Andar y mascar chicle
El acuerdo del PP y del PSOE para enmendar de consuno el proyecto de la Ley de Partidos -cuyo declarado objetivo es la ilegalizaci¨®n de Batasuna por la v¨ªa civil- desminti¨® la tesis gubernamental seg¨²n la cual las discrepancias de los socialistas sobre el texto no eran sino pretextos obstruccionistas. Durante varias semanas, el presidente y sus ministros se dedicaron a vejar a quienes se atrevieron a disentir del tosco borrador de la norma (criticado parcialmente por los dict¨¢menes del CGPJ y del Consejo de Estado), caricaturizando maliciosamente a la oposici¨®n como una fofa constelaci¨®n de cobardes, arrugados y pusil¨¢nimes. Algunos dirigentes del PP emularon incluso las haza?as del presidente Ford, incapaz -seg¨²n la leyenda- de caminar y mascar chicle a la vez; la aparente dificultad de Javier Arenas para entender algo tan elemental como la posibilidad de admitir al mismo tiempo la conveniencia de promulgar una ley y la necesidad de adecuarla al Estado de derecho es digna del sucesor de Nixon. Un art¨ªculo publicado en La Vanguardia por Jordi Pujol, presidente de la Generalitat y de CiU, muestra la forma de armonizar ambos enfoques: la aceptaci¨®n en abstracto de la idoneidad democr¨¢tica de una ley que permita la disoluci¨®n judicial de partidos vinculados con el terrorismo no impide exigir en concreto la modificaci¨®n y la mejora de su articulado a fin de evitar -como en este caso- riesgos tales como la retroactividad sancionadora de la norma o la prohibici¨®n de ideas republicanas, independentistas o colectivistas pac¨ªficamente defendidas.
La sectaria actitud respecto a la Ley de Partidos adoptada inicialmente por el Gobierno, resuelto a imponerla en solitario mediante su mayor¨ªa parlamentaria absoluta si la oposici¨®n pretend¨ªa enmendar el texto, se debi¨® probablemente al prop¨®sito de convertir la ilegalizaci¨®n por la v¨ªa civil de Batasuna (antes de que la Audiencia Nacional alcance el mismo objetivo por la v¨ªa penal) en la pieza clave de la estrategia del PP para los comicios de 2003. Cualesquiera que sean los motivos de su elogiable viraje, la decisi¨®n de Aznar de abrir el texto a la negociaci¨®n parlamentaria con las restantes fuerzas aumentar¨¢ la base de legitimidad pol¨ªtica del proyecto. Al igual que la normativa electoral, la regulaci¨®n del sistema de partidos no puede ser modificada de manera unilateral por el Poder Ejecutivo sin alterar los equilibrios subyacentes al consenso constitucional. De a?adidura, la utilizaci¨®n de la norma para conseguir la deslegalizaci¨®n judicial de Batasuna por la v¨ªa civil exig¨ªa la participaci¨®n del PSOE en estricto pie de igualdad con el PP; el Acuerdo por las Libertades suscrito en diciembre de 2000 por ambos partidos compromete solemnemente a los firmantes a 'impulsar' las reformas legales antiterroristas 'en el marco del mutuo acuerdo'.
Las enmiendas al proyecto de Ley de Partidos pactadas entre populares y socialistas han sido presentadas por algunos medios gubernamentales como simples retoques de maquillaje. Sin embargo, las cautelas para impedir la aplicaci¨®n retroactiva de la norma, el desbroce de la sofocante jungla del art¨ªculo 9 del texto y la b¨²squeda de una f¨®rmula de compromiso sobre la legitimaci¨®n de las C¨¢maras para instar a la disoluci¨®n judicial de los partidos no afectan a la fachada del edificio sino a sus muros de carga. Aunque el proyecto no sea la mejor Ley de Partidos imaginable o incluso deseable, y aunque tampoco se puedan descartar los efectos perversos o las consecuencias indeseadas de la disoluci¨®n de Batasuna, el consenso entre fuerzas tan distantes como PP y PSOE requer¨ªa ese precio.
El Congreso debatir¨¢ ma?ana siete enmiendas de devoluci¨®n presentadas por el PNV, Izquierda Unida y el Grupo Mixto. Las reglas no escritas de la democracia deliberativa obligan a escuchar con respeto los argumentos -referidos a cuestiones de legalidad o de oportunidad pol¨ªtica- de los enmendantes; sin embargo, la renuencia de los nacionalistas a presentar cualquier alternativa para defender el Estado de derecho del terrorismo resta sinceridad a su sobreactuado rechazo. Una vez superado el tr¨¢mite de totalidad, la Comisi¨®n discutir¨¢ las enmiendas parciales; la negociaci¨®n entre los grupos parlamentarios tal vez logre suprimir las zonas de sombra y los defectos t¨¦cnicos todav¨ªa presentes en un proyecto manifiestamente mejorable.
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