Los cuatro incombustibles
Pujol, Arzalluz, Fraga y Chaves siguen marcando gran parte de la vida pol¨ªtica espa?ola
La mayor¨ªa de los protagonistas de la transici¨®n ha pasado a la reserva. Por la edad, por las peleas internas dentro de los partidos o porque los ciudadanos los echaron con su voto. Algunos incluso han muerto. Pero hay cuatro personajes clave, s¨ªmbolos del poder territorial, que siguen ah¨ª. Son Jordi Pujol, Manuel Fraga, Manuel Chaves y Xabier Arzalluz. Los tres primeros gobiernan Catalu?a, Galicia y Andaluc¨ªa, y el ¨²ltimo mantiene un poder enorme como presidente del PNV, el partido que dirige el Pa¨ªs Vasco. Arzalluz, Pujol y Fraga est¨¢n ya cerca del retiro. Chaves, el m¨¢s joven, no parece estar todav¨ªa pr¨®ximo a esa decisi¨®n.
Pujol, secretario general de Converg¨¨ncia en 1977, fue elegido para el Congreso de los Diputados el 15 de junio y recuerda la tensi¨®n pol¨ªtica del momento: 'Todo depend¨ªa de la posici¨®n del Ej¨¦rcito, lo que era una inc¨®gnita. Por suerte, evolucion¨® positivamente'. Al l¨ªder catal¨¢n le preocupaba mucho menos la extrema izquierda. 'Lo que hab¨ªa era una cierta radicalizaci¨®n hacia la izquierda que se basaba en planteamientos muy irreales. Y eso provoc¨® que durante un tiempo el discurso pol¨ªtico fuera de una gran exuberancia, pero de muy poco realismo, lo que era un peligro', se?ala Pujol.
Pujol: 'Si aquello sali¨® bien es porque el pa¨ªs hab¨ªa adquirido una cierta madurez'
Chaves: 'Las elecciones fueron una aut¨¦ntica explosi¨®n democr¨¢tica y de alegr¨ªa'
Pujol, que desde 1980 preside el Gobierno catal¨¢n, ha sido durante todos estos a?os una pieza clave de la pol¨ªtica espa?ola. Ha vivido las mayor¨ªas absolutas de Felipe Gonz¨¢lez, luego pact¨® con los socialistas en 1993 cuando ¨¦stos necesitaron su apoyo y dio un giro de 180 grados para pactar con el PP en 1996. Pol¨ªtico muy experimentado, todos sus rivales reconocen su val¨ªa. Pero entonces todo era distinto.
Pujol, como tantos, era joven e inexperto, y lo recuerda as¨ª: 'Hab¨ªa una parte importante de improvisaci¨®n, pero sali¨® bien. Y si sali¨® bien es porque el pa¨ªs hab¨ªa adquirido una cierta madurez. Un gran secreto de la transici¨®n pol¨ªtica es que ¨¦sta se hizo cuando ya se hab¨ªa hecho mucha transici¨®n social, de las ideas, de las mentalidades, cuando existe un grueso importante de la sociedad que en muchos esquemas responde a lo que eran las sociedades europeas democr¨¢ticas.'
El resultado no fue una sorpresa para el presidente de la Generalitat: 'Despu¨¦s de ver c¨®mo hab¨ªa ido la campa?a, yo estaba convencido de que nuestro resultado ser¨ªa irregular. Poco antes de que empezaran a llegar los datos, les dije a mis compa?eros: 'No hemos hecho una buena campa?a, somos inexpertos, los votos nos pasar¨¢n por encima.'
El an¨¢lisis del proceso que hace Pujol es optimista: 'Desde el punto de vista de las libertades democr¨¢ticas, el resultado de la transici¨®n merece una nota muy alta. Desde el punto de vista del autogobierno de Catalu?a, ha habido progresos muy importantes y no puede darse una mala nota, pero quedamos por debajo de lo que nosotros aspir¨¢bamos, por lo menos yo'.
