Semana horr¨ªbilis
As¨ª podr¨ªa ser calificada la ¨²ltima en lo que respecta a la informaci¨®n conocida sobre la evoluci¨®n reciente de nuestra econom¨ªa. Los indicadores de actividad y producci¨®n (EPA, ventas al por menor y, unos d¨ªas antes, el comercio exterior) nos corroboran en la impresi¨®n, ya expuesta en columnas anteriores, de que la fase de desaceleraci¨®n del crecimiento del PIB no ha terminado, al contrario de lo que se observa en otras ¨¢reas, especialmente en los EE UU. Nuestro ciclo, que no ha llegado a adquirir los tintes de dramatismo de otras grandes econom¨ªas, va algo m¨¢s retrasado, y probablemente no veremos indicios claros de reactivaci¨®n hasta la segunda mitad del a?o. A ello se a?ade el fuerte repunte de la inflaci¨®n, que viene a complicar las cosas en cuanto que supone, por una parte, un drenaje importante de capacidad adquisitiva para los consumidores y, por otra, una intensificaci¨®n del proceso de p¨¦rdida de competitividad frente a los socios de la UEM, con consecuencias sobre el potencial de crecimiento a medio plazo.
La desaceleraci¨®n del crecimiento del PIB no ha terminado, al contrario de lo que se observa en otras ¨¢reas
Esper¨¢bamos un cierto repunte de la inflaci¨®n en abril, causado fundamentalmente por las subidas de los precios de la energ¨ªa, pero el dato del IPC super¨® ampliamente las previsiones, con una aceleraci¨®n de cinco d¨¦cimas, hasta el 3,6%. Con ello, el diferencial con la media de la UEM vuelve a superar el punto porcentual. Todos los grandes grupos de productos registraron subidas importantes, destacando, adem¨¢s de la energ¨ªa, los alimentos (tabaco y aceites como protagonistas principales) y el vestido y calzado. Este grupo, una vez pasados los sube-y-bajas de las rebajas y de la introducci¨®n de los art¨ªculos de primavera-verano, arroja una inflaci¨®n anual del 5,6%, poco coherente con la aton¨ªa que muestra este segmento del consumo y con los aumentos mucho m¨¢s moderados de precios a la salida de f¨¢brica (IPRI), lo que hace pensar en la cadena de distribuci¨®n como causante de la misma. Las restricciones a la implantaci¨®n de grandes superficies comerciales quiz¨¢s den alg¨²n voto entre los peque?os comerciantes y distribuidores, pero perjudican a la colectividad. Los servicios se moderaron ligeramente en abril porque las subidas en el grupo de turismo y hosteler¨ªa asociadas a la Semana Santa se adelantaron este a?o al mes de marzo, pero, descontando este efecto, mantienen la tendencia alcista. Lo curioso es que esta racha inflacionista se produce en un contexto de moderaci¨®n salarial y de debilidad del consumo, lo que hace pensar en fallos en el funcionamiento de los mercados. Se echan de menos estudios oficiales sobre estos temas, que guiaran una pol¨ªtica de la competencia m¨¢s activa.
La nueva EPA ha venido a descubrirse a s¨ª misma (otras fuentes, como la afiliaci¨®n a la Seguridad Social y la propia Contabilidad Nacional, ya lo indicaban, al menos parcialmente) que hay m¨¢s ocupados de los que se estimaba hasta ahora. Bienvenida sea la mejora estad¨ªstica. Pero, cambios de nivel al margen, lo significativo del dato del primer trimestre es que se ha destruido empleo y que el ritmo anual de variaci¨®n de los ocupados ha disminuido del 3,1% en el cuarto trimestre del pasado a?o al 2,2% en el primero del actual. A la vista de estos datos, es posible que la estimaci¨®n de crecimiento del PIB adelantada por el Banco de Espa?a hace dos semanas sea algo optimista.
?ngel Laborda es director de coyuntura de la Fundaci¨®n de las Cajas de Ahorros Confederadas para la Investigaci¨®n Econ¨®mica y Social (FUNCAS).
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