20 a?os de democracia en la ONCE
El autor hace balance de c¨®mo la organizaci¨®n de ciegos, con 60.000 afiliados, ha consolidado un complejo sistema de servicios
Hace ahora veinte a?os que la ONCE apost¨® de manera firme por los derroteros que se iban extendiendo en nuestro entorno: abrir sus puertas al proceso democratizador que, de forma irreversible, ir¨ªa a desembocar en el proceso de normalizaci¨®n social en el que actualmente estamos inmersos. A finales del mes de abril de 1982, el entonces ministro de Trabajo y Seguridad Social, Santiago Rodr¨ªguez-Miranda, presid¨ªa la primera sesi¨®n constitutiva de un Protectorado que se erigir¨ªa en el embri¨®n democr¨¢tico de la nueva ONCE.
A lo largo de estas dos d¨¦cadas, la ONCE ha desarrollado un completo sistema de servicios sociales que atienden el conjunto de necesidades, derivadas de su ceguera, de sus m¨¢s de 60.000 afiliados, pero tambi¨¦n ha consolidado definitivamente varias realidades: la Corporaci¨®n Empresarial ONCE como herramienta de rentabilidad econ¨®mica y social; y ha ampliado sus horizontes para extender su solidaridad con los hermanos de Latinoam¨¦rica, a trav¨¦s de su Fundaci¨®n para los ciegos de aquel continente.
'No es soluci¨®n v¨¢lida que los discapacitados subsistamos con los juegos de azar'
'A trav¨¦s de la Fundaci¨®n, se han creado 39.000 puestos de trabajo desde 1998'
Asimismo, en estos a?os, la ONCE ha tratado de devolver, de alguna manera, a la sociedad espa?ola parte de lo que con tanta generosidad nos ha venido otorgando, y, as¨ª, hemos intentado mostrar nuestra solidaridad en las grandes y peque?as causas; estar con el desvalido cuando m¨¢s lo ha necesitado, y aplicar sus experiencias para que la ceguera pueda ser evitada en la medida de lo posible. Pero quiz¨¢ el servicio m¨¢s visible y el que hace m¨¢s peculiar el modelo de la ONCE, que ha calado m¨¢s entre nuestros conciudadanos y que ha significado un hito ante nuestros vecinos europeos, es el acento puesto en la creaci¨®n de puestos de trabajo.
En efecto, la ONCE, a trav¨¦s del cup¨®n, ha sido capaz de dar empleo a m¨¢s de 23.000 afiliados, adem¨¢s de a otros miles de personas afectadas por otras discapacidades.
A la vez, han sido 20 a?os intensos de cooperaci¨®n con otras asociaciones de discapacitados y con las administraciones p¨²blicas, en la mejora de las condiciones de vida y niveles de integraci¨®n social de los cerca de tres millones y medio de personas discapacitadas que viven en nuestro pa¨ªs, y de sus familiares, cerca de nueve millones de personas. Expresi¨®n clara de esta voluntad de colaboraci¨®n fue la creaci¨®n en 1988 de la Fundaci¨®n ONCE para la Cooperaci¨®n e Integraci¨®n de Personas con Discapacidad. Algunas cifras bastar¨¢n para hacernos una idea de la tarea desarrollada: en el ¨¢mbito del empleo, la ONCE, a trav¨¦s de su Fundaci¨®n, ha creado desde 1988 m¨¢s de 39.000 puestos de trabajo y plazas ocupacionales adicionales a los generados con la venta del cup¨®n, y ha facilitado formaci¨®n para el empleo a m¨¢s de 26.000 personas.
Nuestra responsabilidad con la sociedad. En definitiva, la ONCE ha asumido la responsabilidad de proteger y promocionar la integraci¨®n de las personas ciegas que la Constituci¨®n atribuye a las administraciones p¨²blicas. Y, adem¨¢s, se ha convertido en uno de los principales colaboradores de esas administraciones p¨²blicas en sus pol¨ªticas a favor de toda la discapacidad, haciendo que Espa?a sea, aun con muchos retos todav¨ªa pendientes, el pa¨ªs l¨ªder de Europa en la integraci¨®n de personas con discapacidad.
A pesar de la valoraci¨®n positiva que nos deben merecer a todos este conjunto de actuaciones, tambi¨¦n hay que reconocer que todav¨ªa hay sectores que miran con recelo a la ONCE, sectores que no comprenden o desconf¨ªan de la verdadera naturaleza y raz¨®n de ser de la ONCE como instituci¨®n social. Desconfianzas que, sin duda, hay que achacar a nuestra incapacidad para transmitir a la sociedad, y en especial a los l¨ªderes de opini¨®n, el conjunto de nuestras actuaciones y el porqu¨¦ de las mismas. Y tambi¨¦n a posibles errores que hayamos podido cometer a lo largo de los m¨¢s de sesenta a?os de existencia de nuestra instituci¨®n. Todo ello nos incita, a¨²n m¨¢s si cabe, a redoblar nuestros esfuerzos y a no sentirnos completamente satisfechos con nuestros logros.
