Elogio de la pol¨ªtica
?ltimamente el presidente Pujol prodiga sus sermones. Parece como si sintiera llegada la hora de concretar y completar el mensaje profusamente repetido durante su larga carrera pol¨ªtica. O quiz¨¢ s¨®lo es un anuncio de lo que vendr¨¢ despu¨¦s, un aviso de que Pujol dejar¨¢ el poder pero no el p¨²lpito. Al fin y al cabo, el saber de los viejos de la tribu siempre ha sido un valor a?adido para los suyos. Lo dif¨ªcil, sin embargo, es acertar en el tono y en la medida. Pero esto es para m¨¢s tarde: quiz¨¢ Pujol pueda aprender de los errores cometidos por su amigo Felipe Gonz¨¢lez.
M¨¢s all¨¢ del discurso cristiano o la pr¨¦dica evang¨¦lica, el diccionario acepta tambi¨¦n 'discurso o conversaci¨®n' como significado de la palabra serm¨®n. Y en sentido figurado, 'amonestaci¨®n o reprensi¨®n insistente y larga'. El mism¨ªsimo Stiglitz fue v¨ªctima recientemente de la incontinencia discursiva del presidente. Soy partidario de los pol¨ªticos que no tienen miedo a hablar y a los que les gusta decir lo que piensan aunque sea impopular, porque creo que la pol¨ªtica democr¨¢tica es tambi¨¦n debate y confrontaci¨®n de ideas y me parece inaceptable la evoluci¨®n populista que Europa sufre, en la que oportunistas de distinto pelaje se presentan como paladines de la acci¨®n. Es el estilo que la derecha europea, de Aznar a Berlusconi pasando por Chirac, est¨¢ adoptando en lo que creo que es una gran regresi¨®n democr¨¢tica. Pujol no es de ¨¦stos: tiene querencia por las ideas. Y no se esconde en los debates.
Su pen¨²ltima intervenci¨®n ha sido en defensa de la pol¨ªtica. Algo poco habitual entre los pol¨ªticos porque, como dice el presidente, 'es el ¨²nico gremio que no tiene por objetivo la defensa de sus miembros, sino su desprestigio e incluso su ruina'. Pujol es consciente del descr¨¦dito que vive la pol¨ªtica y sale en su defensa en un texto en el que es inevitable ver elementos de autojustificaci¨®n. Es m¨¢s, aunque el presidente rechaza cualquier motivaci¨®n coyuntural, creo que es leg¨ªtimo preguntarse si esta conferencia habr¨ªa tenido lugar sin el pacto entre CiU y el PP, una de las cosas que m¨¢s han desconcertado al electorado nacionalista. E incluso sin las sombras que se han proyectado sobre la propia familia del presidente. La t¨®pica apelaci¨®n a la nefasta distinci¨®n de Max Weber entre la ¨¦tica de la convicci¨®n y la ¨¦tica de la responsabilidad, eterna coartada que todo pol¨ªtico utiliza para justificar lo que le parece injustificable, es en este sentido delatora.
Pujol reparte responsabilidades. La simplicidad de los mensajes que la sociedad de masas exige es, sin duda, fuente de numerosas injusticias. Pero creo que Pujol obvia la cuesti¨®n de fondo: ?qu¨¦ ha pasado en los ¨²ltimos a?os para que los pol¨ªticos se convirtieran en el chivo expiatorio? D¨¦cadas atr¨¢s el culpable de todos los males era el ricach¨®n burgu¨¦s con barriga y puro tan habitual en las vi?etas period¨ªsticas, ahora el punto de mira est¨¢ puesto en el pol¨ªtico. Es, a mi entender, un gran ¨¦xito del poder econ¨®mico, que ha traspasado el mochuelo al gobernante. Algunos dir¨¢n c¨ªnicamente que para eso est¨¢n, para ser el pim pampun social. Creo que forma parte de la regresi¨®n hacia una sociedad cada vez m¨¢s atomizada en que el inter¨¦s general y el bien com¨²n est¨¢n perdiendo quien los promueva. Y s¨®lo puede hacerlo el Estado. De ah¨ª viene buena parte del descr¨¦dito de la pol¨ªtica: de la incapacidad demostrada en los ¨²ltimos a?os para salir de la hegemon¨ªa normativa del poder financiero. Y Pujol lo sabe. El discurso nacionalista le ha servido para desplazar la atenci¨®n hacia otros focos. Y le ha permitido aparecer como defensor de un inter¨¦s pol¨ªtico. Pero contra Lear no hay nacionalismo que valga. Y, a su vez, con el paso del tiempo, el nacionalismo va perdiendo aureola y quedando cada vez m¨¢s como coartada para mantener el poder.
