El rinc¨®n del sibarita
Cada uno a lo suyo. Unos bambole¨¢ndose con las orejas escondidas bajo unos enormes auriculares. Otros, con la cara pegada a una pantalla de televisi¨®n y las posaderas adheridas al suelo, c¨®modamente repantigados. Unos m¨¢s, frente a un ordenador y con el entrecejo fruncido, intentando descifrar el intr¨ªngulis de alg¨²n men¨² interactivo. Es el s¨®tano del Centro de Arte Santa M¨®nica, donde el visitante de S¨®nar puede paladear, a la carta e individualmente, diversas selecciones de m¨²sica -10 men¨²s repartidos por g¨¦neros, desde electropop al hip-hop-, programas interactivos y v¨ªdeos. Estos ¨²ltimos, los mismos que se proyectan en el auditorio del CCCB en el S¨®nar Cinema.
El Centro de Arte Santa M¨®nica, una de las nuevas ubicaciones del S¨®nar, es un poco el rinc¨®n del sibarita dentro del marem¨¢gnum de citas del festival. Aunque tampoco es un remanso de paz y tranquilidad. Si quiere comprobarlo, el visitante puede darse una vuelta por Sonarama en la primera planta. Las instalaciones de Edwin van der Heyde y Marnix de Nijs y de Franz Pomassl emiten tanto ruido y vibraciones que los vigilantes del centro llevan, en su mayor¨ªa, tapones en las orejas. La primera es un brazo mec¨¢nico que gira gracias a un motor -puede alcanzar los 100 kil¨®metros por hora- y que se mueve escaneando el espacio en busca de personas. La segunda ocupa la inquietante penumbra de dos pasillos bombardeando con sonidos y vibraciones el tacto y las entra?as del espectador. El efecto recuerda un poco el que produce el artefacto sonoro que evita interferencias entre los diversos espacios del S¨®nar de noche.
Conciertos y presentaciones de softwares completan la oferta de Sonarama. Dos ejemplos para hoy. El disc-jockey Richie Hawtin presentar¨¢ a las 16.30 una herramienta que le permite mezclar ficheros de audio en vivo como si fueran vinilos. Golan Levin y Gregory Shakar ofrecer¨¢n su mezcla de imagen y sinfon¨ªas para m¨®vil a las 19.15.
Babelia
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