'Lo que m¨¢s vale del hombre es su capacidad de insatisfacci¨®n', dec¨ªa Ortega y Gasset, y en la ONCE seguimos su m¨¢xima, aceptamos las cr¨ªticas y procuramos enmendar los errores, no sin antes dar nuestras explicaciones.
Y, a este respecto, conviene se?alar que ¨²ltimamente algunos sectores han puesto en tela de juicio la posici¨®n que ocupa la ONCE en el sector del juego. Esta cr¨ªtica apunta a la situaci¨®n de privilegio de la ONCE sobre otros colectivos que, quiz¨¢, pudieran ver igualmente solucionados sus problemas de inserci¨®n laboral mediante la concesi¨®n de la gesti¨®n de otras loter¨ªas, y a la falta de control de la utilizaci¨®n de los recursos obtenidos. Incluso alguna comunidad aut¨®noma ha cre¨ªdo ver, en la puesta en marcha de una loter¨ªa, la soluci¨®n a sus problemas de financiaci¨®n de servicios sociales. Sin embargo, todas estas cr¨ªticas parecen desconocer la situaci¨®n real del mercado del juego, en franca maduraci¨®n y con m¨¢rgenes muy estrechos, que apenas permiten obtener los recursos necesarios para financiar los servicios sociales especializados, que s¨®lo la ONCE presta en Espa?a a los ciegos, y para cooperar con las otras asociaciones de discapacitados y con las administraciones p¨²blicas. Pero, adem¨¢s, la entrada de nuevos operadores supondr¨ªa la p¨¦rdida neta de empleo de un colectivo como es el de ciegos y otras personas con discapacidad, con fuertes dificultades de inserci¨®n en el mercado laboral. En definitiva, no es soluci¨®n v¨¢lida que todos los discapacitados subsistamos con ingresos procedentes de los juegos de azar, salvo que se admita como soluci¨®n v¨¢lida el reparto de pobreza, lo cual socialmente es rechazable.
Una acci¨®n empresarial con vocaci¨®n social. Tambi¨¦n se han alzado voces cr¨ªticas en relaci¨®n con la acci¨®n empresarial desarrollada por la ONCE: esta l¨ªnea argumental de cr¨ªtica insiste en la contradicci¨®n existente entre la funci¨®n social de la ONCE y su presencia en el mundo empresarial. Sin embargo, hay dos razones que avalan la presencia de nuestra instituci¨®n en el mundo empresarial. Ya antes hemos explicado la situaci¨®n de dificultad que experimenta el mercado del juego. Por ello, si la ONCE en el futuro debe seguir desarrollando su acci¨®n social a favor de los discapacitados espa?oles, es imprescindible que sea capaz de procurarse los ingresos necesarios para poder hacerlo.
Pero, sobre todo ello, es el empleo nuestra preocupaci¨®n fundamental, porque consideramos que no hay integraci¨®n posible en la sociedad sin un empleo digno. 'Un hombre no es pobre por el hecho de no tener nada, sino cuando no trabaja', nos recordaba Montesquieu, y, para ello, las personas con discapacidad precisan, para no ser pobres, la colaboraci¨®n de todos, para que se subsane el incumplimiento generalizado por parte de todos los sectores, incluyendo administraciones p¨²blicas, de la obligaci¨®n legal de reserva de puestos de trabajo para personas con discapacidad. Por ello, si el principal servicio social prestado a los ciegos espa?oles y a otras personas con discapacidad en el pasado fue la inserci¨®n laboral y, a trav¨¦s de ella, la inserci¨®n social, en el futuro la ONCE quiere seguir ejerciendo su vocaci¨®n integradora, con menor dependencia, si fuera posible, de la evoluci¨®n del mercado del juego.
Esperamos que con estas reflexiones hayamos sido capaces de transmitir nuestros objetivos y, sobre todo, dejar claro que la ONCE quiere proyectarse en el futuro como una organizaci¨®n cada vez m¨¢s comprometida socialmente, m¨¢s eficaz, m¨¢s moderna, m¨¢s transparente, porque todav¨ªa queda mucho por hacer y los ciegos espa?oles queremos seguir colaborando comprometidamente para la integraci¨®n en pie de igualdad de todos los discapacitados espa?oles en la sociedad.
Jos¨¦ Mar¨ªa Arroyo es presidente del Consejo General de la ONCE.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.