La normalizaci¨®n de Kabul encuentra un nuevo obst¨¢culo: la inseguridad
La ONU protesta por los ataques contra trabajadores humanitarios en Afganist¨¢n
'El presidente Karzai ha dejado muy claro que no va aceptar la inseguridad en el pa¨ªs', declar¨® ayer uno de sus m¨¢s pr¨®ximos colaboradores, Ashraf Ghani. El asesor presidencial se disculpaba por varios ataques contra personal de agencias humanitarias ocurridos en el norte de Afganist¨¢n y que ponen de relieve la falta de control del Gobierno central sobre la mayor parte del pa¨ªs. 'Kabul es una burbuja', reconocen los diplom¨¢ticos extranjeros. Pocas horas antes, el enviado especial de la ONU, Lajdar Brahimi, present¨® una queja formal por escrito a Hamid Karzai.
Brahimi se?al¨® al todav¨ªa jefe del Gobierno provisional afgano su preocupaci¨®n por la 'violencia alarmante que est¨¢ afectando tanto a la seguridad personal y la confianza de la poblaci¨®n local como a la capacidad de los trabajadores humanitarios para asistirla'. En las ¨²ltimas semanas, la ONU ha tenido constancia de ataques armados, robos y palizas a miembros de organizaciones de ayuda internacional en la regi¨®n de Mazar-i-Sharif. Pero la reciente violaci¨®n colectiva de una cooperante francesa ha desbordado todos los l¨ªmites.
Aunque los portavoces de la ONU mantienen una gran discreci¨®n sobre los detalles de la agresi¨®n, miembros de esa organizaci¨®n relataron a EL PA?S que el incidente se produjo hace una semana a una treintena de kil¨®metros de Mazar. Dos trabajadores de una ONG francesa, un hombre y una mujer, regresaban junto a su traductor y su conductor cuando una decena de hombres armados abord¨® su veh¨ªculo y, tras golpear brutalmente a los tres varones, violaron sucesivamente a la mujer, explicaron varias fuentes.
Eran las siete de la tarde y a¨²n no se hab¨ªa puesto el sol, pero la acumulaci¨®n de asaltos a primeras y ¨²ltimas horas del d¨ªa han llevado a los responsables de seguridad de la ONU a limitar los viajes entre las siete y las cinco de la ma?ana. No se trata s¨®lo de que el personal humanitario pueda verse afectado por las luchas entre facciones como la que hace unos d¨ªas alcanz¨® a una cl¨ªnica en Sholgara. El viernes pasado, un veh¨ªculo de otra ONG recibi¨® varios disparos cuando acud¨ªa a supervisar la distribuci¨®n de pan de un campamento de desplazados internos en la provincia de Mazar-i-Sharif.
'Lamentamos profundamente la inseguridad que ha causado estos incidentes', manifest¨® Ghani. El asesor de Karzai asegur¨® que ya se estaba discutiendo el asunto con 'los l¨ªderes responsables de esa regi¨®n'. Tambi¨¦n subray¨® que 'toda la energ¨ªa de la Autoridad Transitoria se va dedicar a crear una atm¨®sfera de seguridad, tanto para los nacionales como para el personal extranjero'.
Tambi¨¦n los afganos de a pie se quejan de la falta de seguridad. 'Han robado un taxi y matado a su conductor, y nadie ha hecho nada', se quejaba un vecino de Kabul bastante esc¨¦ptico con el actual Gobierno. Pero incluso la gente que apoya con entusiasmo a Karzai no esconde su preocupaci¨®n por la inseguridad ciudadana. Nur Afsa es una profesora de ingl¨¦s que acaba de recuperar su trabajo y se muestra orgullosa de ello. Sin embargo, cuando sale a la calle, sigue llevando el burka. 'Tengo miedo. A¨²n hay desconocidos que combaten al Gobierno', justifica.
Los delegados que estos d¨ªas participan en la Loya Jirga, o Gran Asamblea, se han hecho eco de esa preocupaci¨®n. Hasta el punto que su insistencia en repasar los problemas del pa¨ªs est¨¢ retrasando la creaci¨®n de las nuevas instituciones del Estado. Una de las m¨¢s esperadas, el Parlamento Provisional, deber¨ªa contar con 111 miembros, dos por cada una de las 32 provincias afganas y los dem¨¢s para diversos grupos sociales, entre ellos las mujeres, que tendr¨¢n reservados 15 esca?os. Pero los delegados a¨²n no han decidido si tendr¨¢ un car¨¢cter consultivo o legislativo.
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