El doble lenguaje de la democracia
Tras la liberaci¨®n de Yasir Arafat y la destrucci¨®n masiva de las infraestructuras palestinas durante la invasi¨®n militar israel¨ª de las ¨²ltimas semanas, la nueva fase de la reconstrucci¨®n que ahora se abre ha planteado la cuesti¨®n de la reforma de la Autoridad Palestina
Tras la liberaci¨®n de Yasir Arafat y la destrucci¨®n masiva de las infraestructuras palestinas durante la invasi¨®n militar israel¨ª de las ¨²ltimas semanas, la nueva fase de la reconstrucci¨®n que ahora se abre ha planteado la cuesti¨®n de la reforma de la Autoridad Palestina. Que se abra un intenso debate en el seno de la comunidad palestina en torno a la necesidad de democratizar sus instituciones y profundizar en la transparencia de la gesti¨®n econ¨®mica no puede ser recibido m¨¢s que como algo saludable. Pero como esta situaci¨®n, lamentablemente, deja con mucho de ser una cuesti¨®n estrictamente entre palestinos, y como adem¨¢s los d¨¦ficits de democratizaci¨®n no conciernen s¨®lo a Gaza y Cisjordania, sino a todos en la regi¨®n medio-oriental, creo que es necesario aproximarse a esta cuesti¨®n desde una dimensi¨®n m¨¢s global y en una m¨¢s justa medida.
Han sido diversas las ocasiones en que ¨²ltimamente el presidente Bush ha exigido a Arafat la democratizaci¨®n de su Gobierno, a lo que se unen sus colegas europeos recordando siempre que los palestinos tienen que crear un Estado democr¨¢tico. No podr¨ªamos m¨¢s que estar de acuerdo con estas peticiones si no estuviesen, de hecho, desautorizadas por la doble moral que las rige. Por un lado, tanto inter¨¦s por resaltar que los palestinos no son dem¨®cratas contradice hasta cierto punto la realidad y, por otro, invita a preguntarse por qu¨¦ ese concentrarse en los palestinos, que son los que se encuentran en la peor situaci¨®n posible para desarrollar siquiera un proceso pol¨ªtico y econ¨®mico con continuidad, cuando, sin embargo, la cuesti¨®n de la democracia y el Estado de derecho ha sido completamente evacuada en las relaciones que los pa¨ªses occidentales mantienen con otros pa¨ªses ¨¢rabes de la regi¨®n, con el 'golpista' r¨¦gimen paquistan¨ª, e incluso con Israel.
Seg¨²n el informe del Banco Mundial -nada sospechoso de partidista-, Government and the business environment in the West Bank and Gaza, hecho p¨²blico el 12 de mayo del 2001, el nivel de corrupci¨®n de la Autoridad Palestina, lejos de lo que indica la sobredimensi¨®n que se ha dado al tema, es mucho menor que el de los pa¨ªses vecinos que, sin embargo, los representantes de Occidente protegen con un silencio c¨®mplice, e incluso el de algunos pa¨ªses desarrollados. As¨ª mismo, en la sociedad palestina existe una extensa red de organizaciones civiles consolidadas que no han dejado nunca de vigilar y denunciar los abusos arbitrarios del Gobierno y que, junto a muchos de sus intelectuales y hombres pol¨ªticos, han mantenido una continua movilizaci¨®n que ha puesto l¨ªmites a las tendencias autoritarias. La pluralidad e independencia de la sociedad civil palestina es sin duda mucho m¨¢s real y efectiva que en otras partes donde no se vive en las condiciones infrahumanas que lo hacen los palestinos.
Por supuesto que ha habido un uso arbitrario del poder y actuaciones al margen del Estado de derecho, pero los factores que han promovido esta situaci¨®n no se limitan s¨®lo a la sin duda existente cultura pol¨ªtica jerarquizada y autoritaria de la OLP. Durante los ocho a?os de las negociaciones de paz en el marco de Oslo, la estrategia de EE UU e Israel se defini¨® por colocar la seguridad en primera l¨ªnea de inter¨¦s, invirtiendo intensamente en la polic¨ªa palestina y los servicios de inteligencia, mientras quedaba relegada la democratizaci¨®n de la Autoridad Palestina y la rehabilitaci¨®n de servicios p¨²blicos b¨¢sicos como sanidad, educaci¨®n, vivienda, infraestructuras... Por el contrario, durante esos a?os, una muy buena parte de lo gastado por la Autoridad Palestina se dedic¨® a la construcci¨®n de prisiones y a enrolar decenas de miles de hombres en los servicios de polic¨ªa y seguridad a fin de castigar a todos aquellos que perturbaban la 'tranquilidad' de la ocupaci¨®n.
