La Barcelona de Manuel Padorno
Ahora que se habla tanto de la Barcelona literaria, voy a contarles la visi¨®n de un poeta canario que residi¨® en la Barceloneta entre 1941 y 1943, cuando ten¨ªa entre 8 y 11 a?os. Manuel Padorno naci¨® en Santa Cruz de Tenerife en 1933. Su padre era mayordomo de la Compa?¨ªa Transmediterr¨¢nea y hac¨ªa la ruta entre Tenerife y Barcelona, donde el J.J. Sister, su barco, atracaba 15 d¨ªas, antes de reemprender el camino de vuelta. En 1941, el padre decidi¨® instalar a la familia en el primer piso del n¨²mero 31 de la calle de Atl¨¢ntida, en una casa que todav¨ªa se conserva igual que entonces.
Hace unos d¨ªas, el poeta y pintor canario, al calor de las memorias que est¨¢ dictando, ha vuelto a recorrer las calles del viejo barrio marinero, quiz¨¢ intentando avivar aquellos lejanos recuerdos. La imagen que todav¨ªa hoy se le impone del barrio, una de esas visiones que habr¨ªa que vivir varias vidas para lograr olvidarla, es la del eiffeliano mercado de la Barceloneta, rodeado de puestos que s¨®lo vend¨ªan coles. La verdura llegaba entonces del campo casi envuelta en tierra, le quitaban las primeras hojas para venderla, y esos restos se quedaban amontonados en el suelo, contra la pared del mercado.
Hace unos d¨ªas, el poeta y pintor canario, al calor de las memorias que est¨¢ dictando, ha vuelto a recorrer las calles del viejo barrio marinero, quiz¨¢ intentando avivar aquellos lejanos recuerdos
Cuando ca¨ªa la tarde y cerraban los puestos, una masa de indigentes, de derrotados en la guerra, se acercaba con mal disimulada premura para hacerse con esas sobras. Era la ¨²nica posibilidad de comer que ten¨ªan. Despu¨¦s las lavaban en la fuente de la plaza de Bosc¨¢n, cuyos edificios estaban casi en ruinas por los bombardeos y se calentaban con los restos de madera. Unos metros m¨¢s all¨¢, frente al mercado, hab¨ªa un refugio antia¨¦reo donde aquellos mendigos se recog¨ªan para calentar al fuego unas latas con los restos de coles que acababan de conseguir.
Para unos fueron los a?os de la p¨¦rgola y el tenis, para otros los del contrabando. Con todo, para la mayor¨ªa fueron tiempos grises y tristes, pero tambi¨¦n una ¨¦poca en la que los resquicios del nacionalcatolicismo permit¨ªan que don ?ngel, el p¨¢rroco de la iglesia de San Miguel del Puerto, conviviera con una se?ora, practicara el estraperlo y acompa?ara al padre de nuestro autor a las revistas del Apolo...
Aqu¨ª, en la Barceloneta, naci¨® en 1943 el hermano de nuestro protagonista, el poeta Eugenio Padorno, y fue bautizado por el p¨ªcaro sacerdote amigo de la familia. El ni?o Manuel tampoco era de los menos afortunados. Su padre ten¨ªa un empleo y se ayudaba con el contrabando de aceite, tabaco y caf¨¦, por lo que era un privilegiado que merendaba pan blanco y jam¨®n, y le ped¨ªa a su madre sucesivos bocadillos que compart¨ªa con sus compa?eros de colegio.
Al anochecer, la tropa de mendigos, una vez que hab¨ªa dado cuenta de los restos de las coles, acampaba no lejos de all¨ª, en El Toril. Y cuando por la ma?ana abandonaban el lugar para vagar por la ciudad, los jugadores del Espa?ol se entrenaban en el descampado que acababan de dejar libre.
Manuel Padorno volvi¨® a Canarias. Despu¨¦s, en la d¨¦cada de 1950, se instal¨® en Madrid.Pero lo que quer¨ªa tambi¨¦n recordarles es que en 1964 fund¨® con Josefina Betancor, su mujer, y el escritor Luis Feria, la colecci¨®n Poes¨ªa para todos, para la que contaron con la ayuda de un banco gracias a la recomendaci¨®n de Jos¨¦ Antonio Mu?oz Rojas y Jos¨¦ Luis Sampedro.
En esa hoy m¨ªtica colecci¨®n aparecieron libros de Carlos Barral (Usuras, 1965), ?ngel Gonz¨¢lez (Palabra sobre palabra, 1965); Francisco Brines (El santo inocente, 1965); ?ngel Crespo (Docena florentina, 1966), Jaime Gil de Biedma (Poemas p¨®stumos, 1968), y Jos¨¦ ?ngel Valente (Presentaci¨®n y memorial para un monumento, 1970). Esta empresa estuvo muy vinculada a los pintores del grupo El Paso: las portadas de aquellos vol¨²menes estaban ilustradas por Mart¨ªn Chirino, Antonio Saura, Manuel Rivera, Manuel Viola, etc¨¦tera.
No fue esta su ¨²ltima aventura editorial, aunque s¨ª la m¨¢s importante. En la d¨¦cada de 1970 reincidi¨® con el Taller de ediciones JB. En 1985, Padorno volvi¨® definitivamente a Las Palmas y en estas ¨²ltimas d¨¦cadas su obra po¨¦tica ha alcanzado el reconocimiento tras las ediciones de sus libros en las editoriales Pre-Textos y Tusquets, donde ha aparecido su ¨²ltima obra: Hacia otra realidad (2000).
A muchos lectores les gustar¨¢ saber que Padorno se declara 'poeta canario universal, un poeta de la plurinacionalidad, ultraperif¨¦rico y marginal de la poes¨ªa espa?olista'. Yo me quedo ahora con su ¨²ltima antolog¨ªa, publicada por la barcelonesa Ediciones del Bronce: La gu¨ªa. Antolog¨ªa po¨¦tica personal (1963-1994). All¨ª aparece, en toda su complejidad, el gran poeta que siempre fue Padorno.
Fernando Valls es profesor de Literatura espa?ola contempor¨¢nea en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona y director de la revista Quimera.
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