??brete de orejas!
En uno de los m¨¢s divertidos pronunciamientos surrealistas a favor de las revoluciones que no se acaban con la edad, Leonora Carrington describe en La trompetilla ac¨²stica a su ¨¢lter ego, una anciana, sorda, desdentada y con barba que descubre, gracias al regalo que le hace su amiga Carmela -evocaci¨®n de Remedios Varo-, que su familia la quiere internar en una residencia. Al abrir el obsequio providencial, la revoltosa Marion lo mira, se lo acerca a la oreja y 'entonces todo aquello que hab¨ªa sentido como un leve susurro me entr¨® dentro de la cabeza como el mugido de un toro enfurecido. ?Era horroroso! Despu¨¦s, empezamos a pensar en todas las posibilidades revolucionarias de aquella trompetilla'. Para aquella abuela, cualquier sonido ser¨ªa un lenguaje originario, la 'Ursprache' o la madre de todos los significados ling¨¹¨ªsticos, pero tambi¨¦n un modelo para el pensamiento irrepetible, como los sonidos deambulantes de Karl Stockhausen o los conciertos aleatorios de John Cage. La met¨¢fora de la trompetilla sugiere otras formas de conocimiento del mundo. 'Lo que veis es lo que escuch¨¢is', afirman Jonathan Moore y Matt Black, miembros del colectivo Coldcut, para quienes el sonido es una 'escultura de tiempo', ya que cualquier persona puede elevarla hasta el pedestal de su imaginaci¨®n.
PROCESO S?NICO. UNA NUEVA GEOGRAF?A DE LOS SONIDOS
Macba Pla?a dels ?ngels, 1. Barcelona Hasta el 30 de junio
Existe tambi¨¦n una suerte de ecolog¨ªa o reciclaje que permite relacionar las obras dise?adas por ordenador con el trabajo centrado en la memoria, mediante la apropiaci¨®n de sonidos existentes, su repetici¨®n, yuxtaposici¨®n, superposici¨®n -recorte, filtrado, collage, fundido-. Estas manifestaciones art¨ªsticas, cada vez m¨¢s numerosas, son una prueba de la fortaleza de la cultura electr¨®nica durante la ¨²ltima d¨¦cada. Proceso s¨®nico, un proyecto dise?ado por el Macba y el Centro Pompidou de Par¨ªs, se articula en torno a ocho obras que relacionan procedimientos visuales y sonoros. Su comisaria, Christine van Assche, ya plante¨® esta cuesti¨®n con relaci¨®n al cine (Pasajes de la imagen, 1990), pero en esta ocasi¨®n la instalaci¨®n sonora se presenta en su vertiente de performance vinculada a la memoria, al contrario de lo que ocurre en las actuaciones de los setenta que Takis, Tony Conrad, La Monte Young, Alvin Lucier o Nam June Paik ejecutaron sin querer conservarlas, ya que su estatuto art¨ªstico se defin¨ªa en el momento de la actuaci¨®n.
Para ello, es fundamental el
uso del ordenador, la base de datos de Internet, los secuenciadores de la tecnolog¨ªa MIDI o el sampling inform¨¢tico. Sofisticados altavoces, pantallas de proyecci¨®n de diferentes tama?os y formas, monitores de televisi¨®n, un fest¨ªn de platos de tocadiscos, paredes insonorizadas que act¨²an como un gran lienzo o estructuras minimalistas donde rebotan los decibelios dan cuerpo a esta muestra compacta y hechizante, que sin duda har¨¢ ganar adeptos a los festivales anuales de m¨²sica tecno que se multiplican, como las bienales, por todo el mundo (Ars Electronica en Linz, S¨°nar en Barcelona, Nouvelles Sc¨¨nes en Dijon), aunque la mayor¨ªa del p¨²blico atra¨ªdo por el Macba son j¨®venes subculturales, acostumbrados a los beats repetitivos -y en cierto sentido alienantes- de las ficciones s¨®nicas, sumidas, como argumenta el te¨®rico Dietrich Diederichsen en el cat¨¢logo de la muestra, en 'un sue?o ideol¨®gico de medialidad autorreferencial y de no significaci¨®n'.
El logo que anuncia Proceso s¨®nico representa una sardina con unas grandes orejas pegadas a las branquias (?los Peces volando por el cielo, 1975, de Nam June Paik?) que surca los vinilos en los oc¨¦anos m¨ªsticos de creaciones drum and bass, ambient, post-dub, jungle y la electr¨®nica, con sus corsarios encerrados en programas G-4, secuenciadores MP-3 y tarjetas digitales. Este pez ya no se muerde la cola, es m¨¢s bien rizom¨®rfico y dibuja una nueva topolog¨ªa de la m¨²sica fractal: los ejes Berl¨ªn/Londres, Kingston/Detroit/Londres, Viena/Nueva York, M¨¦xico/Bruselas/Sheffield y ciudades como Marsella, Manchester y Oporto.
Abre el recorrido la Plaza de datos de Mart¨ª Guix¨¦, un espacio multiusos que ofrece lectura, audici¨®n y documentaci¨®n. Entre esta base de datos y el tercer ¨¢mbito -el que acoge el sitio web de Internet (www.sonic-process.org)- surgen las creaciones de m¨²sicos que han optado por asociarse a artistas pl¨¢sticos para llevar a cabo sus creaciones. Es el caso de Mike Kelley y Scanner, que han ideado un habit¨¢culo de estructura pan¨®ptica con 14 monitores que muestran el Par¨ªs sobrenatural de los camposantos y una pantalla donde aparecen j¨®venes bailando en una discoteca. Ren¨¦e Green traza una cartograf¨ªa hist¨®rica y mitol¨®gica de la m¨²sica electr¨®nica; Flow Motion recrea un mundo et¨¦reo con sonidos pregrabados de m¨²sicas jamaicanas y otros directos de las calles de Barcelona. Coldcut/Headspace convierten a los visitantes en piezas vivas de ajedrez que al desplazarse por un tablero activan unas pantallas con diferentes canales televisivos.
David Shea compone en una gran pantalla los ocho actos de su pieza bas¨¢ndose en diferentes tradiciones musicales y f¨ªlmicas. Gabriel Orozco se ayuda de la m¨²sica de los integrantes de Tosca para elaborar un gran libro de 800 im¨¢genes. Y Doug Aitken deja que la experiencia del vac¨ªo en un espacio oscuro se transforme progresivamente en un acercamiento a la imagen proyectada.
El conjunto resulta atractivo y relajante, pero, al igual que las pantallas de Nam June Paik en los setenta no pudieron competir con el cine y la pintura, el sonido en su impresionante proceso s¨®lo podr¨¢ producir el sentido del misterio para los no aficionados 'sordos', excitados ante la sorpresa de una trompetilla.
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