Cacofon¨ªas centroeuropeas
Tiempos interesantes son este principio de siglo. India y Pakist¨¢n, dos potencias nucleares, est¨¢n al borde de la guerra. Los palestinos sue?an otra vez con echar a los israel¨ªes al mar y Ariel Sharon piensa cada vez m¨¢s en serio en echar a los palestinos de todos los territorios ocupados hacia Jordania y Egipto. Militares israel¨ªes especulan p¨²blicamente con la utilizaci¨®n de su armamento nuclear. Argentina se hunde en la nada. Washington dinamita con celo y desprecio la cooperaci¨®n transatl¨¢ntica y se prepara para dar una gran lecci¨®n definitiva a todos sus enemigos reales o imaginarios, a¨²n no se sabe d¨®nde, pero ya sin excluir tampoco -es una mera reflexi¨®n, dice el Pent¨¢gono- la opci¨®n nuclear puntual. Los tab¨²es caen con desparpajo. Todos parecen cada vez m¨¢s dispuestos: Estados, pol¨ªticos, mandos militares, hooligans, delincuentes, bandas y maridos, a cruzar los umbrales de la violencia.
En Europa occidental se dispara el miedo a que las democracias no sepan asumir su mayor reto desde la ca¨ªda del fascismo, que es una inmigraci¨®n masiva que gran parte de los europeos perciben ya como amenaza b¨ªblica. Surgen clones de J?rg Haider por doquier y hasta en Alemania, el inefable vicepresidente del Partido Liberal, J¨¹rgen M?llemann, se atreve ya a acusar p¨²blicamente a los jud¨ªos de ser los responsables del antisemitismo.
Con este panorama, parece una broma que en dos pa¨ªses centroeuropeos vecinos y miembros de la OTAN, Alemania y la Rep¨²blica Checa, las portadas de los diarios se centren estos d¨ªas en una cuesti¨®n no ya anacr¨®nica, sino perfectamente extravagante: los Sudetes. No es una broma y cuadra perfectamente en el escenario estremecedor actual. La inmigraci¨®n y la seguridad ciudadana son dos armas efectivas y peligrosas para la agitaci¨®n populista y la movilizaci¨®n electoral. Pero quiz¨¢s lo sea a¨²n m¨¢s la perversa manipulaci¨®n del agravio hist¨®rico. Con Alemania a tres meses de sus comicios y la Rep¨²blica Checa en precampa?a, a ambos lados de la frontera se ha recurrido al mismo con tanto entusiasmo y violencia ret¨®rica que ya amenazan con provocar serios da?os a las relaciones bilaterales, a la Uni¨®n Europea y al sentido com¨²n general.
Los Sudetes son una regi¨®n que se extiende en arco por Moravia y Bohemia y que antes de la Segunda Guerra Mundial estaba mayoritariamente habitada por alemanes. Hitler impuso su anexi¨®n a Alemania en el vergonzante Acuerdo de M¨²nich en 1938. Los sudetendeutsche lo celebraron con alborozo. Despu¨¦s de la guerra pagar¨ªan caro ese entusiasmo. Por decretos del presidente Edvard Benes, los m¨¢s de tres millones de alemanes fueron expropiados de todos sus bienes y deportados hacia Austria y Alemania en una operaci¨®n de limpieza ¨¦tnica que caus¨® miles de v¨ªctimas. Fue uno de los cap¨ªtulos m¨¢s negros de venganza y culpabilizaci¨®n colectiva de la posguerra.
Ahora, m¨¢s de medio siglo despu¨¦s, algunos han decidido que aquel tr¨¢gico episodio puede dar r¨¦ditos electorales. El candidato cristianodem¨®crata a la canciller¨ªa alemana, Edmund Stoiber, amenaza con bloquear el ingreso de la Rep¨²blica Checa a la UE si Praga no anula los decretos de Benes y ofrece compensaciones a los expulsados y a sus descendientes. El primer ministro checo, Milos Zeman, criminaliza por su parte a todos los deportados como 'quintacolumnistas nazis' y califica aquella operaci¨®n de limpieza ¨¦tnica con miles de muertos como 'una aportaci¨®n a la paz'. Praga sugiere con cinismo que las v¨ªctimas alemanas recibieron poco menos que su merecido. Stoiber y su coro exigen genuflexiones en pura actitud revanchista. Ambas posturas, igual de grotescas, tienen excelente recepci¨®n en sus cuerpos electorales. En el centro de Europa resuena de nuevo esa cacofon¨ªa nacionalista que todo lo envenena. Lo dicho: vaya panorama del principio de siglo.
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