La calculadora y un toro

Espl¨¢ sustituy¨® a Jos¨¦ Tom¨¢s, lo que provoc¨® el rechazo de los toros de N¨²?ez del Cubillo, que esperan congelados otro espect¨¢culo para figuras, que vaya espect¨¢culo est¨¢n dando: se han lidiado siete corridas y han sido desechados m¨¢s de 24 astados. Y lo que sali¨® de pena, por mucho indulto que se inventaran para posterior reingreso del indultado en la carrera de semental. El p¨²blico ausente fue compensado por la rebaja de coste y la posterior mejora del balance de calculadora, ya que el art¨ªstico no cuenta.

La primera mitad fue un homenaje a la mediocridad en el que se situ¨® Espl¨¢, suficiente en todos los tercios ante el carro de la carne, que acab¨® rajado.

Lo de Caballero es m¨¢s grave, ya que aburre a las mism¨ªsimas ovejas: una y otra vez recoge al toro con el pico, lo transporta hasta las heredades vecinas y lo deja all¨ª para volver a empezar.

El tercero sali¨® con m¨¢s gas y le soplaron un puyazo cruel. Se venci¨® por el derecho y golpe¨® la pierna del torero, agradecido como nunca a un pit¨®n romo. Con la muleta un desprop¨®sito, ya que el toro dudaba por la derecha mientras que el matador lo hac¨ªa por el lado contrario.

El cuarto era ofensivo, bien hecho y con el suficiente trap¨ªo como para afligir el ¨¢nimo. Espl¨¢ orden¨® pegarle de firme antes de banderillearlo menos que discretamente, a pesar de lo cual hubo de plantarle cara en el ¨²ltimo tercio, aguantando los sobresaltos que suele dar un toro bravo, o sea, lo que las figuras ignoran. Estuvo a la defensiva valiente y listo, aguant¨® siempre que pudo, pero no lleg¨® a meterse en harina para lograr los instantes de dominio que necesitaba su oponente, el m¨¢s toro de toda la feria.

Caballero someti¨® a los espectadores a un tost¨®n que, afortunadamente, tuvo fin. Con el personal en camis¨®n y gorro de dormir sali¨® una sardina sin fuerza, digno ep¨ªlogo de un espect¨¢culo que s¨®lo interes¨® a la calculadora.