Un virus golpea a Corea
Un proceso febril por el f¨²tbol invade a un pa¨ªs que sue?a con seguir adelante
Cinco kil¨®metros de colas en las taquillas; miles de personas, en tiendas de campa?a durante d¨ªas; los colegios, con la persiana abajo; las empresas, a media asta; un mill¨®n de fieles, en las calles frente a m¨¢s de 70 pantallas gigantes instaladas por todo el pa¨ªs; las principales arterias de las grandes ciudades, cortadas; las l¨ªneas a¨¦reas, ofreciendo garant¨ªas de que sintonizan la televisi¨®n; los presos, dispensados para asomarse al monitor... Definitivamente, hay un virus en Corea del Sur que ha desatado un proceso febril por el f¨²tbol en todos los rincones.
Pero, si los dos primeros partidos del anfitri¨®n convirtieron el pa¨ªs en un volc¨¢n, nada ser¨¢ comparable con lo que suceda hoy en Incheon, junto a Se¨²l, donde ya acampan desde hace d¨ªas familias enteras que han soportado m¨¢s de un aguacero con tal de conseguir una de las 50.324 entradas para el duelo decisivo con Portugal. Un punto llevar¨ªa a los surcoreanos, ayer de espaldas a las elecciones locales, a los octavos de final. Tambi¨¦n hoy, en Daejeon, se celebrar¨¢ el d¨ªa de Polonia. Miles y miles de surcoreanos acudir¨¢n con fetiches polacos para animarlos contra Estados Unidos. Si ganase Polonia, a Corea le podr¨ªa servir la derrota.
Arrastrados por la victoria sobre los polacos y el empate con los estadounidenses, una marea con los colores de los diablos rojos ha tomado al asalto el pa¨ªs. Quien no lleva una camiseta roja no es surcoreano. Los d¨ªas de partido, las calles se ti?en de rojo desde las siete de la ma?ana y no hay bocinas silenciosas. Tampoco radio o televisi¨®n que no se vuelque en exclusiva. Algunos viajan a la aventura, sin entrada, sabedores de que no la conseguir¨¢n, pero suspiran por estar cerca. Otros confiesan que jam¨¢s han estado en un partido. Da igual, tienen la temperatura por las nubes. Quieren vivir en directo la mayor verbena que se recuerda, nada comparable, dicen los propios surcoreanos, a lo sucedido en los Juegos Ol¨ªmpicos de Se¨²l 88.
Quienes no se aventuran a llegar a los estadios donde juega la selecci¨®n se han tirado a la caza de televisores. Los operadores digitales aseguran que en mayo y junio han duplicado sus ventas respecto a abril, pasando de 28.000 altas hace dos meses a 50.000 y 55.000 en los dos ¨²ltimos. Samsung ha aumentado un 300% las ventas de televisores, seg¨²n la compa?¨ªa.
La locura colectiva llega a cotas incre¨ªbles. No s¨®lo hay un empe?o nacional en que el seleccionador, el holand¨¦s Guus Hiddink, sea nacionalizado, sino que algunas editoriales se han lanzado a bucear por los archivos para profundizar en las relaciones coreano-holandesas. Ya hay libros al respecto y ?hasta se ha encontrado al primer tulip¨¢n que pis¨® Corea! No es broma: Jan Weltevree lleg¨® a la costa de Busan en 1627, era un experto en armas de fuego y residi¨® en esta zona durante 40 a?os. La admiraci¨®n por Hiddink ha borrado que era el entrenador de Holanda cuando Corea cay¨® ante los naranjas por 5-0 en Francia 98.
Junto a Hiddink, al que quieren afiliar a la carrera pol¨ªtica, el gran personaje es Ahn Jung-hwang, que con su gol rescat¨® un punto frente a Estados Unidos. Ahn, de 26 a?os, que jug¨® en el Peruggia, es la gran esperanza ante Portugal, pero es mucho m¨¢s: es el icono de las colegialas. Es la cara de anuncios de colonias y cremas faciales y se le llama el hombre con flores. Su tanto tuvo gran valor. Ahn lo celebr¨® simulando que patinaba, en homenaje a su compatriota Kim Dong-jung, descalificado en los 1.500 metros de los Juegos de invierno de Salt Lake en favor del norteamericano Apolo Ohno, un insulto para los surcoreanos. Frente a Figo, todos le piden que bese el anillo a lo Ra¨²l. Lo hace habitualmente en honor de su esposa, una ex miss nacional. Si cumple, Corea arder¨¢ como nunca.
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