La intimidad, en peligro
Resulta sumamente preocupante la forma en que las libertades civiles est¨¢n perdiendo terreno frente a las medidas que buscan reforzar la seguridad. El ¨²ltimo exponente es el intento del Gobierno de Blair de autorizar no s¨®lo a jueces, polic¨ªas, servicios secretos o agentes fiscales el control sobre el tr¨¢fico de correos electr¨®nicos y tel¨¦fonos m¨®viles, sino ampliarlo, sin permiso judicial, a ministerios, autoridades locales, bomberos y diversas agencias p¨²blicas para perseguir no s¨®lo el terrorismo, sino cualquier forma de delincuencia. El Parlamento brit¨¢nico, siempre sensible a los recortes en las libertades, debe impedir este atropello al derecho a la intimidad cuando vote el proyecto la semana pr¨®xima.
De aprobarse las pretensiones filtradas por el diario The Guardian, el abanico de autoridades y organismos que podr¨ªan actuar a partir de agosto de esta forma intrusiva se ampliar¨ªa a ministerios como los de Agricultura, Medio Ambiente, Trabajo y Seguridad Social, sanidad p¨²blica, gobiernos regionales y ayuntamientos, agencias como la alimentaria, la oficina de defensa de la competencia o cualquier servicio postal con car¨¢cter universal. Todos podr¨ªan pedir a los prestadores de servicios las p¨¢ginas de Internet visitadas por individuos u organizaciones sospechosos, los correos enviados o el seguimiento de sus tel¨¦fonos m¨®viles.
Las redes criminales utilizan estas nuevas tecnolog¨ªas para comunicarse. Pero organizaciones como Al Qaeda tambi¨¦n hacen uso de t¨¦cnicas m¨¢s tradicionales, como las palomas mensajeras o los mensajes ocultos de diversas formas. En todo caso, la lucha contra el crimen no puede hacerse socavando los derechos m¨¢s b¨¢sicos, entre ellos a la intimidad, consagrados en el Convenio Europeo para la Protecci¨®n de Derechos Humanos, que s¨®lo recientemente entr¨® en vigor en el Reino Unido y que estas medidas pueden violar.
El primer ministro brit¨¢nico cree haber recibido el apoyo a sus planes de un Parlamento Europeo que a finales de mayo colegisl¨® con el Consejo de Ministros un ins¨®lito paraguas para leyes nacionales que permite medidas de control de las comunicaciones. Pero incluso la Euroc¨¢mara considera que estas medidas 'deber¨ªan ser totalmente excepcionales, y autorizadas por las autoridades judiciales'. El Gran Hermano de Orwell se puede quedar corto ante la nueva deriva autoritaria de Blair.
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