Grisol¨ªa
Santiago Grisol¨ªa, bioqu¨ªmico, preside la Fundaci¨®n Valenciana de Estudios Avanzados y casi me detengo aqu¨ª, pues la lista de sus ¨¦xitos y m¨¦ritos es tal que me dejar¨ªa sin espacio. Premio Pr¨ªncipe de Asturias de Investigaci¨®n Cient¨ªfica y T¨¦cnica, este valenciano fue disc¨ªpulo predilecto y gran amigo de Severo Ochoa y de Jos¨¦ Garc¨ªa Blanco. Ser espa?ol y con algo que decir en bioqu¨ªmica (o en otra ciencia) casi es equivalente a tener que emigrar. Hoy como ayer y como anteayer, que no en vano evoca Grisol¨ªa las opiniones de Ram¨®n y Cajal sobre la relaci¨®n Universidad-Estado.
Treinta a?os de su vida pas¨® Grisol¨ªa en distintas universidades de Estados Unidos y en todas dej¨® su impronta como impulsor y activo participante en la articulaci¨®n del mapa gen¨¦tico. All¨ª se cas¨® y all¨ª tiene a sus dos hijos. Un d¨ªa le visit¨® el rey y, al parecer, su inter¨¦s atiz¨® la nostalgia de nuestro paisano. Volvi¨® acompa?ado de su mujer y no se arrepiente, aunque sus esfuerzos por la promoci¨®n de la ciencia espa?ola hayan sido menos fruct¨ªferos que su trabajo en el laboratorio. Era profetizable, dado el tradicional desinter¨¦s de la clase pol¨ªtica ib¨¦rica por la ciencia ind¨ªgena. Si un Bernat Soria quiere -y al parecer puede- curar la diabetes, que lo haga, pero no en suelo patrio.
Santiago Grisol¨ªa ama la ciencia con curiosidad de humanista y como veh¨ªculo de progreso. No es la ciencia por s¨ª misma ni para la consecuci¨®n del poder, sino para el servicio del ser humano. No infrecuentemente, este bioqu¨ªmico ha reconocido la importancia que el medio social tiene en el desarrollo de la persona. 'Si no eres violento hasta los veinte a?os, ya no lo ser¨¢s. Hay aspectos biol¨®gicos, pero sobre todo, sociol¨®gicos', le dijo al periodista Victor-M. Amela. A la pregunta de si lograremos ser inmortales, respondi¨® Grisol¨ªa: '?Inmortales? ?Para qu¨¦? No, no lo creo... Tambi¨¦n cada vez somos m¨¢s altos, pero, ?para qu¨¦?'. Santiago Grisol¨ªa es uno de esos cient¨ªficos que no necesitan someterse a un juramento de Hip¨®crates. La ciencia necesita un cultivo para nutrirse, pero no para devorarla. Y ahora, cuando el genoma puede constituirse en parte del mercado, el cient¨ªfico humanista que hay en Grisol¨ªa muestra su preocupaci¨®n. La ciencia es demasiado importante para dejarla en manos de los grandes mercachifles. ?Acaso tambi¨¦n de ciertos cient¨ªficos?, nos preguntamos. Creo que Grisol¨ªa ha contestado impl¨ªcitamente esta pregunta, a juzgar por un texto suyo que tengo en mis manos.
