Vuelta al ruedo para 'Guitarrero'
Vuelta al ruedo para Guitarrero, un c¨¢rdeno bragao meano, n¨²mero 47, de 521 kilos de peso,nacido en noviembre de 1997 y perteneciente a la ganader¨ªa de Hern¨¢ndez Pl¨¢.
Vuelta al ruedo para un toro bravo y noble que acud¨ªa con codicia al cite y persegu¨ªa una y otra vez la muleta con el hocico por el albero.
Vuelta al ruedo para un toro que derrib¨® en la primera vara y galop¨® de lejos en la segunda, en la que apret¨® con fijeza y ri?ones en un puyazo inmensamente largo.
Fue el toro m¨¢s recogido de una corrida de imponente y astifina arboladura, y, desde su salida al ruedo, cant¨® sus cualidades: embisti¨® de largo al capote que le brindaron y permiti¨® tres ver¨®nicas apretadas. En la muleta se desbord¨® su nobleza y persigui¨® una y otra vez la franela, hasta conseguir que la plaza, puesta en pie, solicitara el premio de la vuelta al ruedo. As¨ª, despacio, recibi¨® el homenaje desbordante de una afici¨®n que fue feliz mientras dur¨® la lidia de un toro excepcional.
Hern¨¢ndez / D¨¢vila, El Renco, El Cid
Toros de Hern¨¢ndez Pl¨¢, muy bien presentados, de imponente y astifina arboladura. Al 3?, bravo y noble, se le dio la vuelta al ruedo. El resto, a excepci¨®n del 2?, cumpli¨® en varas, aunque present¨® problemas en el tercio final; 4? y 5?, aplaudidos en el arrastre. D¨¢vila Miura: cinco pinchazos, media, un descabello -aviso- y dos descabellos (silencio); tres pinchazos y media contraria (pitos). El Renco: cuatro pinchazos, bajonazo, un descabello -primer aviso-, tres descabellos, media tendida, cinco descabellos -segundo aviso-, y un descabello (pitos); pinchazo, media tendida y descabello (pitos). El Cid: cuatro pinchazos, estocada, cinco descabellos -aviso-, y cuatro descabellos (ovaci¨®n); cinco pinchazos -primer aviso-, media, descabello -segundo aviso- y cuatro descabellos (pitos). Plaza de las Ventas. 12 de mayo. 2? corrida de feria. Lleno.
?Y el torero? Al torero hay que condenarlo a galeras. Bueno, al menos habr¨ªa que encerrarlo en un matadero un a?o entero para que aprenda a matar los toros. Se le conoce por El Cid. Pero, ?c¨®mo tiene este hombre la osad¨ªa de llamarse El Cid con lo mal que maneja la espada? El Campeador estar¨¢ removi¨¦ndose en su tumba despu¨¦s del petardo de su pretendido sucesor.
Manuel Jes¨²s, que es su nombre de pila, ha perdido la oportunidad de su vida. Se le ha ido un toro, se le ha ido la feria y qui¨¦n sabe lo que se habr¨¢ ido despu¨¦s de verlo pinchar mil veces y descabellar unas quinientas. Manuel Jes¨²s ten¨ªa el destino escrito: iba directo a la gloria, y se empe?o en cambiarlo para dirigirse al olvido. Los misterios de las personas humanas son, a veces, insondables.
Porque El Cid, y esto es lo grave, tore¨® a ese toro como los ¨¢ngeles. Lo cit¨® desde los medios, aguant¨® la acometividad del animal y traz¨® una destemplada pero emocionante tanda de redondos, abrochados por un largo pase de pecho.Continu¨® por ese lado, y toro y torero alcanzaron la gloria con derechazos excelsos, profundos, templad¨ªsimos y perfectamente ligados. A continuaci¨®n, naturales de menor calidad, pero igualmente vibrantes, dos naturales m¨¢s y unos ayudados por bajo de gloriosa plasticidad.
En aquel momento, la plaza estaba absolutamente entusiasmada, incr¨¦dula ante tanta belleza.
El Cid monta la espada, y uno, dos, tres y cuatro pinchazos (?qu¨¦ pena!); y una estocada y cinco descabellos (?pero, bueno este chaval...!), y un aviso y cuatro descabellos (?que no, hombre, que as¨ª no se puede ser torero...!). Repiti¨® el m¨ªtin en el sexto y le pitaron, como era de esperar.
Tambi¨¦n hizo el pase¨ªllo D¨¢vila Miura, triunfador en Sevilla y torero arrugado en Las Ventas. Sus toros presentaron dificultades, pero ¨¦l se mostr¨® incapaz de superar la papeleta. Mat¨® peor. El Renco se afligi¨® ante el manso segundo y se raj¨® ante el encastado quinto. El compromiso le vino muy grande.
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