'El Ej¨¦rcito asumi¨® la democracia antes por obediencia que por convicci¨®n'
Javier Calder¨®n elige cuidadosamente el escenario para su primera entrevista desde que ces¨® como jefe del servicio secreto Cesid, hace un a?o: la madrile?a plaza de San Juan de la Cruz. A un lado, la estatua de Franco. Al otro, la de Indalecio Prieto. En frente, el monumento a la Constituci¨®n, un cubo abierto por los cuatro lados, como un punto de encuentro cualquiera que sea la procedencia.
El 15 de junio de 1977, el entonces comandante Calder¨®n estaba reci¨¦n llegado de Alemania, donde recibi¨® un curso de contrainteligencia de sus colegas del BND. 'Al partir nos preguntaron cu¨¢l ser¨ªa el resultado electoral. Ganar¨¢ UCD, contestamos todos, por la ventaja del que tiene el poder. Detr¨¢s AP, que se apoya en el franquismo sociol¨®gico; luego el PCE, que capitaliza la oposici¨®n a Franco; y los ¨²ltimos los socialistas, que se presentan divididos. Os equivoc¨¢is, replicaron. Ganar¨¢ UCD, pero el PSOE ser¨¢ segundo, el PCE tercero y AP quedar¨¢ en ¨²ltimo lugar. Nos miramos con recelo. La sorpresa fue comprobar que hab¨ªan clavado el resultado.
'No s¨®lo el Cesid, toda la sociedad mir¨® para otro lado cuando actuaban los GAL'
'Afortunadamente, el 23-F fue una chapuza; los conspiradores no se pusieron de acuerdo'
'Sentarme en el banquillo por el caso del espionaje a HB me produce perplejidad'
Pregunta. A ustedes les debi¨® producir alivio que los comunistas fuesen minoritarios.
Respuesta. Fue un alivio, porque est¨¢bamos en plena guerra fr¨ªa. Pero Carrillo demostr¨® un gran sentido de Estado y dirigentes como S¨¢nchez Montero, con muchos a?os de c¨¢rcel, un admirable talante conciliador.
P. Usted era miembro de Godsa, un grupo vinculado a Fraga.
R. Inicialmente no era as¨ª. En Godsa nos reunimos 25 personas de origen muy diverso. Era 1973 y pens¨¢bamos que el franquismo, como todo r¨¦gimen autocr¨¢tico, no era transmisible a ning¨²n sucesor. Nos preocupaba que los futuros pol¨ªticos tuvieran estudios en los que basar sus decisiones. Quer¨ªamos ser una especie de estado mayor. Pero, claro, el empe?o era ut¨®pico. Fraga, que estaba de embajador en Londres, aterriz¨® m¨¢s tarde. No ten¨ªa equipo y le gust¨® el proyecto. Cuando Arias Navarro sac¨® la ley de Asociaciones, se pens¨® en crear Reforma Democr¨¢tica, el nombre lo dice todo. Pero los acontecimientos se precipitaron. Fraga mont¨® AP, se rode¨® de los siete magn¨ªficos, y fue al fracaso. Era un espejismo creer que le votar¨ªan quienes hicieron cola para despedir a Franco. Los pueblos son muy sabios: entierran a los muertos y pasan p¨¢gina.
P. En junio de 1977 se estaba gestando el Cesid.
R. El Cesid nace el 4 de julio. El decreto de creaci¨®n del Ministerio de Defensa le dedica el ¨²ltimo art¨ªculo, pero no se desarrolla hasta octubre. El nuevo centro nace con dos aportaciones: la divisi¨®n de Inteligencia del Alto Estado Mayor, tanto Exterior como Contrainteligencia, y la funci¨®n antiterrorista del Seced, el servicio que cre¨® Carrero Blanco. Guti¨¦rrez Mellado consider¨® que otras misiones del Seced, investigar a estudiantes o sindicatos, eran incompatibles con un servicio democr¨¢tico y el Cesid nunca las asumi¨®.
P. ?Fue entonces cu¨¢ndo conoci¨® a Guti¨¦rrez Mellado?
R. Le conoc¨ª en 1970. Me mand¨® llamar porque quer¨ªa conocer las inquietudes de los j¨®venes oficiales. Empezamos a hablar y aquella conversaci¨®n se prolong¨® durante 25 a?os, hasta su muerte.
P. ?Era usted inquieto?
R. La inquietud me ven¨ªa de Forja, la asociaci¨®n religioso-profesional del capit¨¢n Pinilla y el padre Llanos, que ten¨ªa un fuerte contenido social y fomentaba la pasi¨®n por la lectura. Aunque ten¨ªamos el permiso del arzobispado castrense, la autoridad militar estim¨® que era incompatible con la disciplina y mand¨® disolverla. Pero su semilla qued¨®.
