Ah¨ª, muy cerca
Hay en Lejos, junto a algunos desarreglos en la armaz¨®n del filme, lecciones contundentes, magistrales, de cine realista de alta, de muy alta calidad. Por ejemplo, la puesta en pantalla lograda por Andr¨¦ T¨¦chin¨¦ es tan ¨¢gil, libre y transparente que casi no se percibe su condici¨®n de construcci¨®n o de artificio. De ah¨ª que los sucesos y los comportamientos filmados parezcan inventados all¨ª, en vivo, delante de la c¨¢mara. Pero poco a poco vamos averiguando, y al final confirmamos, que tales sucesos y comportamientos nada tienen de espont¨¢neos o de improvisados, sino que son consecuencia de una estrategia narrativa minuciosamente calculada. Y, para redondear los indicios de refinamiento formal, posee adem¨¢s Lejos una delicada, sutil y honda musicalidad en la secuencia, que es precisa como un mecanismo de relojer¨ªa y, sin embargo, tan viva como un organismo al que inexplicablemente vemos crecer.
Es Lejos un doble relato. Por un lado, Andr¨¦ T¨¦chin¨¦ explora un dram¨¢tico momento de intimidad en el rebrote y el posterior declive de una ya vieja, y erosionada, pasi¨®n entre una mujer jud¨ªa marroqu¨ª y un camionero franc¨¦s, que han sometido la vehemencia de su amor al desgaste de la distancia y a la dura prueba de la libertad. Y, por otro lado, la c¨¢mara del cineasta franc¨¦s atrapa, sin ninguna ca¨ªda en las facilidades del subrayado, con autoexigencia, minuciosidad y agilidad apasionantes, el hormigueo de una ciudad profunda, T¨¢nger, que es representada como una selva de vida y de verdad humanas, como un laberinto parad¨®jicamente luminoso de oscuras esquinas y de itinerarios secretos y enrevesados.
Es probablemente esta bella e inteligente captura del universo de T¨¢nger la mejor, la m¨¢s exacta representaci¨®n que ha hecho el cine de ese pozo, o nudo, donde Europa y ?frica convergen al mismo tiempo que se escinden, se rompen y se apartan. Y T¨¢nger, lugar de enlace de razas, de lenguas y de culturas, nos abre de par en par su enigma gracias a la potencia y la sutileza exploradora de la c¨¢mara de T¨¦chin¨¦, que nos deja ver su condici¨®n de lo que los antiguos llamaban conf¨ªn, es decir, su condici¨®n de lugar ¨²ltimo, fronterizo, cuya presencia nos roza y que sentimos nuestro, un lugar que est¨¢ ah¨ª, muy cerca, pero que fatalmente es, visto desde ¨¦ste, otro mundo.
Es tanta la inteligencia con que Lejos indaga y formaliza una imagen interior de T¨¢nger, que este prodigio de realismo cinematogr¨¢fico da?a a la pel¨ªcula como conjunto, pues la desequilibra al apagar con su luminosidad una parte de la luz del contrapunto del relato del amor y el desamor entre la mujer africana y el hombre europeo. Esta ficci¨®n est¨¢ llena de inmediatez, de sensaci¨®n de verdad, y arranca bien, por lo que inicialmente convence y engancha. Pero, pasada la mitad del metraje, por un err¨®neo c¨¢lculo de gui¨®n, la ficci¨®n amorosa se enfr¨ªa, pierde emoci¨®n, fuerza de convicci¨®n y pasa a segundo plano, dejando de ser lo que al principio era un verdadero contrapunto al documento sobre la ciudad africana.
Este error de c¨¢lculo se debe a que T¨¦chin¨¦ quiere dar m¨¢s frondosidad a la leve (pero magn¨ªfica en su levedad) trama argumental y para enriquecerla se embarca en una variante artificiosa, esquem¨¢tica y poco satisfactoria de thriller, es decir, de cine gen¨¦rico de aventura policiaca, lo que contradice el tono de inmediatez y de pureza realista, ajeno a cualquier convenci¨®n gen¨¦rica, dominante en el desarrollo inicial del filme y que evidentemente es su mejor baza estil¨ªstica.
Esta variante es un momento de menor calado y menos jugoso que el contrapunto entre el documento urbano y la ficci¨®n amorosa y, a causa de este mal encaje de los tres bloques que componen el armaz¨®n argumental del filme, ¨¦ste pierde intensidad en el momento en que m¨¢s necesitaba intensificarse e ir al grano, sin perder tiempo y fuelle en giros aparatosos, pero empobrecedores. Sin embargo, pese a esta contradicci¨®n interior, Lejos es cine c¨¢lido e inteligente, que llega a emocionar en las excelentes composiciones de la actriz Lubna Azabal y el actor St¨¦phane Rideau, que fue uno de los estremecedores adolescentes que protagonizaron el milagro de Los juncos salvajes, obra maestra de T¨¦chin¨¦ y una de las obras cumbres del cine europeo.
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