Una novillada inv¨¢lida
Dos horas y cincuenta minutos de lamentable espect¨¢culo. Seis tercios de varas simulados y una serie continuada de novillos a cual m¨¢s inv¨¢lido. Todo el cuajo que ten¨ªan animales tan tullidos, lo gastaban en fachada. Eran novillos de cart¨®n piedra. Material de derribo. Saltaban al ruedo y claudicaban nada m¨¢s salir. As¨ª uno a uno, del primero al sexto pasando por los tres que por tan precario estado f¨ªsico fueron devueltos a los corrales.
La lidia, en fin, se convirti¨® en todo un simulacro. Antes de ir a los caballos los novillos ya manifestaban su invalidez. Una vez fuera de ellos, ?todos al suelo! se devolvieron tres de Jim¨¦nez Pasquau y bien pod¨ªan haber sido los seis anunciados. El tercero, por ejemplo, sali¨® moribundo de chiqueros e incomprensiblemente lo mantuvieron en el ruedo. Apenas dur¨® en la muleta; al poco de iniciar la faena, Lumbrerita se derrumb¨® para siempre. Tuvo que ser apuntillado en el ruedo. No mejoraron el nivel los dos sobreros de Sorando, aunque al menos aguantaron algo m¨¢s. S¨®lo un poco m¨¢s. A esa falta de fuerzas habr¨ªa que a?adir la ausencia de casta y raza. Material de derribo, pues, para tres noveles a los que la ilusi¨®n se les frustr¨® muy pronto. Se estrellaron, as¨ª de sencillo. Ante esos novillos en estado terminal, no hac¨ªa falta t¨¦cnica, de la que los tres espadas est¨¢n l¨®gicamente cortos. S¨®lo hac¨ªa falta paciencia para no desesperar. Los tres la tuvieron y la voluntad que pusieron tuvo su premio.
Pasquau / Garc¨ªa, Fabra, Lumbrerita
Cuatro novillos de Jim¨¦nez Pasquau y dos, 3? y 6?, de Rom¨¢n Sorando. 1?, 3? y 4?, devueltos. Bien presentados pero inv¨¢lidos. Vicente Garc¨ªa: silencio y silencio. Ricardo de Fabra: oreja y vuelta al ruedo. Lumbrerita: silencio y oreja. Plaza de Valencia, 15 de junio, tercera de la feria de novilladas. Casi media plaza.
Ricardo de Fabra y Lumbrerita fueron los mejor parados dentro de las pocas posibilidades que tuvieron en frente. Fabra estuvo pele¨®n con el segundo, al que s¨®lo pudo obligarle en medios pases. Sin renunciar a las buenas formas, con un fondo de est¨¦tica, mont¨® una faena trabada pero muy sincera. Con el quinto, otro novillo que apenas se ten¨ªa en pie, que no iba ni hacia adelante ni hacia atr¨¢s, la voluntad fue el arma que esgrimi¨® para sacar agua de pozo tan seco.
A Lumbrerita se le debi¨® venir el mundo encima cuando vio apuntillar al que ten¨ªa que haber sido su primer novillo. El joven novillero no desesper¨® y aguard¨® turno hasta que saliera el sexto. Tampoco la suerte estuvo de su lado, pues el novillo de Sorando, muy corto de embestida, no le puso las cosas nada f¨¢ciles. Entre susto, una voltereta y mucha voluntad, el p¨²blico le premi¨® solicitando la oreja que al final le fue concedida.
Vicente Garc¨ªa tambi¨¦n puso voluntad, pero sus dos porf¨ªas resultaron est¨¦riles ante dos novillos que no le ayudaron nada.
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