P. Muchos de Forja acabaron en la UMD, pero no usted.
R. Cuando Julio Busquets vino a verme y me dijo que pensaba organizar algo, yo le contest¨¦, coincidiendo con sus objetivos, que no se pod¨ªa reformar el convento salt¨¢ndose la regla.
P. Usted defendi¨® a Restituto Valero en el Consejo de Guerra contra la UMD. Algunos insinuaron que lo hizo por encargo del servicio de informaci¨®n.
R. Esa insinuaci¨®n me doli¨®. La mujer y el hermano de Restituto me pidieron que me hiciera cargo de su defensa. Yo sab¨ªa que esa decisi¨®n me costar¨ªa caro, pero acept¨¦. Aunque aquello dur¨® poco, porque enseguida tomaron abogados civiles.
P. En 1981, usted era secretario general del Cesid ?C¨®mo es posible que no se enterase del golpe que se preparaba?
R. Por la misma raz¨®n que no se enteraron los servicios de informaci¨®n del Ej¨¦rcito o la Guardia Civil. Con una diferencia: el decreto que regulaba el Cesid dec¨ªa expresamente que toda la informaci¨®n militar era responsabilidad de los cuarteles generales. Eso cambi¨® a ra¨ªz del 23-F, como evidencia la lectura de las normas posteriores. Adem¨¢s, no se pudo detectar porque fue un golpe improvisado en muy pocos d¨ªas por un grupo reducido de personas.
P. Una de esas personas, Tejero, hab¨ªa sido condenado por golpista y deb¨ªa estar vigilado.
R. No por nosotros. El Cesid controlaba los actos de la ultraderecha pero, cuando aparec¨ªa un militar o un guardia civil, daba su nombre a los servicios de informaci¨®n respectivos. ?sas eran las ¨®rdenes. ?C¨®mo ibamos a entrar en los cuarteles sin cobertura? Est¨¢bamos imposibilitados.
P. Guti¨¦rrez Mellado le pidi¨® al general Burg¨®n [primer director del Cesid] que se ocupase de la involuci¨®n militar.
R. Es evidente que Guti¨¦rrez Mellado, que sufr¨ªa en sus propias carnes la animadversi¨®n de algunos sectores del Ej¨¦rcito, estaba preocupado. Pero Burg¨®n ley¨® el decreto y se atuvo a ¨¦l.
P. Un agente del Cesid, G¨®mez Iglesias, fue condenado.
R. Era un capit¨¢n de la Guardia Civil que estaba realizando un curso y, por tanto, llevaba meses fuera de la disciplina del centro. Adem¨¢s, los de la asonada eran compa?eros suyos. Fue un comportamiento totalmente personal. El Cesid como instituci¨®n no tuvo nada que ver. Al contrario, una vez desencadenado, hizo lo posible para que fracasara, aportando la poca informaci¨®n que pudo obtener esa noche.
P. ?Qu¨¦ papel jugo Cortina, el jefe de la Agrupaci¨®n Operativa?
R. Yo me tengo que atener a la sentencia del Supremo, que le absolvi¨® con todos los pronunciamientos favorables.
P. Quiz¨¢ su amistad con Cortina le reste objetividad.
R. Tejero no implic¨® a Cortina en su primera declaraci¨®n, sino mucho m¨¢s tarde, dentro de una estrategia perfectamente dise?ada. Al final, era el testimonio de Tejero contra el de Cortina y, a la vista de su trayectoria, tengo que dar m¨¢s valor a la palabra de uno que a la de otro.
P. En noviembre de 1980, el Cesid hizo un informe tan ajustado que s¨®lo le faltaba ponerle nombres y fecha al golpe.
R. Es que hab¨ªa muchos indicios, incluso en la prensa. Hay que recordar el ambiente, con uno o dos asesinatos semanales. Las salas de banderas estaban en ebullici¨®n, pero ?c¨®mo distinguir al irritado del golpista? Entre criticar y sacar los tanques a la calle hay un paso de gigante. La polic¨ªa detect¨® la reuni¨®n de J¨¢tiva y no actu¨®. ?Vas a pedir autorizaci¨®n para escuchar a capitanes generales en activo?
P. Visto lo que pas¨®, quiz¨¢ s¨ª.
R. A posteriori... Evidentemente, hab¨ªa forofos del golpe puro y duro; generales que propugnaban una reconducci¨®n dentro del r¨¦gimen mon¨¢rquico; y otros que quer¨ªa copiar el golpe de los coroneles turcos. Lo que pasa es que, afortunadamente, no se ponen de acuerdo y, cuando llega el momento de la verdad, es una chapuza y no saben qu¨¦ hacer. Hay un capit¨¢n general que aquella noche dice: 'S¨ª, dijimos de actuar, pero no que el golpe nos lo d¨¦ Jaime [Milans del Boch]'.
