Vivir y dejar vivir
C¨®mo las mentiras de los diarios sensacionalistas hacen dif¨ªcil el debate sobre la inmigraci¨®n
Dos d¨ªas despu¨¦s del asesinato de Pim Fortuyn, The Daily Express, que en su cabecera se califica como 'El mejor peri¨®dico del mundo', llen¨® la mayor parte de su primera p¨¢gina con una foto impresionante. Se trata de un grupo de lo que el peri¨®dico denominaba 'inmigrantes ilegales' que corren por unas v¨ªas de ferrocarril para subirse de polizones a un tren de carga con destino a Gran Breta?a. La mayor¨ªa de los rostros parecen j¨®venes. Llevan vaqueros y anoraks o sudaderas. Uno tiene una gorra de b¨¦isbol puesta hacia atr¨¢s, otro un pa?uelo blanco. Algunos r¨ªen.
Por encima del cielo azul de esta foto de gran calidad t¨¦cnica, el mejor peri¨®dico del mundo ten¨ªa este titular: No logramos impedirles la entrada. Debajo, en letra m¨¢s peque?a: Personas en busca de asilo arriesgan la vida huyendo de los fascistas franceses, mientras la inmigraci¨®n en Gran Breta?a se duplica. Es decir, los j¨®venes de la fotograf¨ªa son unos valientes que huyen de los fascistas franceses (con tanto ¨¦nfasis desde?oso en la palabra 'franceses' como en la palabra 'fascistas'), pero, aun as¨ª, deber¨ªamos enviarles de regreso, seguramente para que acaben aplastados bajo la bota fascista francesa. El reportaje correspondiente en p¨¢gina interior estaba encabezado por este t¨ªtulo: En s¨®lo unos a?os, nuestra poblaci¨®n ha aumentado en 500.000 habitantes. Efectivamente, 'no logramos impedirles la entrada'.
S¨®lo cuando dejemos de llamar a los inmigrantes 'ellos' podremos empezar a pensar en serio sobre nosotros
Necesitamos un debate, como el que Fortuyn propici¨® en Holanda, sobre el m¨ªnimo grado de adaptaci¨®n que tenemos derecho a exigir
Lo brit¨¢nico es una identidad amorfa, amplia, llena de estratos, y todos tenemos, para empezar, al menos dos nacionalidades
El propietario del mejor peri¨®dico del mundo es Richard Desmond, editor de pornograf¨ªa y generoso contribuyente a las arcas del nuevo Partido Laborista. Lo que publicaba su Daily Express, por supuesto, no es un puro invento. Es preocupante que los franceses no se hayan esforzado m¨¢s en impedir que la gente se suba a escondidas a los trenes que van a Gran Breta?a, y, por lo que me dicen fuentes del Ministerio del Interior, parece que muchos de los que figuran en la fotograf¨ªa acabaron entrando en Gran Breta?a en ese tren de mercanc¨ªas. Pero no estuvieron en libertad por mucho tiempo. Seg¨²n el ministerio, 55 'reci¨¦n llegados' ilegales fueron apresados en una estaci¨®n de mercanc¨ªas situada en el lado brit¨¢nico del t¨²nel y otros cinco fueron capturados por la polic¨ªa de Kent. Tal vez -?qui¨¦n sabe?- queden uno o dos por ah¨ª.
Pero veamos c¨®mo se convierte una verdad a medias en una mentira completa. Pr¨®xima parada, el asilo en Gran Breta?a, gritaba el otro titular interior. Un titular que ignora que las solicitudes de asilo de los polizones se estudiar¨¢n y que algunos de los rechazados ser¨¢n devueltos a sus pa¨ªses de origen. El a?o pasado fueron expulsados de Gran Breta?a m¨¢s de 9.000 solicitantes: varios trenes llenos de ilegales. Adem¨¢s, como explicaba acertadamente el propio reportaje del Daily Express, el n¨²mero total de los que pidieron asilo pas¨® de m¨¢s de 80.000, en el a?o 2000, a menos de 72.000 el a?o pasado.
En cuanto al titular de portada, La inmigraci¨®n en Gran Breta?a se duplica, no consigo encontrar ninguna prueba de ello. La informaci¨®n en las p¨¢ginas interiores del Express citaba datos del organismo nacional de estad¨ªstica para decir que la inmigraci¨®n total ascendi¨® a 337.000 personas en 1991 y a 482.000 en 2000. ?Eso es duplicarse? En cualquier caso, en el a?o 2000 emigraron de Gran Breta?a alrededor de 299.000 personas, por lo que se calcula que la inmigraci¨®n neta fue s¨®lo de 183.000 personas. Seg¨²n la p¨¢gina web del organismo nacional de estad¨ªstica, dicha cifra representa s¨®lo mil m¨¢s que la cifra neta del a?o anterior. ?sa es la 'inmigraci¨®n que se duplica' en Gran Breta?a.