Porque otra raz¨®n del descr¨¦dito de la pol¨ªtica es el lenguaje. El recurso permanente al eufemismo y el uso de palabras fetiche que ya nada dicen hace mucho da?o a la pol¨ªtica. Cuando despu¨¦s de denostar a la derecha espa?ola se pacta con ella, y encima vergonzantemente, es dif¨ªcil entender que se hace por inter¨¦s general y no para mantenerse en el poder. Cuando se votan en dos parlamentos dos cosas distintas, por un simple principio de ayuda mutua, el prestigio del pol¨ªtico se degrada, porque quiere decir que todo es menos importante que mantener el cargo. Y pongo ejemplos vinculados a Converg¨¨ncia porque estoy hablando de Pujol. Los podr¨ªa poner de cualquier otro partido, empezando por los socialistas, de los que siempre he dicho que su responsabilidad m¨¢s grave es, habiendo llegado al poder en 1982 con una autoridad y legitimidad irrepetibles, no haber sido capaces de contribuir a dotar a Espa?a de la cultura democr¨¢tica que no ten¨ªa.
Decir las cosas por su nombre: ¨¦sta es la mejor manera de recuperar la pol¨ªtica. Lo cual no significa la demagogia barata de 'al pan, pan, y al vino, vino', anuncio evidente de cualquier forma de fascismo. Significa poner los problemas en primer plano, explicar lo que se puede hacer y no hacer promesas imposibles. Y defender las propias posiciones aun siendo impopulares. Es exactamente lo contrario de lo que est¨¢n haciendo muchos gobernantes europeos -la derecha, pero tambi¨¦n Blair- desde la irrupci¨®n de los partidos ultraderechistas. Afrontar los problemas no es asumir las agendas de la extrema derecha, que es lo que parece que se apresta a liderar Aznar en Sevilla. No es cortejar a quienes hacen de la inmigraci¨®n el chivo expiatorio. Lo que hay que hacer es exactamente lo contrario: explicar los problemas en su complejidad, advertir de la ausencia de soluciones milagro y proponer actuaciones concretas y democr¨¢ticas. Salvo que se sea de extrema derecha, por supuesto.
Tiene raz¨®n Pujol cuando dice que la corrupci¨®n no es el principal factor de descr¨¦dito de la pol¨ªtica. Probablemente es verdad que hay menos que en otros momentos, porque hay algo m¨¢s de transparencia. En realidad, el discurso de la corrupci¨®n tiene mucho que ver con las estrategias destinadas a convertir a los pol¨ªticos en chivo expiatorio y con la capacidad de autodestrucci¨®n de la clase pol¨ªtica.
Siempre me ha parecido injusto que para los pol¨ªticos rece una exigencia moral que parece no rezar para la sociedad civil. Pero discrepo totalmente de Pujol cuando dice que lo importante es la actitud de entrada: unas convicciones, una ilusi¨®n y una real vocaci¨®n de servicio. Me parece una lamentable coartada: vine con las mejores intenciones, pero, ya se sabe, quien hace cosas se ensucia. No; prefiero vocaciones pol¨ªticas menos idealistas pero m¨¢s rectas: por lo menos no tienen excusa. En nombre de los dioses, de las patrias y de las utop¨ªas se ha matado mucho y con mucha impunidad.
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