P. ?La mayor¨ªa rechaza el golpe por obediencia al Rey o por convicci¨®n democr¨¢tica?
R. En el 23-F pesa m¨¢s la obediencia que la convicci¨®n. Franco dice en su testamento: la lealtad que me hab¨¦is tenido a m¨ª trasladarla al Rey. De modo que, hasta para los m¨¢s fervientes franquistas, hab¨ªa un mandato de obediencia al Rey. Por eso, cuando los conspiradores utilizan su nombre, muchos les siguen. Pero cuando el Rey demuestra de qu¨¦ lado est¨¢, la inmensa mayor¨ªa obedece.
P. ?En qu¨¦ momento se produce la plena identificaci¨®n del Ej¨¦rcito con la democracia?
R. Es un proceso. El 23-F sirve como catarsis. El Ej¨¦rcito hab¨ªa estado demasiado tiempo pendiente de los problemas internos. La entrada en la OTAN le obliga a dejar de mirarse el ombligo y comprometerse en misiones internacionales. Se inicia la reestructuraci¨®n y la modernizaci¨®n. Hay tambi¨¦n un cambio generacional. En el 23-F, el ¨²nico general que no ha vivido como combatiente la guerra civil es Urrutia. Llega a Valencia un mes antes del golpe y, claro, ni se entera.
P. Tras dejar el Cesid, en 1982, usted vuelve al Ej¨¦rcito. Entre otros destinos, dirige la Academia General Militar de Zaragoza, donde se forma el Pr¨ªncipe.
R. Yo estaba al frente de la Academia cuando recibi¨® el despacho de teniente. Y puedo decirle que tenemos el Pr¨ªncipe m¨¢s preparado de la historia de Espa?a.
P. Se le critic¨® por retirar algunos s¨ªmbolos franquistas.
R. El monolito en el que saludaban los cadetes dec¨ªa: '70.000 muertos, 3.000 heridos, 50.000 mutilados ha sido la contribuci¨®n de la Gloriosa Arma de Infanter¨ªa a nuestra Cruzada Nacional'. '?En plena democracia, con un gobierno socialista!', dije a los m¨¢s recalcitrantes, '?estamos locos?, ?c¨®mo vamos a pedir luego que nos compren carros de combate?' Un fin de semana cambi¨¦ la placa, puse la cifra total de bajas de los dos bandos y esta leyenda: 'Nuestro mejor homenaje a todos ellos: que nunca vuelvan a enfrentarse entre s¨ª los espa?oles'.
P. En 1996, cuando lleva un a?o en la reserva, le nombran jefe del servicio secreto.
R. Me llama [Eduardo] Serra y me dice que me necesita para el Cesid. Recuerdo que le contest¨¦: 'No me perdonar¨ªa nunca una persona que tu y yo conocemos y que fund¨® ese centro [Guti¨¦rrez Mellado] si yo me echara para atr¨¢s en esta hora'.
P. Usted se opuso a entregar los papeles del Cesid, que acab¨® desclasificando el Supremo.
R. No me consta que esos papeles, que se supone iban a ser definitivos, hayan tenido la menor virtualidad en los sumarios.
P. ?Estuvo implicado el Cesid en la guerra sucia contra ETA?
R. No hay actualmente un solo miembro del Cesid condenado ni procesado por esos hechos. Yo no estaba en el centro en aquella ¨¦poca, pero conozco lo suficiente al general Manglano y s¨¦ que la posici¨®n del Cesid, ya desde 1979, era que el terrorismo de Estado nunca pod¨ªa ser una soluci¨®n para acabar con ETA.
P. Como m¨ªnimo, el Cesid mir¨® para otro lado ante los GAL.
R. Como mir¨® para otro lado la judicatura, la prensa y toda la sociedad espa?ola. Esta pol¨¦mica no se suscit¨® cuando ocurr¨ªan los hechos, sino 12 a?os despu¨¦s.
P. Despu¨¦s del verano tendr¨¢ que sentarse en el banquillo por el caso de las escuchas en la sede de HB en Vitoria. ?Qu¨¦ sensaci¨®n le produce ser acusado de espiar a un partido del que el Gobierno dice que forma parte de ETA?
R. Perplejidad, por decirlo moderadamente. No creo que haya existido en ning¨²n pa¨ªs un juicio de estas caracter¨ªsticas.
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