Cuatro cartas in¨¦ditas de Cernuda revelan la honda amistad con Villal¨®n en un periodo de crisis y dudas
Las misivas son de finales de 1928 y han aparecido en el archivo de la casa natal de Lorca
Cuatro cartas in¨¦ditas, aparecidas en el archivo de la Casa museo de Garc¨ªa Lorca en Fuente Vaqueros, demuestran la estrecha amistad que uni¨® a Luis Cernuda con el poeta y ganadero Fernando Villal¨®n en un monento -finales de 1928- en que el autor de Los placeres prohibidos se encuentra sin dinero, lleno de dudas y a punto de trasladar su residencia de Madrid a Toulouse. 'Lo que m¨¢s me agrada aqu¨ª', escribe desde Francia, 'es la facilidad con que puedo mostrar o esconder mi esp¨ªritu sin que ning¨²n clich¨¦ suyo, preconcebido, exista en mis amigos',
Corre el mes de octubre de 1928, Cernuda, con 26 a?os, vive en Madrid, pretende mudarse a Francia con la promesa de un lectorado en Toulouse que le ha conseguido su amigo Pedro Salinas, pero no tiene medios inmediatos para sobrevivir salvo la remota posibilidad de una traducci¨®n. Ese a?o hab¨ªa muerto su madre; el anterior hab¨ªa publicado su primer libro, Perfil del aire, y hab¨ªa trabado amistad con Lorca y Aleixandre.
El ¨²ltimo trimestre de 1928, en el que cruza las cuatro cartas con Villal¨®n, es un momento cr¨ªtico. En Madrid, cuando est¨¢ a punto de vender sus pertenencias, Andaluc¨ªa surge en forma de nostalgia a trav¨¦s de los versos de Villal¨®n. '?C¨®mo me devuelve tu libro en soledad, en perfume, con color fin¨ªsimo y melanc¨®lico nuestra lejana Andaluc¨ªa. No creo que ning¨²n poeta andaluz, nuevo, la haya expresado as¨ª, con esa vida, viva, s¨ª, mas tan triste, tan triste... As¨ª es Andaluc¨ªa', escribe el 14 de octubre de 1928.
Pero hay motivos cercanos de preocupaci¨®n. El econ¨®mico es el principal. La estrechez es tal que pide a Villal¨®n que haga las gestiones necesarias en Sevilla para obtener el pasaporte y ahorrarle el viaje. El poeta cuenta con las 10.000 pesetas que guarda en el Banco de Bilbao de Sevilla. 'La ganancia que pudiera proporcionarme una operaci¨®n de esas que me hablaste, unido a lo que yo gane con unas traducciones que voy a hacer, me permitir¨ªan, al regresar de Toulouse, vivir alg¨²n tiempo sin tocar mis fondos', anota el 31 de octubre del mismo a?o.
Cernuda se encuentra desolado. La reciente desaparici¨®n de su madre surge de manera indirecta en la correspondencia: 'Siempre agaradecer¨¦ mucho -aunque exteriormente no lo parezca- cualquier testimonio de afecto [...]. Porque me he quedado tan solo... S¨¦ ya lo que es esa cosa tan triste: ver c¨®mo se alejan definitivamente los afectos m¨¢s puros. Estoy en este momento muy deprimido. Pero no creas que siempre me encuentro as¨ª. A menudo tambi¨¦n me siento despreocupado y alegre', escribe el 30 de noviembre de 1928.
La relaci¨®n con otros escritores es m¨¢s un incordio que un aliciente. Sus palabras son duras: 'Yo no veo a esas gentes de la literatura. Pero no porque yo me aleje de ellas, sino antes al contrario: porque parece que ellas se alejan de m¨ª', anota en la misma carta.
A finales de a?o Cernuda se traslada a Toulouse. El alejamiento parece un lenitivo para su crisis personal. En su primera carta desde Francia (la ¨²ltima de las cuatro conservadas por el Patronato Garc¨ªa Lorca de la Diputaci¨®n granadina) el poeta se muestra ir¨®nico y desinhibido. 'Yo entro, salgo, hablo, en un c¨ªrculo de amistades exclusivamente, casi exclusivamente femeninas; en lo contrario que en Espa?a [...]. Tengo una querida y un perro de trapo; ella se llama, se hace llamar Lola; es mexicana. ?l, el perro, se llama Mostaza y es ingl¨¦s; me acompa?a bastante m¨¢s que ella, deliciosa, es verdad, pero tan lejana, tan lejana... La conservo por higiene'.
'Lo que m¨¢s me agrada aqu¨ª', dice el 21 de diciembre, 'es la facilidad con que puedo mostrar o esconder mi esp¨ªritu sin que ning¨²n clich¨¦ suyo, preconcebido, exista en mis amigos. ?Hura?o, oscuro, t¨ªmido? [...]. ?Sabes cu¨¢l es el nuevo rasgo que me asignan? La presunci¨®n. Y en efecto no negar¨¦ que si alguna actitud espiritual me agrada ahora es la del dandy, y ciertamente esa actitud espiritual consiste en no tener esp¨ªritu'.
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