De premiados y nobeles
'Obra en que se da cuenta de los escritores de una nación o de un ramo del saber y de las obras que han escrito'. ?sta es la definición de biblioteca que da el diccionario de la Real Academia, en su quinta acepción, y que habría que ampliar con algo así como: 'Nombre bajo el cual se agrupan en una colección los libros de un autor o de un premio'. Sobre todo ahora que esta palabra abunda como epígrafe en los libros de bolsillo. Una prueba son las bibliotecas creadas con los premios Planeta y Alfaguara. La primera de ellas bajo el sello Booket rescata las obras ganadoras en las 50 ediciones del galardón, cumplidas en noviembre, mientras la segunda, con el sello Punto de Lectura, invita a iniciar una nueva biblioteca teniendo como pretexto el quinto premio entregado en abril.
Muy actuales y al ritmo de la acogida de este formato por parte del público, Booket acaba de editar el último Planeta, La canción de Dorotea, de Rosa Regàs. En esta novela, la autora barcelonesa recrea la frase que Sándor Márai escribe en El último encuentro (Quinteto): 'El deseo de ser diferente de lo que eres es la mayor tragedia con que el destino puede castigar a una persona'. También es novedad de la misma colección Lo que está en mi corazón, finalista del Planeta 2001, escrita por Marcela Serrano, quien además tiene una biblioteca en Punto de Lectura. Completan las estanterías de esta Biblioteca escritores como Mario Vargas Llosa, con Lituma en los Andes; Juan Marsé, con La muchacha de las bragas de oro; Maruja Torres, con Mientras vivimos; Terenci Moix, con No digas que fue un sue?o; Mercedes Salisachs, con La gangrena; Ramón J. Sender, con En la vida de Ignacio Morel, y así hasta sumar ahora casi una veintena, pero que se completará a lo largo del a?o.
Más peque?a es la biblioteca del Premio de Novela Alfaguara, cuyas más recientes páginas se abren con una voz infantil que pregunta: 'Mamá, ?allá atrás se acaba el mundo?'. El libro se titula La piel del cielo y por los derroteros que desencadena esta pregunta, la mexicana Elena Poniatowska obtuvo el galardón en 2001. Comparten esta primera balda de esta joven Biblioteca los otros cuatro autores distinguidos en las tres primeras ediciones: en 1998, Sergio Ramírez, con Margarita está linda la mar, y Eliseo Alberto, con Caracol Beach; en 1999, Manuel Vicent, con Son de mar, y en 2000, Clara Sánchez, con ?ltimas noticias del paraíso.
Buscadas también son las bibliotecas formadas por los Nobel de Literatura. La obra del colombiano Gabriel García Márquez, premiado en 1982, está en Debolsillo, al igual que las del espa?ol Camilo José Cela, galardonado en 1989, y la de la estadounidense Toni Morrison, en 1993. Los libros del egipcio Naguib Mahfuz, premiado en 1988, están en Booket, además de contar con una biblioteca más peque?a en Edhasa, mientras los del portugués José Saramago, Nobel 1998, se editan en Punto de Lectura. Del fondo de Alianza se destacan dos bibliotecas: la de Albert Camus, premiado en 1957, uno de cuyos más recientes títulos es su obra de teatro El malentendido, y la de un autor que está más allá del bien y del mal de estos galardones terrenales, Miguel de Cervantes Saavedra.
Es una oportunidad para reencontrarse o descubrir aquellos universos se?alados, y entrados en la historia de la literatura, con voces que desvelan secretos, como el que asegura que unos viejos del pueblo al ver a dos jovencitas 'movieron los labios con una lujuria que la edad había trocado en gentileza, como intentando evacuar el sabor del sudor joven sobre la piel prieta' (Morrison, en Sula).
O que responden a interrogantes de la vida cuando se quiere saber '?cuál es el signo de la impiedad? ?l respondió sin dudarlo: 'El hastío' (Mahfuz, en Ecos de Egipto).
O que enfrentan a los personajes más allá de los instintos con otra cara de la Verdad el día en que descubren que 'la razón también es capaz de producir ideas aprovechables, esta noche, al despertar, se me ha ocurrido que se puede economizar mucho tiempo y algún material si hacemos las estatuillas huecas (...) Viva la razón, por fin. Mira que no sé, las aves también hacen los nidos huecos y no andan por ahí presumiendo' (Saramago, en La caverna).
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