Deme cita para el santo
El Colegio de M¨¦dicos de C¨®rdoba nombra miembro de honor al arc¨¢ngel Rafael
Si el arc¨¢ngel san Rafael es aficionado a las fiestas, las distinciones y los reconocimientos p¨²blicos, ma?ana tendr¨¢ un buen d¨ªa; el Colegio de M¨¦dicos de C¨®rdoba ha decidido nombrarle Colegiado de Honor. As¨ª se premian 'sus actuaciones en pro de la salud de los cordobeses', que se remontan 'a la noche de los tiempos', y que incluyen, entre otras cosas, 'el apoyo al colectivo m¨¦dico en epidemias de fiebre amarilla, de c¨®lera y de tifus'. El santo recibir¨¢ una medalla de oro, ser¨¢ el protagonista de un discurso-paneg¨ªrico que glosar¨¢ su ben¨¦fica labor sanitaria y asistir¨¢ a una misa oficiada por el obispo de la di¨®cesis centroafricana de Bangassou. En la ceremonia participar¨¢n, seg¨²n se indica en la invitaci¨®n, 'personalidades sanitarias, cofrades, pol¨ªticas y sociales de C¨®rdoba'.
'Va a ser un acto muy bonito', se?ala Jes¨²s Aguirre, presidente del Colegio de M¨¦dicos. Aguirre, que encuentra todo esto perfectamente normal y razonable, no ve motivo alguno para la sorpresa. 'Rafael significa Medicina de Dios', explica. Viene del hebreo rapha, concretamente, que quiere decir 'sanador'. 'Y ya desde el siglo II antes de Cristo se manifest¨® el poder de curaci¨®n del arc¨¢ngel, cuando hizo posible que el joven Tob¨ªas sanase la ceguera de su padre utilizando la bilis del pez'.
'Desde el siglo XIII', recuerda el presidente del colegio, 'siempre se le ha invocado, siempre ha estado muy presente en C¨®rdoba. De hecho, el embri¨®n del Colegio de M¨¦dicos est¨¢ en la Hermandad de los Santos M¨¦dicos San Cosme y San Dami¨¢n, que funcion¨® desde 1630 hasta 1945, y que tuvo su sede en la iglesia del Custodio. Y tambi¨¦n llev¨® el nombre de San Rafael el primer antecedente de las actuales compa?¨ªas de seguros, en el siglo XIX, una hermandad de m¨¦dicos que atend¨ªa a los enfermos por 50 c¨¦ntimos'. ?Por qu¨¦ abundan tanto en la ciudad las im¨¢genes del Arc¨¢ngel?, se pregunta Aguirre. Y se contesta acto seguido: 'Se alzaban como homenaje al santo, porque ayudaba a los vecinos en caso de epidemia'.
Jes¨²s Aguirre no halla contradicci¨®n entre estos planteamientos, pr¨¢cticamente m¨¢gicos, y la pr¨¢ctica de la medicina moderna. '?Por qu¨¦ el m¨¦dico tiene que acogerse s¨®lo a lo cient¨ªfico y rehuir lo esot¨¦rico? Hasta el siglo XIX la medicina era emp¨ªrica, se basaba en la experiencia. Quiz¨¢s ahora nos encontremos en un punto demasiado cient¨ªfico'. Y concluye: 'Esto es algo pintoresco, que no debe mirarse s¨®lo desde el punto de vista material'.
Muchos doctores de la ciudad (todos colegiados, todos partidarios de mantenerse en el anonimato) manifiestan opiniones diferentes. Les parece una idea cuando menos ex¨®tica, 'poco acorde con el esp¨ªritu cient¨ªfico que corresponde a un Colegio de M¨¦dicos'. Uno de ellos se cuestionaba, inquieto: '?Pero vamos a volver a invocar a los dioses?'. Otro, pensando en t¨¦rminos m¨¢s pr¨¢cticos, dec¨ªa: 'S¨®lo espero que no le hagan pagar al Arc¨¢ngel las cuotas atrasadas'.
Medicina y magia
Los prop¨®sitos que subyacen a este peculiar nombramiento, como explica Jes¨²s Aguirre, presidente del Colegio de M¨¦dicos de C¨®rdoba desde hace algo m¨¢s de un a?o, pueden resumirse en dos. El primero, 'unir la medicina de Dios y la de los hombres en beneficio de la salud de los cordobeses'. El segundo, 'abrirnos a la sociedad de C¨®rdoba, algo que est¨¢ recogido dentro de la pol¨ªtica del Colegio', recalca Aguirre. 'Y no se puede olvidar que san Rafael es una referencia fundamental para esta ciudad'. Por cierto que la Ilustre Hermandad del Arc¨¢ngel San Rafael Custodio de C¨®rdoba acoger¨¢ entre los suyos, a partir de ma?ana, a los miembros de la Junta Directiva del Colegio de M¨¦dicos, en una curiosa sinergia cofrade-sanitaria. Quiz¨¢s este fen¨®meno, el de la colegiaci¨®n del santo, pueda comprenderse tambi¨¦n como un reconocimiento de una lejana realidad hist¨®rica; como una mirada hacia lo que fue la dura tarea de los m¨¦dicos medievales, que ten¨ªan que enfrentarse a males tan desconocidos como inexplicables, que carec¨ªan de medios materiales que les permitiesen enfrentarse con ¨¦xito a la mayor¨ªa de las dolencias y que viv¨ªan en un medio marcado por la creencia y la superstici¨®n a partes iguales. Una manera simb¨®lica, en fin, de recuperar los or¨ªgenes de una profesi¨®n muy antigua. Pero hay que tener presente que la medicina entra en el territorio de lo cient¨ªfico-t¨¦cnico desde tiempos muy remotos. Ya desde el siglo V antes de Cristo se documenta la existencia de la llamada Medicina Hipocr¨¢tica, que significa un giro de muchos grados en el concepto y en la pr¨¢ctica de la profesi¨®n, porque se pasa de entender la enfermedad como algo sobrenatural, regido por fuerzas incontrolables de origen divino, a observarla como algo comprensible, que puede estudiarse y que gobiernan las leyes de la raz¨®n. Esto significa que los dioses dejan de ser los protagonistas de la vida de las gentes, y que ya no son los que deciden qui¨¦n debe ser castigado con el dolor o la muerte; por tanto, el diagn¨®stico y el pron¨®stico dejan de verificarse a trav¨¦s de pr¨¢cticas m¨¢gicas y pasan a ser destrezas aprendidas a fuerza de experiencia y de intercambios de informaci¨®n. Y los agentes b¨¢sicos de la curaci¨®n ya no son sacerdotes ni hechiceros, elegidos por su especial capacidad de comunicaci¨®n con la divinidad, sino m¨¦dicos que saben qu¨¦ hacer, c¨®mo hacerlo y por qu¨¦ hacerlo.
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