Asimismo, por medio de los acuerdos de Oslo, de hecho se pidi¨® a la AP que violase los derechos humanos con detenciones al margen de cualquier proceso legal. Israel daba a la CIA su lista de personas que quer¨ªa fuesen detenidas y ¨¦sta al Gobierno palestino, que, siguiendo la recomendaci¨®n de ambos, abri¨® los 'Tribunales de seguridad' en los que, en efecto, la justicia ha brillado por su ausencia y han sido utilizados tanto contra los perseguidos por Israel como contra quienes criticaban esa situaci¨®n. Cuando con la Intifada esos tribunales de seguridad se han utilizado contra los palestinos colaboracionistas con Israel, es cuando se ha llevado a cabo la denuncia israel¨ª y occidental de esos juicios sumarios, pero no de todas las violaciones anteriores.
En las ¨²ltimas semanas, este conflicto palestino-israel¨ª ha vuelto a poner a prueba el rigor moral de la defensa de la ley y los derechos humanos que hace la comunidad internacional. Permitir el silencio de lo ocurrido en Yen¨ªn (enorme 'zona cero' de Cisjordania, como dec¨ªa Amira Hass recientemente) abandonando la investigaci¨®n de la ONU a cambio de un trato que no ha hecho honor a nadie, ni por supuesto al propio Arafat, es perder toda autoridad moral para hablar en nombre de la civilizaci¨®n y la democracia. A continuaci¨®n, la 'soluci¨®n' del encierro y acoso en la Natividad de Bel¨¦n ha puesto a dura prueba el comportamiento legal de la comunidad internacional. Hasta ahora, y no es poco, se hab¨ªa consentido a Israel saltarse las leyes internacionales al servicio de su propia interpretaci¨®n legal con respecto a los territorios ocupados y 'sus' terroristas, pero que haya logrado obligarnos a asumir impl¨ªcitamente dicha interpretaci¨®n, aceptando la deportaci¨®n de 13 palestinos contra los que ning¨²n pa¨ªs tiene cargos y que en suelo europeo van a tener el estatuto de refugiados, nos muestra los grandes d¨¦ficits de ley y justicia que existen en el conflicto palestino-israel¨ª y las contradicciones a las que nos arrastra la incapacidad para resolver este conflicto con un m¨ªnimo de equidad y legalidad.
De la misma manera, los principios de la democracia son universales y por tanto exigibles a todos, y si no es as¨ª no se hace m¨¢s que devaluar su propia esencia ?Qu¨¦ esfuerzo internacional se est¨¢ haciendo para conseguir que Israel informe, al menos a sus propios familiares, d¨®nde est¨¢n los casi dos mil palestinos arrestados arbitrariamente durante su ofensiva militar de las ¨²ltimas semanas? ?Qui¨¦n pide a Israel que, de acuerdo con la justicia, diga qui¨¦nes son y de qu¨¦ se les acusa y a qu¨¦ juicios se van a enfrentar? ?Qui¨¦n se est¨¢ preocupando de conocer el paradero y destino del destacado l¨ªder palestino Marwan Barghuti, desaparecido desde su detenci¨®n en Ramala hace unas semanas? Un Estado se define tambi¨¦n como democr¨¢tico de acuerdo a c¨®mo trata a los 'otros'. Y en ese sentido, Israel es una democracia m¨¢s que imperfecta y, por tanto, tambi¨¦n sometida a la exigencia de enmendar sus comportamientos.
