Derribo
La escena ha de resultar memorable. El presidente Eduardo Zaplana dar¨ªa el primer golpe de piqueta. Ante ¨¦l, como es de rigor, las c¨¢maras. A su lado, Juan Marco Molines, el promotor de la causa. Detr¨¢s, en un segundo plano, el Consell en pleno y una representaci¨®n de tercer nivel del ministerio. El derribo de la reforma del Teatro Romano de Sagunto realizada por Giorgio Grassi y Manuel Portaceli ser¨¢, sin duda, un momento hist¨®rico. Tanto que las Cortes deber¨ªan celebrar previamente una sesi¨®n protocolaria en aquel hemiciclo dise?ado por Carlos Salvadores y por el demonizado Portaceli donde se sientan nuestros diputados. Ser¨ªa bonito que Santiago Grisol¨ªa convocara para la ocasi¨®n a una veintena de premios Nobel y que, tras la ceremonia, Consuelo Ciscar recibiera a los invitados para que Irene Papas ofreciera una nueva funci¨®n de Las Troyanas bajo la destartalada nave sider¨²rgica de la siempre futura Ciudad del Teatro. Carmina N¨¢cher, la combativa subsecretaria de Cultura que tanto empe?o ha puesto, habr¨ªa de ser elevada ese d¨ªa a consejera y Mar¨ªa Consuelo Reyna podr¨ªa ser obsequiada por segunda vez con la medalla de la Generalitat (hay batallas civiles tan encarnizadas que justifican ese tipo de excepciones). El alcalde de Sagunto, Silvestre Borr¨¢s, y sus concejales del PP, y los del Bloc, y los de UV, estar¨ªan invitados al acontecimiento. En las b¨¢rbaras gradas que cubren las a?oradas piedras acomodar¨ªa por ¨²ltima vez su trasero una selecta representaci¨®n de las fuerzas vivas. Asesores legales y de prensa, arquitectos dispuestos a destruir la obra de otros colegas, escrupulosos magistrados, empresarios tur¨ªsticos, alg¨²n constructor, media docena de artistas ambiciosos y tres o cuatro falleras mayores ayudar¨ªan a dar color a la convocatoria. En uno de los vomitorios del recinto, una placa conmemorativa dejar¨ªa constancia: 'En cumplimiento de la sentencia que nos otorgaba la posibilidad de decidir hasta d¨®nde est¨¢bamos dispuestos a llevar un contencioso sobre el patrimonio, los representantes del pueblo valenciano restituimos a los saguntinos las venerad¨ªsimas ruinas que una extraviada modernidad quiso esconderles'. Los aplausos se prolongar¨¢n por los siglos de los siglos.
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