Un g¨¦nero adictivo
Una mujer de unos treinta a?os agarra La granja con aire despreocupado y con el dedo entre dos p¨¢ginas como ilusoriamente aferrada as¨ª a la ¨²ltima frase que ha le¨ªdo. Las palabras que ejercen de im¨¢n son las del pen¨²ltimo best seller de John Grisham (Arkansas, 1955), que comenz¨® hace 14 a?os una exitosa carrera que incluye t¨ªtulos como Tiempo de matar (Booket, 2001) o La hermandad (Punto de Lectura, 2001). Ya en el autob¨²s ofrece su billete al conductor, escoge su sitio, abre de nuevo el libro y se estira antes de que arranque el autob¨²s -como en un gesto definitivo de aislamiento-, dispuesta a disfrutar de una muy buena historia, con tintes autobiogr¨¢ficos, situada en los Estados Unidos de los cincuenta.
?Qu¨¦ es y por qu¨¦ engancha un best seller? Quiz¨¢ el inter¨¦s resida en que ofrece situaciones de lo cotidiano, historias reales. No es casualidad que muchos de los lectores estadounidenses de este g¨¦nero se declaren creyentes y miembros de, entre otras, la poderos¨ªsima Asociaci¨®n Nacional del Rifle. El best seller ofrece realidad pura con la que se identifican. Y ahora, gracias sobre todo a la televisi¨®n, realidad tambi¨¦n europea. Pero, probablemente, tampoco ninguno de los escritores que venden millones de ejemplares tenga una respuesta certera a estas preguntas.
Quiz¨¢ la inevitable atracci¨®n que se siente por la monta?a rusa tambi¨¦n valga como ejemplo. ?Qui¨¦n no ha montado en una? S¨®lo por el tir¨®n inicial merece la pena disfrutar del recorrido. Despu¨¦s no hay descanso: subidas, bajadas, curvas a derecha e izquierda. Stephen King (Portland, 1947) es experto en manejar estos vagones. En La chica que amaba a Tom Gordon, homenaje expl¨ªcito al b¨¦isbol -icono de la cultura popular estadounidense- y a la naturaleza -que asusta por desconocida que no por realmente peligrosa-, se pierde en momentos infantiles. Y aunque sin ninguna piedad con Trisha, la ni?a protagonista, el libro no es un relato de terror al uso. El miedo no lo encarna aqu¨ª uno de los personajes fant¨¢sticos de King, sino mosquitos, avispas y serpientes.
En Doble Juego, a Ken Follett (Cardiff, 1949), que apareci¨® en el mundo editorial con El ojo de la aguja (1978) y se consolid¨® con Los pilares de la tierra (1989), se le han parado los vagones en el momento m¨¢s inoportuno y el lector, colgado boca abajo, se exaspera en esta novela de intrigas cient¨ªficas y amores previsibles, con di¨¢logos y situaciones que se intuyen mucho antes del final. Lo contrario le ocurre a Christian Jacq (Par¨ªs, 1947), doctorado en egiptolog¨ªa, que ha conseguido en Rams¨¦s. El hijo de la luz, as¨ª como en el resto de la pentalog¨ªa, unas novelas -salvando las diferencias- al estilo de las Bildungsroman de la literatura alemana. Presenta a un orgulloso y adolescente pr¨ªncipe que ha de enfrentarse a las pruebas de su padre el emperador Seti y a las intrigas de su hermano Chenar para demostrar que puede ser el fara¨®n de Egipto.
Cuatro libros que consiguen atrapar al lector con historias cotidianas y, a veces, no demasiado cre¨ªbles, en las que se reconocen los pilares sobre los que se sostienen esta literatura poco exigente, pero que atrapa como la miel a las moscas.
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