De rodillas
CUANDO ELABOR? y public¨®, hace dos meses, su Documento de Bases para una Ley de Calidad de la Educaci¨®n, el equipo del Ministerio de Educaci¨®n, con su ministra al frente, olvid¨® el lugar que a la religi¨®n reservaba en los distintos niveles de ense?anza obligatoria; es que ni se mencionaba la religi¨®n en las decenas de folios del documento; nada, ni una palabra. Daba la impresi¨®n de que, ante el temor de reabrir el eterno debate sobre la ense?anza de la religi¨®n cat¨®lica en las escuelas, se hubieran dicho para su mag¨ªn: mejor no tocarlo, mejor dejarlo como est¨¢.
Pero inmediatamente despu¨¦s de que los atentos ojos episcopales repararon en el olvido, comenzaron los lamentos y las muestras de victimismo, como si hubi¨¦ramos vuelto a los d¨ªas del Imperio Romano, o de la Rep¨²blica, que no se sabe qu¨¦ fue peor. La ministra, entonces, se puso a pensar, o eso fue lo que dijo: estamos pensando. Mientras se dedicaba a tan productiva tarea, no perdi¨® ocasi¨®n de tachar de irresponsables y demagogos a todos los que manifestaban pensamientos en una direcci¨®n no ya contraria, sino distinta a lo que ella y su equipo iban dejando caer. Terminada la fase de pensamiento, globos sonda e insultos, pas¨® a la acci¨®n, con un resultado que nadie, ni siquiera los m¨¢s pesimistas, se hab¨ªa atrevido a conjeturar: la ministra Del Castillo hab¨ªa pensado en un mes lo mismo que el cardenal Rouco ven¨ªa pensando desde hace m¨¢s de diez a?os.
Eso que la ministra y el cardenal hab¨ªan pensado qued¨® plasmado en el Anteproyecto de Ley de Calidad de la Educaci¨®n, aprobado esta misma semana por el Gobierno. Consiste el invento en crear un ¨¢rea o asignatura de Sociedad, Cultura y Religi¨®n, a?adida a la lista de materias obligatorias de la ESO y del Bachillerato. La tal ¨¢rea o asignatura se cursar¨¢ de acuerdo con la Disposici¨®n Adicional Segunda, en la que la ministra, no satisfecha con haber pensado lo mismo que el cardenal, se pone, o pone al Estado, de rodillas ante los obispos y les entrega su docencia al establecer dos 'opciones de desarrollo': una de car¨¢cter confesional, otra de car¨¢cter no confesional. Las decisiones sobre curr¨ªculo y profesorado de la primera opci¨®n corresponden a las llamadas 'autoridades eclesi¨¢sticas'; la segunda corresponde al Gobierno.
Verlo para creerlo. Es inconcebible que un ministerio de un Estado no confesional reconozca por ley org¨¢nica la posibilidad de una 'opci¨®n confesional' de un ¨¢rea llamada Sociedad, Cultura y Religi¨®n. La denominaci¨®n del ¨¢rea o asignatura ya se las trae, sobre todo si se tiene en cuenta que los art¨ªfices del hallazgo son catedr¨¢ticos en facultades de Ciencias Pol¨ªticas y Sociolog¨ªa. Pero lo realmente incomprensible es que un equipo ministerial dirigido por distinguidos cient¨ªficos sociales conciba la posibilidad de una 'opci¨®n de desarrollo de car¨¢cter confesional' de un ¨¢rea de ciencias sociales. Verg¨¹enza les deber¨ªa dar haber ocultado bajo conceptos cargados de historia -sociedad, cultura, religi¨®n- lo que, si se denominara por su verdadero nombre, no tendr¨ªa cabida en un Estado cuya norma fundamental es una Constituci¨®n no confesional.
Pues el nombre verdadero de todo esto es catequesis cat¨®lica, no religi¨®n, mucho menos cultura, menos a¨²n sociedad. El cardenal, que sabe bien de qu¨¦ va toda esta historia, se mostraba euf¨®rico el otro d¨ªa, con raz¨®n: ha conseguido todo lo que 'venimos pidiendo hace m¨¢s de una d¨¦cada'. Todo y algo m¨¢s: ha logrado que una ley org¨¢nica de un Estado que se dice no confesional reconozca a las 'autoridades eclesi¨¢sticas' el ins¨®lito poder de administrar, en todos los centros escolares, una opci¨®n confesional en el campo de las ciencias sociales. Se comprende que otro obispo, m¨¢s hipocrit¨®n, susurrara: no hay que mostrarse demasiado triunfantes, no vaya a ser que la oposici¨®n se soliviante.
La oposici¨®n, cuando era Gobierno, no se atrevi¨® a implantar la ¨²nica soluci¨®n acorde con la Constituci¨®n: la transmisi¨®n de la fe es un asunto que concierne a la comunidad de creyentes, no al Estado, que debe mantener una estricta neutralidad, garantizando en todo caso que los centros docentes faciliten, fuera del horario escolar, locales para que los ministros de las diferentes confesiones, la cat¨®lica incluida, impartan sus catequesis religiosas a quienes deseen recibirlas. Esa f¨®rmula habr¨ªa exigido la denuncia de los acuerdos arrancados por la Santa Sede a los d¨¦biles Gobiernos de UCD en plena transici¨®n. Nadie pod¨ªa imaginar que, al cabo de un cuarto de siglo de aquellos ominosos acuerdos, ¨ªbamos a caer de bruces en f¨®rmulas m¨¢s confesionales que las conocidas durante el r¨¦gimen de Franco: de mar¨ªa, la religi¨®n cat¨®lica pasa a inundar el ¨¢rea de ciencias sociales. Hurra por la ministra y por su equipo.
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