Ocio infantil

Siguiendo la moda imperante en los ¨²ltimos tiempos, llev¨¦ a mis hijos no hace mucho a la celebraci¨®n de un cumplea?os en el local conocido como Fort Lucas, sito en las instalaciones del antiguo cine Florida de Sevilla.

Cuando mi hijo de tres a?os sali¨® del recinto de juegos, observ¨¦ con sorpresa que ten¨ªa los calcetines y pantalones decolorados y con un penetrante olor a lej¨ªa. Los responsables del centro no s¨®lo no me dieron ning¨²n tipo de explicaci¨®n, sino que adem¨¢s, al preguntarles si el ni?o habr¨ªa ido al servicio (intentando ubicar el origen de la lej¨ªa) me contestaron 'que no pod¨ªan tener un monitor detr¨¢s de cada ni?o observando lo que hacen'. Una contestaci¨®n para poner los pelos de punta a cualquier padre, considerando que s¨®lo conque el ni?o hubiera tenido una peque?a herida en el pie se le habr¨ªa formado una quemadura e incluso habr¨ªa podido ingerir el producto.

Ante la gravedad de los hechos me dirijo a la oficina municipal del Consumidor, que m¨¢s bien deber¨ªa llamarse 'de Defensa del Empresario', donde a medida que aumenta mi perplejidad me informan:

- Que no existe normativa reguladora para los locales infantiles.

- Que aqu¨ª tendr¨¢ que pasar como en los parques acu¨¢ticos, que tendr¨¢n que morirse dos o tres ni?os para que se tomen las medidas oportunas.

Y mientras el tama?o de los pisos sigue disminuyendo y estos locales de ocio infantil proliferan por doquier, me pregunto: ?a ninguna Administraci¨®n se le ha ocurrido que esta actividad debe reglamentarse?