Mandolina
Llegu¨¦ a Madrid hace un a?o, soy suramericana, tengo 32 a?os y estudi¨¦ para maestra, aunque trabajo de momento impartiendo compa?¨ªa y conversaci¨®n a una viejita que vive en la calle del Coraz¨®n de Mar¨ªa. Escribo un diario para hacer m¨¢s suaves mis penas ('el d¨ªa que yo nac¨ª la naturaleza estaba borracha, y tambi¨¦n lo estaba mi pap¨¢, director que fue de la Banda Republicana de Pulso y P¨²a de mi ciudad natal'). Me llamo Mandolina, s¨ª, pero igual podr¨ªa haber sido inscrita como Bandurria, Guitarra, Lira, Arpa, C¨ªtara, Diapasona incluso. A mi pap¨¢ le dio alquel d¨ªa por la mandolina y por el realismo m¨¢gico. Ya ve usted.
La viejita se llama Luzdivina, a pesar de lo cual no tiene un hueso sano y le falla casi todo el organismo, como al Papa. Pero la chamaquita controla su cerebro y es m¨¢s l¨²cida que el Nuevo Testamento ('los hombres son un tormento, Mandolina'). Total, que ella me ayuda a ahuyentar la melancol¨ªa y yo le ayudo a olvidar que es vieja. Pasamos muchas risas. A espaldas de sus hijas y de su esposo, del que hablar¨¦ enseguida, todos los d¨ªas recorremos a la hora del aperitivo algunos bares de la zona, como Berenguer, Garimba, Ondarreta, Pizarra, Las Nieves, La Gloria, Los Torreznos, Enxebre. Ella va de vermut; yo, de mosto y aceitunas. Algunos d¨ªas la se?ora vuelve a casa algo perjudicada por el alcohol, pero se acuesta con el pretexto de que le ha dado un vah¨ªdo, y yo corroboro el dato. Ni quito ni pongo reina, pero ayudo a mi se?ora.
El se?or es otra cosa. Tiene fijaci¨®n con mis caderas y mis senos, me acosa por los pasillos, me perpetra con la mirada, me asedia con gestos obscenos. Al igual que en mi pueblito, todos los hombres son iguales. Eso s¨ª, el marido de mi se?ora es un nazi, fascista sin complejos. Do?a Luz me lo tiene dicho: 'Mandolina, ¨¦ste es un pa¨ªs de carcamales, y Madrid es sede de buitres a la espera de saltar sobre el resto de la naci¨®n. Hay que acabar con unos cuantos, empezando por mi esposo. Ay¨²dame a matarlo, Mandolina'. Anoche anot¨¦ en mi diario: '?Qui¨¦n se cuidaba de estos viejitos antes de llegar nosotras?'. A lo lejos son¨® una bandurria.
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