Cuando el maldito coge pluma y papel
Se publica en castellano 'Cartas desde la c¨¢rcel', la correspondencia in¨¦dita de C¨¦line
S¨®lo el infortunio puede juzgar el infortunio, los sentimientos de la prosperidad son demasiado groseros para comprender nada de los delicados sentimientos del desamparo. (Chateaubriand).
El doctor Louis-Ferdinand Destouches, nacido en Courbevoie (Francia) en 1894, no hubiera pasado de ser un correcto m¨¦dico rural de no haber sido por su enorme talento literario y su apasionada manera de entender el mundo y a los seres humanos. En los pr¨®ximos d¨ªas se pondr¨¢ a la venta su Cartas desde la c¨¢rcel (Lumen), recopilaci¨®n de la correspondencia con su abogado dan¨¦s Mikkelsen y con su mujer, Lucette Almansor, escritas desde la prisi¨®n danesa de Vestre Faengsel.
Louis-Ferdinand C¨¦line, pues ese fue el seud¨®nimo que utiliz¨® para firmar sus obras, alcanzar¨ªa su lugar en la cumbre literaria en 1932 al publicar Viaje al fin de la noche, sin duda una de las obras m¨¢s innovadoras e influyentes del siglo XX a la vez que una de las cargas de profundidad m¨¢s violentas y l¨²cidas contra la condici¨®n humana. A?os despu¨¦s C¨¦line fue acusado de colaborar con el r¨¦gimen de Vichy, de antisemitismo y de haber apoyado a los nazis en una serie de textos escritos antes de la II Guerra Mundial, acusaciones que nunca reconoci¨® y que atribuy¨®, fundamentalmente, a rencores y envidias que, a su juicio, proven¨ªan de algunos intelectuales comunistas. En numerosas ocasiones cita en sus cartas a Malraux, Aragon, Cassou o Elsa Triolet como instigadores de su persecuci¨®n. Lo cierto es que todos ellos eran miembros del Consejo Nacional de los Escritores, entidad que surge de la Resistencia francesa, que en septiembre de 1944 confeccion¨® una primera 'lista negra' de doce escritores, en la que figuraba C¨¦line. Todo parece indicar que no le faltaba raz¨®n.
'C¨¦line, mejor que nadie, sab¨ªa que ¨¦l no hab¨ªa deseado el holocausto'
'Tuvo m¨¢s que nunca la sensaci¨®n de ser el perro sarnoso de la literatura francesa'
Fran?ois Gibault, autor de la m¨¢s completa biograf¨ªa del escritor, compilador de la correspondencia, y redactor del prefacio y de las notas de la edici¨®n de estas Cartas desde la c¨¢rcel, lo explica con claridad: 'C¨¦line sab¨ªa lo que hab¨ªa escrito antes de la guerra y por qu¨¦ lo hab¨ªa escrito. A la luz de lo que se acababa de descubrir en Alemania, aquellos panfletos adquir¨ªan un cariz tr¨¢gico que nadie hab¨ªa descubierto ni denunciado en el momento de su publicaci¨®n, mientras que ¨¦l mismo aparec¨ªa como un asesino. Bagetelles y L' ?cole, escritos exclusivamente para evitar la guerra, pero con las exageraciones sin las cuales C¨¦line no habr¨ªa sido el que era, aparec¨ªan a luz de los acontecimientos de todos conocidos como incitaciones a la matanza y serv¨ªan de pretexto, pese haber sido escritos antes del genocidio, para una partida de caza en la que el objetivo era ¨¦l'.
'C¨¦line, mejor que nadie, sab¨ªa que ¨¦l no hab¨ªa deseado el holocausto y que ni siquiera hab¨ªa sido su instrumento involuntario. Sab¨ªa tambi¨¦n que no hab¨ªa colaborado en nada y no m¨¢s que Cocteau, Montherlant y Morand, quienes, despu¨¦s de que hubiera corrido mucha agua bajo los puentes, acabaron entrando en la Academia Francesa'.
Eran tiempos dif¨ªciles para todos y muy especialmente para los que por una u otra raz¨®n se hab¨ªan alineado con el bando de los perdedores. Nadie justifica en el texto el horror de la guerra ni, por supuesto, la barbarie nazi del genocidio jud¨ªo. Lo que este libro muestra es un tipo de maldad m¨¢s pr¨®xima a la mezquindad que a lo atroz, la revelaci¨®n del resentimiento que surge y se desarrolla en el terreno de lo ¨ªntimo, de lo personal. No es el triunfo de la raz¨®n sobre la locura, ni el derecho de los pueblos a combatir por su supervivencia: es un ajuste de cuentas de los que se saben vencedores indignos. Se trata, en suma, de una nueva demostraci¨®n del manique¨ªsmo considerado como una de las m¨¢s confortables coartadas del ser humano para no afrontar su particular dosis de vileza.
1945 es el a?o fundamental para comprender y situar estas Cartas desde la c¨¢rcel: el 5 de enero, en Francia, el ministro de la Guerra pide que se retiren de las librer¨ªas los panfletos de C¨¦line. Al d¨ªa siguiente es ejecutado Robert Brasillach. El 22 de febrero es asesinado cerca de Sigmaringen Jacques Doriot. El 16 de marzo se suicida Pierre Drieu de la Rochelle. El 18 de marzo C¨¦line y su mujer obtienen un visado para Dinamarca. Llegan a Conpenhague el 27 de marzo. El 19 de abril, en Par¨ªs, el juez de instrucci¨®n Alexis Zousman expide una orden de detenci¨®n, por traici¨®n, contra el escritor. El 5 de mayo, el Ej¨¦rcito ingl¨¦s libera Dinamarca. Tres d¨ªas despu¨¦s, el 8 de mayo, se produce la capitulaci¨®n alemana.
