Mohamed
Se llama Aifa Mohamed y vive aqu¨ª en Madrid. No es un afamado terrorista, ni pertenece a una de esas c¨¦lulas durmientes con las que se supone que Bin Laden sembr¨® el planeta; y, sin embargo, est¨¢ a punto de batir todos los r¨¦cords de criminalidad en t¨¦rminos cuantitativos. Este individuo de origen magreb¨ª ha sido detenido por la polic¨ªa en 187 ocasiones. Todo un h¨¦roe para el mundillo del hampa. Ni que decir tiene que para que a alguien le detengan tantas veces ha de encontrarse en libertad, situaci¨®n de la que goza habitualmente con excepci¨®n de algunas breves y espor¨¢dicas visitas a la c¨¢rcel.
Con un enunciado as¨ª cabr¨ªa imaginar que el se?or Mohamed es v¨ªctima del acoso racista de un grupo de desalmados polic¨ªas que le hacen la vida imposible con falsas acusaciones. Podr¨ªamos suponer, tambi¨¦n, que, llevados por esa inquina le imputan delitos rid¨ªculos como el llevar una vestimenta inadecuada, decir palabrotas o proferir insultos a los agentes de la autoridad. Pero nada de eso, Aifa Mohamed es detenido por la reiterada comisi¨®n de los llamados delitos contra el patrimonio y, para ser m¨¢s exacto, los hurtos, tirones y robos a punta de navaja. Es lo que vulgarmente se llama un chorizo, si bien no un chorizo vulgar. ?l ser¨¢ un ignorante y no sabr¨¢ hasta qu¨¦ punto est¨¢ perdiendo dinero levantando carteras y bolsos en lugar de ofrecerle sus memorias a un 'negro', negro en el sentido literario no literal de la palabra, para que relate su larga e intensa carrera delictiva.
No tengo la menor duda de que con un buen narrador que le d¨¦ forma a la obra ser¨ªa un ¨¦xito editorial sin precedentes, que las librer¨ªas exhibir¨ªan en el estante de los best-sellers. Muchos la comprar¨ªan motivados por la simple curiosidad de conocer c¨®mo se las puede arreglar alguien para robar a tanta gente y s¨®lo pasar algunas semanas de vacaciones en la c¨¢rcel. Es m¨¢s, tengo igualmente la seguridad de que algunos incluso lo convertir¨ªan en su libro de cabecera, una obra de consulta para apropiarse de lo ajeno pitorre¨¢ndose de las leyes vigentes. La inmensa mayor¨ªa en cambio lo adquirir¨ªa con el fin de conocer las grietas de un sistema legal que deja en tan escandaloso desamparo a los ciudadanos. Porque si el de Aifa fuera el caso ins¨®lito que protagoniza un ladr¨®n de excepcional ingenio -un personaje de extraordinaria habilidad burlando la acci¨®n de la justicia- la historia tendr¨ªa hasta gracia. Sin embargo, detr¨¢s de Mohamed hay una larga lista de competidores que como ¨¦l han sido detenidos decenas de veces y que siguen en la calle atracando a la gente. A nadie le puede extra?ar que la polic¨ªa se desanime viendo c¨®mo estos tipos entran por una puerta y salen por otra. Es evidente que nuestro sistema judicial no est¨¢ capacitado para proteger a las personas de bien. Los mecanismos de garant¨ªas son extremadamente eficaces para quienes cometen un delito, no para sus v¨ªctimas. Aqu¨ª el acusado tiene derecho a ser defendido gratuitamente mientras que el ciudadano al que atrac¨® ha de pagar a un abogado para defender su acusaci¨®n. De todo eso se aprovechan individuos violentos que frecuentemente se permiten el lujo de intimidar impunemente a los que asaltaron amenaz¨¢ndoles con visitar su domicilio si declaran contra ellos. La benevolencia de muchos jueces a la hora de interpretar la ley de enjuiciamiento criminal es sencillamente inaudita. Un ejemplo notable es la magnanimidad con que son tratados los tironeros. Un tipo puede desencajar el hombro de una anciana al arrancarle el bolso, y su delito ser¨¢ considerado como un simple hurto.
La pobre se?ora se pasar¨¢ un mes en el hospital curando unas lesiones que legalmente le habr¨¢n producido por imprudencia temeraria. Ella sufrir¨¢ convaleciente en una cama mientras el autor de sus males goza de libertad al haberle imputado tan s¨®lo un delito menor. Eso puede repetirlo una y mil veces sin temor a mayor castigo, porque la reiteraci¨®n y la reincidencia fueron descartadas como agravantes en nuestro C¨®digo Penal. La torpeza, ineficacia y complejidad de nuestro sistema judicial conforman un espacio ideal para los delincuentes que llegan de todo el mundo atra¨ªdos por este para¨ªso. As¨ª lo entendi¨® hace quince a?os Aifa Mohamed. En la actualidad, pesan sobre ¨¦l cuatro ¨®rdenes de busca y captura. A pesar de lo cual, le encanta Espa?a.
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