Los nuevos jornaleros de Madrid
Decenas de inmigrantes se dan cita a diario en Boadilla y esperan a ser contratados para hacer 'chapuzas' en chal¨¦s de la zona
Hace poco que ha amanecido en Boadilla del Monte. En la plaza situada a los pies del palacio del infante Don Luis, en el cruce de la calle de M¨¢rtires con la avenida del General¨ªsimo, varios grupos de inmigrantes, aparentemente paseantes indolentes, escrutan con atenci¨®n todos y cada uno de los coches y furgonetas que circulan por la rotonda. Un moderno y potente todoterreno se detiene frente a uno de los grupos. Los cinco hombres, todos magreb¨ªes, intercambian algunas miradas discretas hasta que, finalmente, uno de ellos se acerca cauteloso a la ventanilla del conductor. Tras un breve di¨¢logo, hace una se?al casi imperceptible a dos de sus compa?eros. Los tres suben al coche. El veh¨ªculo arranca y desaparece.
Este ritual, muy corriente en los pueblos agr¨ªcolas de Levante, Extremadura o Andaluc¨ªa en tiempos pasados y, en algunas zonas, tambi¨¦n ahora, se ha convertido en costumbre en este municipio de 27.000 habitantes -de los cuales 2.000 son extranjeros- de la periferia de Madrid. Todos los d¨ªas del a?o se acercan hasta Boadilla entre 30 y 40 inmigrantes procedentes del este y sur de la regi¨®n, desde El Escorial hasta M¨®stoles y Fuenlabrada.
Cada ma?ana invaden esta plaza, justo a la entrada del pueblo, en busca de empleos m¨¢s que precarios: son jornaleros modernos, empleados por unas horas o unos d¨ªas para realizar peque?os trabajos en alguno de los miles de chal¨¦s de la zona o en alguna peque?a empresa. 'A veces se trata de darle un repaso al jard¨ªn. Otras, hay que renovar el cuarto de ba?o o la cocina. Y otras, las menos, les contrata una empresa que necesita mano de obra barata por semanas o meses, lo cual les asegura una estabilidad relativa durante ese periodo', explica Nieves Gasc¨®n, responsable del centro municipal de Servicios Sociales de Boadilla del Monte.
Cuando Said, de 35 a?os, aterriz¨® en Madrid hace 11 a?os, ya sab¨ªa ad¨®nde ten¨ªa que dirigirse para sacarse un dinero: a la plaza de Boadilla. 'Todo el mundo lo sab¨ªa entonces, y lo sabe ahora', asegura este bereber. 'Es como una especie de pacto impl¨ªcito entre los empleadores y los trabajadores. No tiene m¨¢s explicaci¨®n', a?ade Nieves Gasc¨®n.
Pero a este pacto impl¨ªcito que se escenifica todas las ma?anas acuden s¨®lo los inmigrantes marroqu¨ªes, a pesar de que los colombianos les han superado en n¨²mero en el municipio: 261 ciudadanos de Colombia frente a 233 s¨²bditos marroqu¨ªes, seg¨²n los datos del mes de abril. 'Los colombianos son en su mayor¨ªa mujeres que se dedican al servicio dom¨¦stico; los hombres buscan empleos por otras v¨ªas, prefieren no acudir a la plaza para ser contratados', dice Gasc¨®n.
Seg¨²n Ana Mendoza, de la asociaci¨®n Proyecci¨®n Humana, una ONG que trabaja con los inmigrantes de Boadilla, los trabajadores que proceden de los pa¨ªses del Este tampoco se acercan a la plaza, porque 'tienen un nivel cultural mayor y otro tipo de preparaci¨®n'. 'Los empleos que se ofrecen en la plaza est¨¢n mal pagados y no requieren formaci¨®n', subraya Mendoza.
Said y su amigo Rashid son ambos inmigrantes documentados, una excepci¨®n entre los trabajadores que acuden a la plaza, seg¨²n aseguran. Tienen sus papeles en regla, y eso, en lugar de beneficiarles, les ha perjudicado, se?alan. 'Ahora hay muchos ilegales que cobran mucho menos que los trabajadores con papeles, y eso ha hecho que haya menos ofertas para nosotros', explica Rashid.
Sin sueldo fijo
Los dos son alba?iles, un oficio que ambos han ido aprendiendo a lo largo de sus muchos a?os de 'peque?as chapuzas', como ellos mismos admiten. Ninguno de los dos se atreve a cuantificar sus ganancias de un mes. Oscilan entre 90 euros cuando s¨®lo trabajan un par de d¨ªas y 700 euros si han tenido suerte y una cuadrilla de obreros les ha contratado por m¨¢s tiempo.
La ONG Proyecci¨®n Humana es la ¨²nica que se ocupa de ellos. 'Contactamos con empresas para buscarles trabajo, les damos asesor¨ªa legal y clases de espa?ol, y tenemos unas duchas para aquellos que no tienen residencia fija. Estos ¨²ltimos tambi¨¦n reciben sus cartas en la asociaci¨®n y nosotros se las entregamos', cuenta Ana Mendoza.
Hace tiempo que los residentes de Boadilla se acostumbraron a la presencia diaria de estos inmigrantes en la plaza, una imagen que forma ya parte del paisaje del municipio. 'Son gente muy agradable y, salvo alg¨²n episodio aislado, nunca ha habido ning¨²n problema', asegura Gasc¨®n. Una opini¨®n que corrobora la mayor¨ªa de los marroqu¨ªes de la plaza, que han llegado a entablar una estrecha amistad con algunos vecinos.
La desaparici¨®n de un poblado
Hasta 1999, la mayor¨ªa de los inmigrantes que acud¨ªan diariamente a la glorieta de entrada a Boadilla proced¨ªa del propio municipio: viv¨ªan en el poblado marginal de Los Yelmos, en el que llegaron a habitar casi mil inmigrantes, seg¨²n un informe de la Consejer¨ªa de Servicios Sociales. Pero ese a?o el poblado fue desmantelado, y desde entonces los trabajadores llegan desde otras localidades con las que los servicios sociales de Boadilla no pueden trabajar. 'Aunque quisi¨¦ramos no podr¨ªamos hacer nada por ellos, porque no viven aqu¨ª', explica Nieves Gasc¨®n, responsable del servicio municipal. De Los Yelmos, donde llegaron a contarse casi 600 chabolas, no queda ya ni rastro. Construido hace 30 a?os sobre una ca?ada que divide el casco urbano de Boadilla de los barrios de reciente construcci¨®n, ha desaparecido por completo bajo las ruedas de los camiones que estos d¨ªas construyen a marchas forzadas el tramo norte de la M-50 sobre los terrenos que ocupaba el poblado. Los Yelmos, que entre 1997 y 1999 se convirti¨® en uno de los puntos de venta de hach¨ªs m¨¢s conocidos de la Comunidad de Madrid, fue desmantelado gracias a un plan de reinserci¨®n y realojo dise?ado por los servicios sociales de Boadilla, el Gobierno regional y la ONG Provivienda. Los marroqu¨ªes que habitaban el poblado, todos ellos bereberes del Rif marroqu¨ª, fueron realojados en su mayor¨ªa en viviendas de Carabanchel, Legan¨¦s y Getafe. El plan de reinserci¨®n, premiado por su calidad por la Uni¨®n Europea, ha provocado un ¨¦xodo tal que los servicios sociales municipales calculan que m¨¢s de la mitad de los 233 marroqu¨ªes empadronados en Boadilla vive ya fuera de la localidad.
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