¦s de a?os de aprendizaje- en la compa?¨ªa de Barrault. Y fue una de las extraordinarias figuras de la resurrecci¨®n art¨ªstica de Francia tras la Segunda Guerra Mundial. Sale hoy en el Apolo de Madrid como en aquellos tiempos, con su traje blanco ajustado y la camiseta marinera de rayas azules y blancas. A veces, con el sombrero tocado por un clavel rojo: cuando interpreta el personaje de Bip, creado al amparo del Pip de Dickens y de la figura de Charlot, bajo cuya sombra contin¨²a.

Aquel innovador ya es, por lo tanto, un cl¨¢sico. En este espect¨¢culo hay una intenci¨®n de antolog¨ªa, en la que se repiten algunas de las mejores pantomimas de su carrera. Yo las he visto muchas veces, desde aquellos momentos de Par¨ªs, y me admira la capacidad de conservaci¨®n que tiene, no ya del espect¨¢culo sino de los m¨²sculos y contram¨²sculos, del movimiento y su inversi¨®n, que van mas all¨¢ de su edad, que a veces se trasluce debajo de la m¨¢scara pintada.

Para mucha gente, en Espa?a, es desconocido, o casi: visto en alguna pel¨ªcula, en la televisi¨®n. Los espectadores le reciben con regocijo en el que hay tambi¨¦n una especie de reconocimiento a ellos mismos: a su capacidad de averiguar a qu¨¦ acci¨®n y personaje corresponde cada gesto, y el principio, nudo y desenlace de cada pantomima. A pesar de que es una interpretaci¨®n muy francesa: el gesto, el movimiento, la an¨¦cdota corresponden a un mundo parisiense de cincuenta a?os atr¨¢s. En los aplausos, en los gritos de 'bravo' y los silbidos de admiraci¨®n hay mucho de satisfacci¨®n personal por el espect¨¢culo, pero tambi¨¦n una gran dosis de emoci¨®n ante un personaje de la cultura mundial.