Aprendices de la nada
La falta de 'papeles' impide trabajar a j¨®venes inmigrantes formados en talleres
Llevan a?os form¨¢ndose como carpinteros, jardineros o cocineros. Pero la falta de un permiso de trabajo y residencia les impide saltar al ruedo laboral. En esta situaci¨®n se encuentran j¨®venes inmigrantes sin familia en Madrid, la mayor¨ªa marroqu¨ªes, que, con 18 a?os ya cumplidos, estudian en talleres de la Consejer¨ªa de Educaci¨®n para chicos desfavorecidos. Pese a haber vivido en muchos casos tutelados por el propio Gobierno regional, carecen de los papeles que les permitir¨ªan trabajar legalmente. Despu¨¦s de recibir una formaci¨®n oficial se ven abocados a la econom¨ªa sumergida.
Abdelaziz, de 18 a?os, est¨¢ cada d¨ªa m¨¢s agobiado. Este alumno de carpinter¨ªa de los talleres que Educaci¨®n tiene en Puerta Bonita (Carabanchel) deber¨ªa empezar a trabajar este verano con un contrato de formaci¨®n. Pero, como carece de permiso de residencia, ninguna empresa puede contratarlo.
'No tiene sentido tanto esfuerzo por formar a estos chicos si luego los abocamos a la marginalidad'
Hace tres a?os que lleg¨® ¨¦l solo a Madrid desde su T¨¢nger natal. All¨ª trabajaba de carpintero, pero pens¨® que en Espa?a ganar¨ªa m¨¢s. Se col¨® en los bajos de un cami¨®n con destino a Algeciras y viaj¨® en autob¨²s a Madrid. Tras pillarle la polic¨ªa empez¨® a vivir en un internado bajo la tutela del Instituto Madrile?o del Menor y la Familia (IMMF), de la Comunidad, y a acudir a los talleres.
Pero un d¨ªa le despertaron en la residencia y le dijeron que le esperaban unos se?ores. 'Eran polic¨ªas y me iban a repatriar a Marruecos, as¨ª que cuando sub¨ª a la habitaci¨®n a por mis cosas salt¨¦ por la ventana y me escap¨¦', explica este muchacho. Ya nunca regres¨®, y comenz¨® a meterse en l¨ªos. 'Hasta entonces hab¨ªa estado tranquilo, porque pensaba que me iban a arreglar los papeles y que podr¨ªa conseguir un trabajo, pero vi que lo que quer¨ªan era echarme del pa¨ªs', asegura. Acab¨® en la calle con un grupo de chicos que se dedicaban a robar. Pas¨® tres meses en un reformatorio cerrado y diez en otro semiabierto.
Ahora vive en albergues de inmigrantes, acude al taller y reparte propaganda por las calles para subsistir. Los papeles se han convertido en su obsesi¨®n. Con ellos podr¨ªa obtener un trabajo m¨¢s regular y compartir un piso con otros j¨®venes. Pero eso, por ahora, es s¨®lo un sue?o. En la misma situaci¨®n se encuentran otros j¨®venes como Ibrahim, de Sierra Leona, y Karin, marroqu¨ª.
Jos¨¦ Luis Gordo, director del centro donde estudian estos muchachos, critica las dilaciones en la concesi¨®n de sus papeles, 'porque impiden su inserci¨®n social'. 'Se est¨¢ impidiendo trabajar legalmente a unos chicos con muchas ganas de hacerlo, porque si no no llevar¨ªan dos a?os viniendo al taller a diario', explica, y relata el caso de Karin, de 19 a?os, que no falt¨® a clase ni cuando tuvo que dormir en un coche (hab¨ªa superado la edad para vivir en residencias de menores y carec¨ªa de alternativas).
'No tiene sentido tanto esfuerzo de Educaci¨®n y de los profesores por formar a estos chicos si luego los abandonamos a su suerte aboc¨¢ndolos a la econom¨ªa sumergida y la marginalidad. La soluci¨®n es darles la residencia para que puedan trabajar, porque con un sueldo salen adelante', asegura, y recuerda el riesgo que tienen estos chavales de caer en la delincuencia y la marginaci¨®n porque carecen de medios y de apoyo familiar. Las ONG de ayuda a estos j¨®venes tambi¨¦n piden su regularizaci¨®n.
El reglamento de la Ley de Extranjer¨ªa indica que cuando un menor llega a Espa?a las instituciones deben tutelarlo e intentar devolverlo con su familia. Pero si en nueve meses no localizan a los padres, deben darle la residencia.
A Abdelaziz y los otros les lleg¨® tarde esta norma, de agosto de 2001, que fija un plazo a partir del cual hay que dejar de intentar la repatriaci¨®n. Hasta entonces el IMMF y la Delegaci¨®n del Gobierno argumentaban que su obligaci¨®n era llevarlos junto a sus familias, y no les daban la residencia. Pero tampoco pod¨ªan devolverlos a Marruecos, porque los propios chicos evitaban facilitar datos sobre su familia para que no les echasen. En conclusi¨®n: ni les repatriaban ni les documentaban, as¨ª que llegaron a la mayor¨ªa de edad como irregulares. Y ahora, aunque est¨¢n preparados para entrar en el mercado de trabajo, la falta de papeles se lo impide.
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