La casa Rusia

No es dif¨ªcil predecir la espiral ret¨®rica que provocar¨¢ la firma del nuevo acuerdo de cooperaci¨®n entre Rusia y la OTAN en Reikiavik. (...) En realidad, este acuerdo no supone sino presentar en un nuevo envoltorio los esfuerzos del pasado para lograr que Mosc¨² trabaje estrechamente con -no contra- la OTAN.

Tampoco se comentar¨¢ mucho que el ministro de Asuntos Exteriores, ?gor Ivanov, que firmar¨¢ en representaci¨®n de Rusia, pas¨® la ¨²ltima parte de los a?os noventa obstaculizando a la OTAN desde el B¨¢ltico a los Balcanes. (...) Ninguna de estas cuestiones inc¨®modas sobre la pol¨ªtica y la actuaci¨®n pasadas de Rusia se plantear¨¢n en las celebraciones de Islandia. (...) Pero un nuevo comienzo requiere, en primer lugar, una nueva actitud de la propia Rusia. (...) La OTAN y Rusia ya no son enemigas y pueden ser amigas. Sin embargo, la buena voluntad tendr¨¢ que venir sobre todo de Rusia: a lo largo de los a?os, la OTAN ha mostrado que puede convivir con la mayor parte del antiguo imperio sovi¨¦tico.

Y hay que recordar lo m¨¢s importante: Rusia no es miembro de la OTAN, ni lo ser¨¢ pronto. Al trazar las nuevas estructuras de la Alianza este a?o, tras el 11 de septiembre, EE UU afirma que hay dos principios sacrosantos: la integridad de la OTAN no debe diluirse y Rusia no tendr¨¢ poder de veto sobre las decisiones de la Alianza. Para mantener la fortaleza de la Alianza, incluso aunque este a?o se le d¨¦ un nuevo aspecto, los 19 miembros actuales de la OTAN deben ser fieles al esp¨ªritu y a la letra de esa pol¨ªtica.

Bruselas, 13 de mayo