Ra¨²l, general y aguador
Hay algo en la actitud de Ra¨²l que explica lo que representa este Mundial para ¨¦l. No es que tenga asumido el liderazgo de la selecci¨®n, porque esa cuesti¨®n no se le discute desde hace tiempo. Es un desaf¨ªo superior que le obliga a una actividad febril en todo lo que hace en los partidos. Puede que otras estrellas se hayan situado a la altura de las expectativas, pero ninguno ha demostrado su compleja intensidad.
Owen ha regresado con su serpenteante velocidad, Vieri impone su poder¨ªo con contundencia admirable, Ronaldo ofrece retazos del que fue, Ballack maneja los dos perfiles con facilidad y elegancia. Todos son futbolistas distinguidos que, leg¨ªtimamente, aspiran a protagonizar la Copa. Pero cada uno limita su repertorio a lo que le diferencia y en la mayor¨ªa de los casos reciben un merecido trato de favor en sus equipos. Se trabaja para que marquen las distancias en los partidos.
El caso de Ra¨²l es singular porque est¨¢ decidido a ser el hombre orquesta. No se conforma con la posici¨®n de privilegio que le concede su prestigio bien ganado. Por las razones que sean, y hay que estar atento a su instinto cuando se trata de olfatear algo bueno, parece convencido de que Espa?a tendr¨¢ un largo recorrido. Y, en el orden personal, sabe que se encuentra en el momento justo para obtener el reconocimiento que se le neg¨® el pasado curso. Est¨¢ a punto de cumplir 25 a?os, viene de ganar su tercera Copa de Europa, le sobra historial y tiene la declarada ambici¨®n de protagonizar el Mundial. Hace cuatro a?os era demasiado joven para una aventura tan compleja. Termin¨® enredado en el desprop¨®sito de un equipo s¨®lo preparado para fagocitarse. Competitivo como es, probablemente sac¨® conclusiones muy precisas de aquel descalabro general y de su decepci¨®n particular. Cuatro a?os despu¨¦s, parece como si nada pudiera interponerse entre ¨¦l y su obsesi¨®n.
Lo que diferencia a Ra¨²l de sus pares en el estrellato es el grado de implicaci¨®n en todas las ¨¢reas del equipo, incluidas las m¨¢s pedestres. Por lo que se le ha visto, nada se escapa a su febril ambici¨®n. Parece mentira, pero tiene tiempo para todo. Es el general y el aguador: remata, ayuda con abnegaci¨®n a tapar las fisuras del sistema, colabora en la construcci¨®n del juego, persigue a los defensas con una desesperaci¨®n juvenil y no descansa hasta que los partidos discurren como ¨¦l quiere. Es, en definitiva, un futbolista que no limita su ¨¢rea de influencia. Lo quiere todo y no est¨¢ dispuesto a que nadie le detenga.
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