El l¨ªder de CiU recuerda c¨®mo se ve¨ªa entonces el asunto del encaje del Estado, que ya marcaba gran parte de la agenda pol¨ªtica nacional: 'En Madrid estaba claro que Espa?a m¨¢s o menos parec¨ªa que pod¨ªa soportar la fuerte agitaci¨®n del terrorismo en el Pa¨ªs Vasco; pero que en cambio la cent¨¦sima parte de esto en Catalu?a hubiera provocado irremediablemente el fracaso de la transici¨®n. Pero Catalu?a y el nacionalismo catal¨¢n tuvieron una actitud muy responsable, de no poner en peligro la transici¨®n y despu¨¦s, por cierto, nadie lo ha agradecido'.
Pujol alaba el valor del gran protagonista de la transici¨®n: 'Su¨¢rez es el gran hombre de la restauraci¨®n democr¨¢tica'. Pero tampoco tiene un mal recuerdo de personas que, como Manuel Fraga, estaban en la ant¨ªtesis de lo que los nacionalistas propon¨ªan por entonces. Ni mucho menos lo recuerda como un peligro para la democracia: 'Nunca lo vimos as¨ª. Fraga hab¨ªa entendido hac¨ªa tiempo que hab¨ªa que ir hacia una democracia. Dentro de las limitaciones del r¨¦gimen, fue de los primeros en verlo. Pero lo que hab¨ªa cambiado totalmente era el contexto en Espa?a. La sociedad, la econom¨ªa, la cultura... hab¨ªan evolucionado de una forma que ya no eran compatibles con la dictadura. Espa?a ya no pod¨ªa no estar presente en Europa'.
'Hace poco me lo dijo el presidente de Chile, [Ricardo Lagos]: 'Nosotros restablecimos la democracia en un entorno dif¨ªcil, de dictaduras; en cambio ustedes ten¨ªan un entorno f¨¢cil, de democracias econ¨®micamente brillantes que les abr¨ªan las puertas hacia un sistema consolidado'. Suponiendo que en un momento determinado se hubiera producido un accidente hacia atr¨¢s, hubiera sido insostenible'.
Fraga, personaje clave en la escena pol¨ªtica espa?ola de los ¨²ltimos decenios, tambi¨¦n tiene una visi¨®n muy positiva de esos tiempos. Despu¨¦s de haber sido ministro de Franco, Fraga fue a las elecciones con una coalici¨®n, Alianza Popular, que encarnaba para la mayor¨ªa la herencia del dictador, pero reformada: 'Las cosas hay que compararlas con lo que hubo antes. Y, desgraciadamente, la sociedad espa?ola fue incapaz, desde 1810 hasta ese momento, de encontrar formas b¨¢sicas de consensus iuris o consenso institucional. A m¨ª me llaman muchas veces del extranjero a explicar estas cosas [recientemente habl¨® sobre la transici¨®n a un grupo de estudiantes cerca de Mosc¨²] y hay un inter¨¦s muy grande por la experiencia espa?ola sobre todo en pa¨ªses que est¨¢n pasando por periodos de transici¨®n. No es una experiencia que haya que llamar mod¨¦lica ni considerarla un ejemplo a copiar, pero como espa?oles podemos decir que hemos hecho algo que merece la pena'.
En 1977, EL PA?S preguntaba a Fraga: ?Qu¨¦ reacci¨®n le produce recordar que hace muy poco tiempo se encarcelaba o se multaba a hombres que hoy pueden vencerle -electoralmente hablando- por el simple hecho de proclamar y de ejercer su militancia pol¨ªtica? Y ¨¦l contest¨® por escrito: 'Nadie ha hecho tanto como yo en Espa?a, en los ¨²ltimos quince a?os, por hacer eso posible'.
Aunque en el espectro pol¨ªtico se le colocaba a la derecha de la UCD, y muchos de los diputados de AP votaron en contra de la propia Constituci¨®n, el presidente de la Xunta hablaba ya entonces de que el futuro se jugar¨ªa en el centro, y ahora recuerda esa apuesta.