El 29 de septiembre, una denuncia an¨®nima informa a la Embajada de Francia de la presencia de C¨¦line en Copenhague; ¨¦sta transmite la informaci¨®n al Ministerio franc¨¦s de Asuntos Exteriores. El 10 de octubre ejecutan en Francia a Joseph Darnand; el 11 de octubre, a Jean H¨¦rold-Paquis y el 15 de octubre, a Pierre Laval. El 1 de diciembre Jean-Paul Sartre escrib¨ªa en Les Temps Modernes su 'Portrait de l'antisemitisme', en el que dec¨ªa: 'Si C¨¦line pudo apoyar las tesis socialistas de los nazis, fue porque cobraba por ello . En el fondo de su coraz¨®n, no se lo cre¨ªa: para ¨¦l no hay otra soluci¨®n que el suicidio colectivo, la no procreaci¨®n, la muerte'. Al d¨ªa siguiente de su publicaci¨®n era asesinado en Par¨ªs Robert Den?el, el editor de C¨¦line, quien es detenido y encarcelado en la prisi¨®n danesa de Vestre Faengsel dos semanas m¨¢s tarde, el 17 de diciembre de 1945.
Fran?ois Gibault se?ala que 'C¨¦line tuvo m¨¢s que nunca la sensaci¨®n de ser el perro sarnoso de la literatura francesa y la v¨ªctima expiatoria de un mundo en el que los cr¨ªmenes hab¨ªan abundado en un bando y en el otro, y exclusivamente marcado por la hipocres¨ªa. El 'es culpa de C¨¦line' sustitu¨ªa al 'es culpa de Voltaire'; ¨¦l era el abceso a reventar, el origen de todos los males, la abyecci¨®n misma'.
Las cartas, in¨¦ditas hasta ahora en castellano, que se recopilan en este volumen proclaman, en primer lugar, su condici¨®n de v¨¢lvulas de escape para el atormentado cerebro de un hombre de 53 a?os, con una invalidez del 75% a consecuencia de su participaci¨®n en la I Guerra Mundial como voluntario en el Ej¨¦rcito franc¨¦s, y con numerosas enfermedades: depresi¨®n, enteritis, pelagra, cefaleas intensas, eczema, reumatismos e insomnios interminables, sufridas en una celda de la secci¨®n de los condenados a muerte de una c¨¢rcel en un pa¨ªs extranjero del que apenas ten¨ªa conocimiento de su lengua, aislado y, naturalmente, sin aceptar ninguna de las muy volubles acusaciones que pretend¨ªan justificar su encarcelamiento. En segundo lugar, son un extraordinario testimonio del amor que C¨¦line sent¨ªa por su mujer Lucette Almansor. Por todo ello no extra?a el car¨¢cter obsesivo de sus razonamientos ni la constante insistencia de sus argumentos en favor de su inocencia.
C¨¦line es liberado el 24 de junio de 1947. Se compromete por su honor a no abandonar Dinamarca sin autorizaci¨®n. El 21 de febrero de 1950 es juzgado en rebeld¨ªa en Par¨ªs, sin poder declarar y sin la asistencia de un abogado, y condenado a un a?o de c¨¢rcel, una pena inferior a la que hab¨ªa cumplido en las c¨¢rceles danesas. Vuelve a Francia con Lucette y muere en Meudon, en 1961.
Los infinitos aplazamientos
El 5 de marzo de 1946, C¨¦line escrib¨ªa: '...Desde la publicaci¨®n del Viaje al fin de la noche me convert¨ª en el objeto de todas la solicitaciones y amabilidades de los diversos partidos pol¨ªticos, que me ofrec¨ªan, evidentemente, en sus filas los puestos m¨¢s halag¨¹e?os y eminentes. A este respecto, el Partido Comunista se mostr¨® particularmente apremiante. Mi estilo din¨¢mico, mi truculencia, mi fuerza, en una palabra, me designaban para sustituir a Henri Barbusse, ya muy enfermo entonces. El Viaje al fin de la noche, desde su publicaci¨®n, fue traducido en la Uni¨®n Sovi¨¦tica y se publicaron varios centenares de miles de ejemplares (cuando resulta que estaba prohibido por Hitler). Son cosas que el Partido Comunista de Francia no olvida. El Partido Comunista tiene una memoria notable; no es tierno para con los escritores que lo rechazaron de antemano, y es feroz para los que denigraron p¨²blicamente su sistema. Como en mi caso con Mea culpa...'. En la carta del s¨¢bado 30 de marzo de 1946, explicaba a su mujer: 'Mira, querida m¨ªa... creo que esperaremos hasta mayo como m¨¢ximo y, si no ocurre nada y de aqu¨ª a mayo no me autorizan a residir aqu¨ª, pedir¨¦ que me dejen volver a Francia para que me juzguen. ?Mala suerte! La vida que llevamos no vale m¨¢s que la muerte; al contrario, prefiero correr ese riesgo de una vez por todas a estos infinitos aplazamientos, estas eternas dilaciones. Mira, la tortura no es tanto la c¨¢rcel (que lo es ya suficiente en s¨ª) cuanto la incertidumbre sobre la duraci¨®n del suplicio. Te preparas, te obligas a resistir cierto tiempo. Es inhumano pedir el infinito... y la incertidumbre para un preso es el infinito. Me dijeron tres semanas y fueron tres meses. ?Ahora tres a?os?... ?Treinta a?os? Ya no tiene sentido'.
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