El maestro Escudero

Me resisto a admitir que lo publicado con motivo del fallecimiento del m¨²sico Francisco Escudero represente todo lo que en un diario de la envergadura de EL PA?S es capaz de ofrecer sobre el particular ?Apenas una puntual noticia y una cr¨®nica de las exequias? ?D¨®nde queda la valoraci¨®n de la trayectoria del compositor a cargo de un especialista cualificado que forma parte de la m¨¢s elemental rutina period¨ªstica en ocasiones como ¨¦sta? (?Suerte que su colega Bernaola, que le precedi¨® por muy poco al abandonarnos, dispon¨ªa en Madrid de suficientes valedores!)

Hace 15 a?os, el estreno de una obra del maestro Escudero en San Sebasti¨¢n o Bilbao merec¨ªa un espacio respetable en la edici¨®n nacional del peri¨®dico. Contaban para esos cometidos con un perspicaz cr¨ªtico bilba¨ªno, que destaca entre los m¨¢s competentes y solicitados de toda Espa?a. Gracias a la puesta en marcha de nuestra edici¨®n propia, el cr¨ªtico (y la cr¨ªtica) desapareci¨® para siempre. Ahora, el acontecimiento ¨²nico y definitivo de la muerte del autor no es susceptible de generar la consideraci¨®n que reclama, ni siquiera dentro de las p¨¢ginas del Pa¨ªs Vasco. Paradojas de la regionalizaci¨®n informativa, que a m¨ª me dan mucho que pensar. Lo ocurrido con Escudero me parece un bot¨®n de muestra tan significativo como lamentable.