Gol
Ahora que vamos a tener que endeudarnos a¨²n m¨¢s para derribar el Teatro de Sagunto, les voy a contar un sucedido que tiene que ver con el patrimonio: Los Luceros es el t¨ªpico rinc¨®n entra?able para los alicantinos de mi generaci¨®n, escenario de las peque?as pero importantes cosas que acontecieron durante los primeros a?os de nuestras vidas: las carreras alrededor de la fuente de Ba?uls; los resbalones (y chapuzones involuntarios) contra el verd¨ªn; las citas adolescentes camino del cine o del guateque...
La plaza de los Luceros, saqueada arquitect¨®nicamente, representa todav¨ªa una encrucijada clave, de paso entre el instituto y el puerto, entre el mercado y la estaci¨®n, pero muy pocos parecen percibir el grave deterioro del conjunto escult¨®rico.
Desde hace unos a?os, en este punto, a las dos de las tardes de Hogueras, atruenan los decibelios y estallan toneladas de p¨®lvora. Por si fuera poco, en los tiempos en que la hinchada del H¨¦rcules ten¨ªa algo que celebrar, a la afici¨®n le dio por montarse a la grupa de los caballos por no ser menos que aquellos que se encaramaban a La Cibeles.
El otro d¨ªa, miles de madridistas (Alicante, playa de Madrid, presume la autoridad) nos dieron la matraca nocturna bot¨¢ndose impunemente una vallita de papel de fumar con la que el Ayuntamiento, a lo que se ve, pretende proteger el monumento tambi¨¦n en las ya cercanas mascletaes.
Pues ven¨ªa yo ya contenta de mi otra ciudad, Valencia, en la que se ha construido un estadio monstruoso sin aparcamientos mientras la polic¨ªa municipal no tiene tiempo para impedir que los coches invadan aceras y jardines y bloqueen al vecindario; en la que se vocifera por las calles hasta las tres de la madrugada de un d¨ªa laborable.
El f¨²tbol y los petardos pueden ser divertidos como afici¨®n. Como imposici¨®n suponen una aut¨¦ntica tortura. Y m¨¢s si, para remate, se te aparece en el telediario tu presidente de Gobierno con un ramillete de mandatarios, farfullando con su proverbial gracejo algo sobre que si le felicitan o no por la Copa. En fin, viva la inteligencia.
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