Muere a los 69 a?os Manuel Padorno, poeta clave de Canarias
Manuel Padorno, poeta canario de la generaci¨®n de los a?os cincuenta, muri¨® ayer en Madrid, a los 69 a?os, v¨ªctima de un infarto, el d¨ªa en que ¨¦l mismo hab¨ªa programado un encuentro de poetas insulares y peninsulares en el Jard¨ªn Bot¨¢nico. El recital sigui¨® adelante, por decisi¨®n de su viuda, Josefina Betancor, que as¨ª interpret¨® el sentimiento de Padorno, un intelectual clave en la historia reciente de Canarias.
Los escritores que el propio Padorno hab¨ªa seleccionado, y que convirtieron su lectura de anoche en un homenaje al escritor fallecido, fueron Arturo Maccanti, compa?ero suyo desde la adolescencia en las islas; Tom¨¢s Segovia, C¨¦sar Antonio Molina (estos dos, como representantes de la l¨ªrica peninsular), y los j¨®venes escritores canarios Elica Ramos y Oswaldo Guerra. Anne Peters, cantante, interpret¨® para finalizar el acto Amazing Grace, una composici¨®n que se canta indistintamente para el nacimiento como para la muerte. Su sonido, en estas circunstancias, fue m¨¢s simb¨®lico que cualquier despedida. El encuentro po¨¦tico programado por Padorno formaba parte de las jornadas culturales Canarias Crea, promovidas por el Gobierno de dicha comunidad.
Padorno naci¨® en Tenerife, vivi¨® desde ni?o en Las Palmas, fue un noct¨¢mbulo irredento en Madrid y no par¨® nunca en su vida. Con el apoyo de su esposa fund¨® en Madrid, a finales de los a?os sesenta, la editorial Taller de Ediciones JB; fue un impulsor infatigable de la poes¨ªa de su generaci¨®n, desde Jos¨¦ ?ngel Valente a Carlos Barral, e inspir¨® en las Canarias y fuera de ellas el conocimiento intelectual de las islas, de su luz y de sus palabras. Pero, sobre todo, fue un artista total, un renacentista, un n¨®mada.
Su producci¨®n po¨¦tica fue muy importante; se inici¨® en 1955 con O¨ª crecer las palomas, y creci¨® con un enorme sentido de la contenci¨®n l¨ªrica; su obsesi¨®n era la luz, la descripci¨®n de la realidad, y su ritmo se basaba en un uso sabio, obsesivo, de la capacidad que tiene la sintaxis para convertirse, tambi¨¦n, en una palabra hecha de silencio musical. En esa tesitura est¨¢ su ¨²ltimo libro, Hacia otra realidad, que public¨® Tusquets hace dos a?os.
A Madrid vino en los cincuenta con aquella excursi¨®n intelectual de canarios extraordinarios, Manuel Millares, Juan Hidalgo y Mart¨ªn Chirino; con ellos ahond¨® en la met¨¢fora de una Canarias cosmopolita y viajera; ese ritmo de las islas siempre viaj¨® con ¨¦l, hasta que sinti¨® la urgencia de disfrutar de nuevo de la luz de su tierra. Desprendido de sus tareas editoriales (en las que fue generoso sin l¨ªmite), se dedic¨® enteramente al arte y a la vida. Se traslad¨® con su mujer a su casa de Punta Brava, en Las Palmas, y all¨ª escribi¨® muchos de sus versos de amor a la tierra y a la vida. Este hombre que tambi¨¦n fue impresor (se hac¨ªa llamar Mateo Alem¨¢n) siempre ten¨ªa un proyecto pendiente, una ilusi¨®n. Su identidad fue el entusiasmo. Cuando muri¨®, su amigo Arturo Maccanti dijo, llorando: 'Celebremos que hemos vivido con ¨¦l'.
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