En efecto, Santiago Grisol¨ªa no cree siquiera en la conveniencia de que los cient¨ªficos militen en partidos pol¨ªticos, ni menos, deduzco, que se constituyan ellos mismos en un partido, que ser¨ªa un hecho de imprevisibles consecuencias. Pero entre la ciencia y la pol¨ªtica debe existir un di¨¢logo fluido y permanente. Grisol¨ªa dirige un reproche a esos cient¨ªficos 'que se escudan en su llamada torre de marfil, para no dirigirse a la sociedad que, en general, es la que les paga'. Llegados a este punto me asalta una duda. Esas torres de marfil cuestan dinero y el mismo Grisol¨ªa, insisto, est¨¢ preocupado por el fruto cient¨ªfico de ese dinero. Del genoma se derivar¨¢n grandes beneficios, dice; pero en cambio, le 'asusta' todo el material radioactivo que anda suelto, 'los submarinos nucleares, los residuos...'. Grisol¨ªa est¨¢ consciente del peligro de la actividad cient¨ªfica y tecnol¨®gica, pero al parecer, ni quiere ni cree posible la marcha atr¨¢s. ?Mecanismos de control? De ah¨ª, en buena parte, su insistencia en una interacci¨®n intensa entre la universidad y la pol¨ªtica. Las dos grandes instituciones que, en nuestro tiempo, garantizan (al menos te¨®ricamente) la estabilidad social.
Por su tradici¨®n humanista, la Universidad debe jugar un papel de primer rango en la promoci¨®n de una ciencia responsable, al servicio de la sociedad. Grisol¨ªa ha sido cr¨ªtico -sin perder por ello la compostura que va con su talante- tanto con la organizaci¨®n interna de la Universidad espa?ola como con los Gobiernos. A estos ¨²ltimos hace a?os que viene censur¨¢ndolos (en su caso ser¨ªa tal vez m¨¢s exacto decir, reproch¨¢ndoles) por su injerencia en la instituci¨®n universitaria. Mucho antes del advenimiento de Pilar del Castillo, escribi¨®: 'Desde luego, la llamada autonom¨ªa (universitaria) no existe mientras haya un Consejo de Universidades ministerialmente controlado. Mi ruego y esperanza... es que se facilite de verdad la autonom¨ªa a la universidad espa?ola, como as¨ª lo merecen sus profesores, sus alumnos y la sociedad'. Ni en Alemania ni en Estados Unidos existe 'un ministerio as¨ª' que controle las universidades. La autonom¨ªa y la descentralizaci¨®n de la ense?anza universitaria son factores indispensables para elevar el nivel intelectual de la sociedad. ?Hemos retrocedido? Hace casi dos siglos hubo universidades espa?olas, como la de Salamanca, sin m¨¢s control que el de organismos locales. (Es m¨¢s que dudoso que ¨¦sta fuera hoy la soluci¨®n).
Pero tampoco la instituci¨®n universitaria espa?ola, en su conjunto, sale indemne. Grisol¨ªa advierte en ella las mismas anomal¨ªas denunciadas un siglo antes por Ram¨®n y Cajal. El premio Nobel abogaba por la autonom¨ªa universitaria sin dejar por ello de preguntarse si la universidad espa?ola, acogotada desde dentro por la burocracia, la endogamia, la rutina docente, el caciquismo, y el amiguismo, no caer¨ªa en un marasmo mayor caso de obtener 'personalidad jur¨ªdica'.
Grisol¨ªa cree en el ser humano y en un progreso indisolublemente unido al avance de la ciencia y la tecnolog¨ªa. Pero no es un mesi¨¢nico ni un doctrinario. El progreso no es antropoc¨¦ntrico ni cosmog¨¦nico; no est¨¢ en la naturaleza de las cosas y por lo tanto no es irreversible. Herencia gen¨¦tica y milieu se nutren mutua y positivamente si media el agente fundamental, la educaci¨®n. ?sta es el caballo de batalla de Santiago Grisol¨ªa, quien no pierde ocasi¨®n de concienciar a los l¨ªderes pol¨ªticos, de promover iniciativas, de movilizar a los organismos culturales (un ejemplo es la concesi¨®n de becas por la Unesco, cuyo comit¨¦ presid¨ªa o preside). Ni una sola inteligencia deber¨ªa perderse. ('Lo interesante es tener un buen cerebro'). 'Agitador social a lomos de la ciencia', dijo de ¨¦l Amela. Que lo siga siendo durante largos a?os.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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