Un trabajo para no mojarse
Manuel Rivas explica a 630 estudiantes lo que le impuls¨® a escribir en su tierra natal de Galicia y su visi¨®n de la literatura
En la casa de Manuel Rivas no hab¨ªa muchos libros. Su padre era alba?il y su madre repart¨ªa leche para ganarse la vida. Viv¨ªan en la ciudad, pero el escritor gallego pasaba tambi¨¦n mucho tiempo en casa de sus abuelos, en el campo. All¨ª aprendi¨® a escuchar. 'Eran muy buenos contando todo tipo de historias, delante del fuego, porque no hab¨ªa televisi¨®n', record¨® ayer en Valencia el autor de El l¨¢piz del carpintero ante un auditorio compuesto por 630 adolescentes. Sin embargo, esa fascinaci¨®n por los relatos de su familia no se tradujo directamente en una vocaci¨®n literaria. Fueron otras razones, quiz¨¢ m¨¢s pr¨¢cticas, a?adi¨® respondiendo a una pregunta de la ¨²ltima sesi¨®n del curso de animaci¨®n a la lectura, organizado por la Biblioteca Valenciana, en la iglesia del antiguo monasterio de Sant Miquel dels Reis.
'Hay un momento importante que me impuls¨® a escribir. En Galicia llueve bastante, es una tierra donde llueve unos 364 d¨ªas al a?o', coment¨® el reputado escritor con el p¨²blico ya en suspenso. Su padre volv¨ªa chopado a casa de su trabajo en la obra y sol¨ªa dejar la ropa a secar sobre la cocina de le?a. Una noche regres¨® empapado. La lluvia no hab¨ªa dado respiro en mucho tiempo. Colg¨® la ropa y mir¨® a su hijo. 'Y me dijo: 'cuando seas mayor encuentra un trabajo donde no te mojes'.
Los estudiantes de los diversos institutos valencianos convocados rompieron en aplausos en una demostraci¨®n palpable de la capacidad de Rivas para contar historias. No es f¨¢cil atraer la atenci¨®n de un p¨²blico adolescente, hablando y haciendo literatura. Rivas lo hizo. No solt¨® un discurso. Preferi¨® leer un relato in¨¦dito titulado Chiapaneco, que ha escrito a partir de los dibujos de unos ni?os de la regi¨®n mexicana que le enviaron por fax, antes de contestar a las numerosas preguntas de los j¨®venes.
Eran dibujos 'emocionantes', la mayor¨ªa paisajes 'inocentes' m¨¢s o menos buc¨®licos, con ¨¢rboles y plantas, pero entre las flores descubri¨® una caracter¨ªstica com¨²n, 'hab¨ªa armas', tras las paisajes id¨ªlicos, hab¨ªa 'una tremenda violencia'. Con estas impresiones redact¨® el relato en primera persona de un ni?o nonato, que empieza as¨ª: 'Me gustar¨ªa llegar a viejo, pero no es probable'. Y termina de esta manera: 'Estoy en la escuela y pinto sustos'.
'A m¨ª me ha gustado mucho', le dec¨ªa una estudiante del IES n¨²mero 2 de Alaqu¨¤s a dos de sus compa?eros que parec¨ªan formar pareja. Todos hab¨ªan estudiado en sus clases textos de Rivas y muchos hab¨ªan visto adaptaciones cinematogr¨¢ficas de sus libros como El l¨¢piz del carpintero o La lengua de las mariposas. Al respecto de ¨¦ste ¨²ltimo filme, que re¨²ne diversos cuentos del autor gallego, una joven se levant¨® para preguntar abiertamente por qu¨¦ el escritor hab¨ªa hecho que el ni?o protagonista tambi¨¦n arrojara piedras a su admirado profesor cuando ¨¦ste fue apresado por los franquistas, una imagen de gran dramatismo que se convirti¨® en el cartel de la pel¨ªcula. 'Pues no lo s¨¦', respondi¨® el autor provocando el jolgorio del p¨²blico, antes de explicar que muchos de los personajes de sus libros siguen su curso tras haber lanzado la primera piedra. En este punto intervino la escritora Susana Fortes, quien ayer particip¨® en la sesi¨®n en calidad de profesora de instituto, para se?alar que precisamente ese ni?o sintetiza el dramatismo del momento hist¨®rico.
No vivi¨® personalmente la guerra civil, pero Rivas respondi¨® a otra estudiante que sus historias se nutren de la memoria personal y tambi¨¦n colectiva, de las vivencias de su familia, del 'silencio tremendo' de la dictadura que prolong¨® la divisi¨®n entre vencedores y vencidos del conflicto b¨¦lico. La guerra fratricida fue un pr¨®logo de la Segunda Guerra Mundial que atrajo las miradas de todo el mundo. Rivas cont¨® que, tras proyectarse La lengua de las mariposas en un encuentro sobre traducci¨®n en Inglaterra, un profesor iran¨ª exiliado le confes¨® que hab¨ªa visto su vida pasar por la pantalla.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.