A la pregunta de si le preocupaba la actitud de los extremismos de uno y otro signo, Fraga responde: 'Pues s¨ª. El que Espa?a se polarizase hacia los extremos era una especialidad de la casa en todo ese largo periodo desde 1810. Los riesgos de que la direcci¨®n fuese otra se manifestaron en muchas ocasiones, desde los famosos asesinatos de [cinco abogados laboralistas en la madrile?a] calle de Atocha hasta el [golpe de Estado del] 23-F. Hoy nos parece que nada pod¨ªa haber pasado, pero no fue as¨ª, como sabemos muy bien los que lo vivimos. Algunos pretend¨ªamos que en lugar de polarizarse hacia los extremos, Espa?a se polarizase hacia el centro, algo que con los a?os se ha impuesto en todo el mundo, como vemos en la evoluci¨®n de los socialistas hacia la Tercera V¨ªa. Yo escrib¨ª el primer art¨ªculo serio sobre ese asunto, la necesidad de buscar el centro, llamado La teor¨ªa del centro, que apareci¨® en mi libro El desarrollo pol¨ªtico, publicado en 1972. Eso se ha logrado b¨¢sicamente en Espa?a, como vemos en el turno entre el se?or Gonz¨¢lez y el se?or Aznar, y no era lo que planteaban muchos en aquel momento, empezando por el socialismo espa?ol en su primer manifiesto electoral, que muy pronto rectific¨®. En fin, que en Espa?a hoy ni tenemos un se?or Le Pen ni se le espera, como se dijo en famosa y memorable ocasi¨®n'.
El hist¨®rico digente conservador revisa de forma muy positiva su papel y concluye: 'Yo reconozco que todo se puede hacer mejor, pero yo en aquel momento representaba el rol m¨¢s dif¨ªcil, porque todo el mundo se apuntaba a la novedad, al progresismo, a una revisi¨®n total, que es lo que lleva al extremismo... Algunos jugamos con mucho riesgo y pagamos el precio en aquel momento. Recogimos despu¨¦s la recompensa. Porque siempre defendimos que hab¨ªa que entenderse en el centro'.
Xabier Arzalluz, el ¨²nico de los cuatro que se ha negado a hablar con EL PA?S para comentar sus recuerdos de aqu¨¦lla ¨¦poca, ejerce un poder casi total en el PNV desde 1980, cuando lleg¨® a su Presidencia. En 1977 fue el cabeza de cartel de los nacionalistas vascos y llev¨® al Congreso unos postulados que hab¨ªan estado perseguidos durante a?os. Ahora, tras varios anuncios de retirada, sigue dirigiendo el partido y preparando su sucesi¨®n, que sigue siendo una inc¨®gnita.
Manuel Chaves fue entonces un jovenc¨ªsimo diputado por C¨¢diz. Pero ya pertenec¨ªa al c¨ªrculo de confianza de Felipe Gonz¨¢lez. Luego fue ministro de Trabajo y desde 1990 preside la Junta de Andaluc¨ªa. Es el bar¨®n m¨¢s importante del PSOE, y no s¨®lo dirige la federaci¨®n clave sino que es adem¨¢s el presidente de este partido. Tambi¨¦n recuerda con mucha emoci¨®n las elecciones: 'Fueron una aut¨¦ntica explosi¨®n democr¨¢tica y de alegr¨ªa ciudadana. Yo las viv¨ª como la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos, con gran ilusi¨®n, y desde luego con la convicci¨®n de que iban a poner fin, para siempre, a la larga y triste dictadura. Como participante directo en las elecciones, el 15-J puso fin a una campa?a electoral hist¨®rica, en la que se mezclaba una generaci¨®n del exilio con otra que no hab¨ªa conocido m¨¢s que la dictadura', informa Lourdes Lucio.
El juicio de Chaves a todo este proceso, 25 a?os despu¨¦s, , es muy positivo: 'Como tantos otros hombres y mujeres j¨®venes de aquel tiempo, la mayor satisfacci¨®n consist¨ªa en saber que ¨ªbamos a tener la oportunidad de vivir en una Espa?a infinitamente mejor que la que hab¨ªan padecido las generaciones anteriores. As¨ª ha sido y Espa?a demostr¨®, frente a los no pocos agoreros de la ¨¦poca (que ped¨ªan palo largo y mano dura para evitar lo peor, como rezaba la canci¨®n Libertad sin ira), que en libertad alcanzar¨ªa un desarrollo pol¨ªtico, social y econ¨®mico sin precedentes. Y el primer y decisivo paso lo dimos aquel 15 de junio'.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.