Francia, al borde del descalabro
La expulsi¨®n de Henry condena a los franceses ante Uruguay en un partido duro y que acab¨® siendo vibrante
No espabila Francia, que ha entrado en el Mundial con m¨¢s titubeos de los debidos y si no lo remedia en la ¨²ltima jornada frente a Dinamarca se despedir¨¢ del torneo a las primeras de cambio, lo que no le ocurre desde 1978. Claro que entonces no estaba en la cima. Esta vez ser¨ªa la sorpresa del siglo, pero los campeones han hecho muy poco hasta la fecha. M¨¢s bien nada. Ni contra los debutantes senegaleses ni contra los repescados uruguayos, los ¨²ltimos en clasificarse para el Mundial.
Uruguay, con m¨¢s consistencia que en su estreno, puso en muchos aprietos a Francia, en un encuentro ¨¢spero y crudo al principio, y vibrante en su terminaci¨®n por lo mucho que estaba en juego. Un final ag¨®nico para los de Lemerre, que siguen enganchados al torneo gracias a la puntera de Barthez, que evit¨® el desastre cuando el ¨¢rbitro se remangaba para echar un vistazo al cron¨®metro.
Se sab¨ªa que sin Zidane al mando, Francia era un equipo m¨¢s plano y previsible. Pero esta selecci¨®n tambi¨¦n era reconocida por su despliegue herc¨²leo, por su m¨¢xima atenci¨®n a esos peque?os detalles que en este juego tanto dan y quitan. Llegada la hora de la verdad los recursos no parecen tan abundantes. La edad de algunos (Petit, Desailly, Thuram, Leboeuf) le ha restado m¨²sculo para el combate y los cortocircuitos de algunas luminarias (Vieira, Henry) le enredan la vida. Eso es lo que hizo Henry, que sin ton ni son arre¨® a Romero en una jugada irrelevante. La plancha arriba del franc¨¦s, que se emple¨® con sa?a, fue tan fea como peligrosa. Al contrario que el surcoreano que hace unos d¨ªas se entreg¨® a Brasil, el ¨¢rbitro mexicano no se asust¨® y mand¨® al extremo del Arsenal a las mazmorras.
El atropello de Henry fue un azote brutal para su equipo. La cara desencajada del capit¨¢n, Desailly, era un poema, delataba al mismo tiempo rabia y terror. Sin Henry, Francia no s¨®lo se quedaba con diez a los 25 minutos y sin su mejor jugador, m¨¢s necesario que nunca sin Zidane. El asunto result¨® a¨²n peor. La acci¨®n del franc¨¦s desat¨® los truenos. La onda expansiva de su poca cordura ensuci¨® el partido. Vieira puso el ventilador en marcha, Dar¨ªo Silva sac¨® la navaja y el encuentro se volvi¨® barriobajero.
Con todos a la caza de alguna espinilla y los uruguayos en su salsa, con el partido a la deriva sin juego de por medio y el reloj en marcha. Si Vieira se jug¨® con la expulsi¨®n, Dar¨ªo Silva se gan¨® el infierno. As¨ª lo entendi¨® el sano p¨²blico surcoreano, que le recrimin¨® con una tromba de abucheos primero por exagerar una entrada de Lizarazu y luego por una cuchillada a la tibia de Vieira. Como la FIFA consiente esta vez que los videomarcadores gigantes de los estadios rebobinen cuantas jugadas quiera el realizador, en este Mundial todos se delatan, nadie tiene escapatoria.
Mientras se multiplicaban las broncas, Uruguay se manten¨ªa a flote con sus tres centrales, una montonera sobre el ¨²nico delantero franc¨¦s, Trezeguet. Pero los suramericanos no quer¨ªan riesgos. Ni contra once ni contra diez. P¨²a, su t¨¦cnico, ech¨® el ancla y se encomend¨® a la zurda de Recoba. La estrella uruguaya s¨®lo apareci¨® por el segundo tiempo, cuando hubo armisticio y las cruzadas dieron paso al juego. Y en este terreno tampoco Francia se sinti¨® superior, muy castigada f¨ªsicamente por las exigencias de las circunstancias.
El partido se torn¨® emocionante, intenso, de ida y vuelta. Con Trezeguet y Recoba amenazantes en las dos ¨¢reas. Sobre todo el uruguayo, que en sus momentos de ¨¦xtasis se quit¨® de encima a Barthez y con la porter¨ªa a la intemperie remat¨® fuera. Al poco, un centro suyo por la izquierda fue cabeceado por Abreu a un palmo de la red. Un gol eliminaba a los campeones del mundo, que para entonces ya dudaban si tirarse al monte o taparse a la espera de una carambola en la ¨²ltima jornada. Se inclinaron por la primera v¨ªa y visto que Micoud -el Zidane con el que ayer prob¨® Lemerre- se atascaba m¨¢s de la cuenta, lo intentaron al asalto, directamente. A la b¨²squeda de alg¨²n detalle estrat¨¦gico a bal¨®n parado, un territorio en el que se mueven muy bien. La v¨ªa final por la que apost¨® Lemerre con la entrada de Dugarry tampco dio resultados. Uruguay resisti¨®, con sus tres centrales bien atentos, sobre todo el capit¨¢n, Montero, y Recoba en el horizonte. Cuando el partido se desped¨ªa con el primer 0-0 del Mundial, en vez de Recoba, dimitido desde hac¨ªa rato, irrumpi¨® Magallanes. En el ¨²ltimo suspiro, con los franceses haciendo cuentas, se plant¨® en la cara de Barthez. El estadio se qued¨® sin respiro. El campe¨®n, a punto de darse la vuelta hacia Europa. Como en 1950 en Maracan¨¢, de nuevo Uruguay por el medio, a punto de provocar tambi¨¦n el mayor accidente futbol¨ªstico de este siglo. Una alucinaci¨®n. Barthez aguant¨® el tipo, meti¨® su puntera izquierda y sostuvo a Francia cuando se despe?aba al vac¨ªo. Ahora, sin Henry, y quiz¨¢ sin Zidane, le queda una carta. La soga aprieta como nunca. Es la hora de los campeones, del do de pecho de una gran generaci¨®n de futbolistas que no merece cerrar un ciclo con un descalabro semejante.
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