La espumilla
Que no cunda el p¨¢nico. La Consejer¨ªa de Turismo ha tenido una idea: comprar 14 catamaranes para despejar las aguas del litoral malague?o de eso que se suele llamar nata o espumilla. Ahorro detalles porque imagino que habr¨¢ quien lea este art¨ªculo mientras desayuna. Para simplificar, dir¨¦ que, en contra de lo que piensan los incautos, la espumilla no son restos de detergentes, sino todo lo contrario: es el efecto visible de la falta de saneamiento integral en la Costa del Sol, un d¨¦ficit detectado hace casi 40 a?os.
La operaci¨®n catamar¨¢n es, en s¨ª, una brillante met¨¢fora: no se ataca la ra¨ªz del problema, se esconden algunos de sus s¨ªntomas m¨¢s aparentes y es tan aparatosa que da sensaci¨®n de imparable actividad. A la iniciativa se ha sumado la gerente del Patronato de Turismo, que ha a?adido una idea: que los catamaranes lleven publicidad. Despu¨¦s de conocer sus ex¨®ticas iniciativas, se entiende que ni los andalucistas ni los responsables del Patronato de Turismo de la Costa del Sol, controlado por el PSOE, alcancen a comprender la ecotasa. Argumentan que relacionar contaminaci¨®n y turismo es negativo y que los hoteleros est¨¢n en contra. Si leyeran los excelentes informes del Observatorio del Patronato de Turismo, sabr¨ªan que es creciente el n¨²mero de turistas -alemanes, especialmente- que reclaman m¨¢s mimos para el medio ambiente. Respecto a los hoteleros, su oposici¨®n es normal. Lo ins¨®lito es que se les consulte: nunca nadie ha preguntado a los contribuyentes si les gusta el Impuesto sobre la Renta.
Sin duda, desconocen las interesantes experiencias que los socialistas de Baleares vienen impulsando, primero desde algunos ayuntamientos mod¨¦licos, como el de Calvi¨¤, y, ¨²ltimamente, desde el Gobierno de Palma. Es innegable que en esa esquina del Mediterr¨¢neo existe otra sensibilidad, incluso en el PP: fue un Gobierno de derechas el que lanz¨® la moratoria que prohib¨ªa construir a menos de 500 metros de la costa balear, medida imitada recientemente por el Gobierno valenciano, tambi¨¦n regido por los conservadores. Aqu¨ª, a¨²n tendremos que esperar, descartando que lo haga el PP andaluz, que gobierna, tan contento, con el GIL en Estepona.
En tiempos de culto colectivo al d¨¦ficit cero, como los que corren, s¨®lo queda confiar en figuras como la ecotasa -o el proyecto m¨¢s lento, complejo, exacto y ambicioso de la fiscalidad ecol¨®gica, anunciado por Chaves- para mejorar el medio ambiente. S¨®lo as¨ª se podr¨¢ esponjar el territorio derribando viejos edificios y abriendo espacios libres. No es ut¨®pico: la alcaldesa de Calvi¨¤, Margarita N¨¢jera (PSOE), trabaja hace mucho en este sentido. Y, por supuesto, no espanta a los turistas, sino todo lo contrario. Es cierto que en Baleares ha disminuido el n¨²mero de visitantes -como no deja de advertir el PP, all¨ª, y el PA, aqu¨ª-, pero era deseable: la saturaci¨®n creaba, incluso, cotidianos problemas de orden p¨²blico.
En Andaluc¨ªa, como en Baleares, lo prioritario es poner a salvo el futuro del negocio tur¨ªstico. Lo del turista un mill¨®n ya no se lleva nada; al menos, desde que se jubilaron Los Cinco Latinos.
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