Maneras de vivir
Resulta interesante comparar estas dos novelas porque, en mi opini¨®n, son contrarias en su modo de expresarse y el modo en que su autor acierta con una a llegar al centro del conflicto dram¨¢tico planteado -aunque no lo acabe de resolver-, en la otra se aleja del nudo hasta convertirse en una cr¨®nica convencional.
El faro de Blackwater narra la historia de tres mujeres (abuela, hija y nieta) que han de enfrentarse al hecho de que su -respectivamente- nieto, hijo y hermano Declan est¨¢ afectado de modo irreversible por el sida y tiene los d¨ªas contados. Esto sucede en la cat¨®lica Irlanda y, naturalmente, el conflicto parece ser el enfrentamiento de las tres mujeres con la condici¨®n homosexual de Declan. Digo parece porque el conflicto -al menos el que revela el libro- no es, sin embargo, el 'caso' de Declan, sino el modo en que tres generaciones femeninas de una misma familia se enfrentan a la realidad a trav¨¦s de una realidad que no les gusta. El detonante es, claro est¨¢, lo que ellas consideran la anomal¨ªa sexual de Declan; pero es s¨®lo el detonante, aunque est¨¢ muy bien buscado. Lo que T¨®ib¨ªn -con muy buen criterio literario- evita es el centramiento en la aceptaci¨®n o no de la homosexualidad por parte de quienes representan la tradici¨®n heterosexual; eso es algo que est¨¢ presente y cumple su papel, pero lo que se busca es una sacudida en las vidas de esas tres personas que las saque de su visi¨®n habitual del mundo para obligarlas a verlo de otro modo. Todo ello bajo la sombra de la muerte inevitable de un ser querido.
EL FARO DE BLACKWATER
Colm T¨®ib¨ªn Traducci¨®n de Maria Isabel Butler de Foley Edhasa. Barcelona, 2002 286 p¨¢ginas. 17 euros
CR?NICA DE LA NOCHE
Colm T¨®ib¨ªn Traducci¨®n de Eduardo Hojman Emec¨¦. Barcelona, 2002 294 p¨¢ginas. 18,50 euros
Y aqu¨ª, en el querer, se fundamenta la concepci¨®n de la novela. De una parte, tenemos a las tres mujeres y sus relaciones, trenzadas y agarrotadas por el afecto com¨²n y el de cada una a su manera hacia Declan. De otra, tenemos a Declan y sus dos amigos homosexuales que lo cuidan. Son dos maneras de querer que a veces coinciden y a menudo se enfrentan. Y finalmente, tenemos otro tr¨ªo, ¨¦ste invisible: al abuelo, al padre y al esposo de la hija, Helen. Un tr¨ªo invisible porque los dos primeros han muerto y el tercero s¨®lo aparece por tel¨¦fono. Es curioso: T¨®ib¨ªn retira de escena a los hombres heterosexuales y empareja el tr¨ªo femenino con el tr¨ªo masculino homosexual. Los heterosexuales est¨¢n ausentes. Este planteamiento en tr¨ªos escamotea a uno de ellos, aunque los convierta en referencia.
Pero el conflicto dram¨¢tico,
como dec¨ªa, est¨¢ en manos de las tres mujeres y ellas tres son las que se imponen como protagonistas complejas de esta narraci¨®n. En tanto que tales, la novela funciona espl¨¦ndidamente, aunque sea a costa de relegar a Declan y sus amigos a un papel de referentes del verdadero conflicto: el sentido del amor, el modo de vivir el afecto de tres generaciones de mujeres entre s¨ª (un afecto lleno de dureza, individualismo y escasa generosidad, pero un afecto latente y dolorosamente contenido tambi¨¦n). Pero, si estoy en lo cierto, la novela se rompe por la mitad, pues el tr¨ªo homosexual ni en complejidad ni en intensidad est¨¢ a la altura de las mujeres. Y mucho de ese lado negativo o al menos poco eficiente invade Cr¨®nica de la noche. Esta segunda novela -cronol¨®gicamente anterior a la primera- narra la historia del desarrollo personal de un muchacho homosexual, argentino hijo de inglesa, centrado b¨¢sicamente en los a?os de la dictadura de Videla, la presidencia de Alfons¨ªn y el ascenso de Menem. El libro tiene m¨¢s de cr¨®nica de amores que de narraci¨®n de fondo y, a su vez, el trasfondo hist¨®rico se muestra de manera indecisa, a veces enmarcando la acci¨®n y a veces qued¨¢ndose en mero forillo a un lado del escenario, sin que esta indecisi¨®n quede suficientemente justificada. El mecanismo de la historia que se relata pesa demasiado sobre los personajes y los aplana.
La Cr¨®nica de la noche tiene m¨¢s de relato de costumbres con vago fondo hist¨®rico que de novela de aliento, y el personaje merec¨ªa m¨¢s, pero T¨®ib¨ªn prefiere quedarse en superficie. Y si digo prefiere -lo cual parece suponer demasiado- lo hago fiado en el desarrollo de la primera mitad y de unas cuantas escenas de la segunda de El faro de Blackwater, pues ah¨ª es donde se demuestra que el autor, si quiere, puede. Por ejemplo: el primer encuentro entre Declan y Helen en el hospital est¨¢ contado con una emocionante concisi¨®n y una impresionante severidad expresiva muy bien acordada con la situaci¨®n; no se puede pedir m¨¢s en menos espacio. A diferencia de Cr¨®nica de la noche, en El faro de Blackwater el conflicto queda localizado enseguida y T¨®ib¨ªn encamina con gran precisi¨®n hacia ¨¦l todas las l¨ªneas de la narraci¨®n; s¨®lo se produce una bajada de tensi¨®n con las dos confesiones de los amigos de Declan a Helen e incluso la misma confesi¨®n de ¨¦sta a uno de ellos, Paul. De hecho, en la primera parte prima la descripci¨®n de cosas y acciones como medio de transmisi¨®n y enlace de los sentimientos que van entrando en juego desde el pasado hasta el presente, mientras que en la segunda predominan los di¨¢logos y los pensamientos, lo que, a mi modo de ver, rompe el tono y reblandece a veces -s¨®lo a veces- las posiciones de los personajes, que incluso llegan a mostrarse algo repetitivos en esos di¨¢logos y pensamientos. Pero es una novela muy estimable que plantea un conflicto muy exigente, un conflicto que pide un autor valeroso para resolverlo y ah¨ª es donde, sin duda, Colm T¨®ib¨ªn da lo mejor de s¨ª mismo.
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