Los lectores atentos pueden deducir gran parte de esto de las informaciones en p¨¢ginas interiores. Pero, claro, esa no es la impresi¨®n que les quedar¨¢ a la mayor¨ªa de los que hayan visto el mejor peri¨®dico del mundo. La imagen que perdura es la de esa avalancha incontrolable de extranjeros, desencadenada por las p¨¦rfidas ranas fascistas para que inunde nuestras costas, aumente nuestra poblaci¨®n 'en 500.000' y haga tambalearse la fibra moral nacional. Esa avalancha de ellos.
El tema m¨¢s importante
De los electores holandeses, 1.614.801, el 17%, han apoyado la lista de Pim Fortuyn. Es evidente, dadas las circunstancias de su muerte, que no todos los votos que reciba la lista en recuerdo de Fortuyn son votos contra la inmigraci¨®n. Ahora bien, si se traza un diagrama de Venn que una los distintos casos de atractivo pol¨ªtico de Fortuyn en Holanda, Le Pen en Francia y Haider en Austria, la gran zona en la que coinciden es la hostilidad hacia la inmigraci¨®n, no existe otro tema m¨¢s importante hoy en Europa. Y es un aspecto que afecta a otros muchos, como nuestra incapacidad de crear nuevo empleo, nuestras relaciones con el mundo del islam y, no nos olvidemos, las sonoras afirmaciones sobre la superioridad moral de Europa respecto a Estados Unidos.
Gran Breta?a ocupa una posici¨®n privilegiada para contribuir al debate europeo sobre el futuro de la inmigraci¨®n, por dos razones. Una es que, en nuestra isla, la inmigraci¨®n est¨¢ sujeta a controles m¨¢s estrictos que en otros pa¨ªses con fronteras m¨¢s porosas, como Francia e Italia, o con una tradici¨®n de acogida de grandes grupos de refugiados, como Alemania. Tal vez no d¨¦ esa impresi¨®n en algunos barrios o ciudades brit¨¢nicos en los que hay una gran poblaci¨®n de inmigrantes, pero esa es la realidad. La otra raz¨®n es m¨¢s positiva: la verdad es que se nos da mejor que a muchos otros pa¨ªses europeos eso de permitir que gente de otras culturas se sienta aqu¨ª a gusto. 'Integraci¨®n' quiz¨¢ sea una palabra demasiado fuerte. 'Asimilaci¨®n', desde luego, lo es. 'Salir adelante', 'llevarse bien', 'vivir y dejar vivir'... El secreto est¨¢ en estas expresiones tan brit¨¢nicas. De todas formas, lo brit¨¢nico es una identidad amorfa, amplia, llena de estratos, y todos tenemos, para empezar, al menos dos nacionalidades (por ejemplo, yo soy ingl¨¦s y un poco irland¨¦s, adem¨¢s de brit¨¢nico).
Sin embargo, para entender nuestra propia ense?anza, necesitamos tener el debate que Pim Fortuyn sac¨® a la luz en Holanda, y que ahora prosigue aqu¨ª en las observaciones de Peter Hain sobre el 'aislacionismo' de ciertas comunidades musulmanas en Gran Breta?a, y el art¨ªculo de Melanie Phillips aparecido hace algunas semanas en The Spectator. Se trata del debate sobre el m¨ªnimo grado de adaptaci¨®n que tenemos derecho a exigir a las comunidades de inmigrantes -especialmente las musulmanas- en culturas de acogida que suponemos c¨ªvicas y liberales, como las de Gran Breta?a y Holanda.
'Significa', escribe Melanie Phillips, 'dar la bienvenida a los musulmanes, desde luego; pero, como pasa con todas las minor¨ªas, significa contar con que adopten una identidad c¨ªvica com¨²n que se adhiera a unos valores brit¨¢nicos fundamentales, bajo cuyo paraguas ellos podr¨¢n mantener su propia cultura y sus tradiciones, siempre que no haya un conflicto entre las dos cosas. Cuando surja dicho conflicto, la cultura de acogida debe prevalecer'. Esta formulaci¨®n me parece demasiado agresiva y, al mismo tiempo, demasiado vaga. (?Qu¨¦ significa, por ejemplo, una identidad c¨ªvica com¨²n que se adhiera a un paraguas de valores brit¨¢nicos?). No me parece que describa verdaderamente c¨®mo funciona Gran Breta?a, cuando funciona; por ejemplo, en un colegio de monjas de Birmingham del que me hablaron el otro d¨ªa, muchas de cuyas alumnas son ni?as musulmanas que llevan pa?uelo.
Es un debate necesario. Pero es un debate necesario que debe realizarse con la m¨¢xima sensibilidad. Ahora bien, la sensibilidad no quiere decir autocensura. ?ste es un pa¨ªs libre y decimos lo que pensamos. Se trata m¨¢s bien de considerar a las minor¨ªas de las que hablamos, desde el primer momento, como participantes de pleno derecho en ese debate. S¨®lo cuando dejemos de llamar a los inmigrantes ellos podremos empezar a pensar en serio sobre nosotros.
Las medias verdades agitadoras en contra de los inmigrantes, como las que adornaban recientemente The Daily Express de Desmond, son un obst¨¢culo y pervierten el debate. El veneno de otras culturas pol¨ªticas se puede ver en las urnas; nuestro veneno brit¨¢nico rezuma a trav¨¦s de la prensa sensacionalista.
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