Por ello no debemos enga?arnos pensando que de momento se est¨¢ pensando en enderezar esta situaci¨®n en la debida forma y, como consecuencia de ello, promover una reforma democr¨¢tica en la Autoridad palestina. Y no ser¨¢ por falta de ganas de la ma
yor parte de los palestinos, que inmediatamente se han movilizado a favor de esta idea, incluso una parte significativa de personalidades del entorno de la Autoridad Palestina. Pero tras el t¨¦rmino reformas y el envoltorio de la democracia, en lo que Israel y EE UU est¨¢n pensando (y, como siempre, acabar¨¢ asumiendo Europa por defecto) es sobre todo, y una vez m¨¢s, en reestructurar en profundidad las instancias de seguridad palestinas, unificarlas y hacerlas capaces de controlar con mano de hierro la calle palestina y las formaciones de oposici¨®n a fin de impedir toda operaci¨®n suicida. Bien es cierto que, adem¨¢s, personalidades ¨¢rabes como el rey de Jordania est¨¢n tratando de dialogar con Ham¨¢s y Fatah para conseguir un Gobierno de unidad nacional capaz de establecer una estrategia unificada y unida con objetivos pol¨ªticos claros y realizables que no caigan en la trampa del terrorismo que pol¨ªticamente, a la postre, rentabiliza internacionalmente Israel.
Pero ese tipo de evoluciones poco interesan a la clase dirigente israel¨ª actual. De hecho, cada vez que surge una iniciativa en ese sentido acompa?ada de un periodo sin ataques suicidas, Israel inicia nuevas incursiones y asesinatos extrajudiciales de l¨ªderes palestinos que, desafortunadamente, desembocan en un nuevo atentado (como acaba de ocurrir esta semana). No hay que ser muy despabilado para darse cuenta de que el Gobierno de Sharon busca deslegitimar la causa palestina reduci¨¦ndola a un caso de terrorismo a fin de que se olvide el concepto de ocupaci¨®n que es el arma hist¨®rica, jur¨ªdica y pol¨ªtica de los palestinos. Benefici¨¢ndose del ambiente internacional de 'lucha contra el terrorismo' y de las lagunas de dicha pol¨ªtica (fundamentalmente dos: la falta de definici¨®n de terrorismo y la ausencia de mecanismos de supervisi¨®n jur¨ªdica en el ejercicio de tal lucha), Sharon busca poner contra las cuerdas a EE UU para que aplique las reglas del juego que ¨¦l mismo ha establecido en su cruzada contra el terrorismo, le apoye incondicionalmente e incluso no mantenga su posici¨®n de seguir contando con Arafat. El resultado es que Sharon se encuentra en una posici¨®n de fuerza. Es interesante en ese sentido se?alar que nunca se hab¨ªa planteado tan abiertamente en el debate pol¨ªtico y de las relaciones internacionales la cuesti¨®n de si es realmente EE UU quien influye o controla a Israel o si es al contrario.
Los objetivos de Sharon son bastante obvios y lo cierto es que va avanzando en su consecuci¨®n. En tanto que se focaliza la atenci¨®n en la responsabilidad o no de Arafat en el terrorismo, la ausencia de esp¨ªritu democr¨¢tico de Arafat, d¨®nde ir¨¢n los 13 deportados, mientras se ponen miles de impedimentos para que la negociaci¨®n pol¨ªtica arranque... Israel va consiguiendo, de manera directa, la eliminaci¨®n f¨ªsica del liderazgo palestino y, de manera indirecta, su desuni¨®n y enfrentamiento. De forma soterrada, va consiguiendo destruir la sociedad palestina: provocando la di¨¢spora de aquellos m¨¢s preparados profesional y econ¨®micamente, y arruinando la vida socioecon¨®mica de los palestinos m¨¢s desprotegidos. De hecho, las duras y permanentes restricciones que impone Israel a la libertad de movimientos de personas y bienes entre las localidades palestinas de Gaza y Cisjordania y entre ¨¦stas e Israel, est¨¢n teniendo un efecto a¨²n m¨¢s devastador en la vida diaria de los palestinos que incluso la reciente incursi¨®n militar. Es una b¨²squeda determinada a conseguir la claudicaci¨®n y la aceptaci¨®n de una simple autonom¨ªa, que libere a Israel del Gobierno y gesti¨®n socio-econ¨®mica de los palestinos, pero le permita controlar sus fronteras, la mayor parte de su territorio y, lo que es fundamental, las fuentes del agua.
As¨ª pues, democracia, s¨ª, pero democracia real y para todos en Oriente Medio.
Gema Mart¨ªn Mu?oz es profesora de Sociolog¨ªa del Mundo ?rabe e Isl¨¢mico de la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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