De las muy malas vibraciones europeas
En la pol¨ªtica se entra, por lo general, de forma voluntaria. Por eso no deben dar pena ni tan siquiera esos pol¨ªticos que, v¨¦ase a Javier Solana o a Miguel Angel Moratinos, se dedican, con obsesi¨®n y aut¨¦ntica sed de disgustos, a deshacer entuertos ajenos, sacrificando salud, tiempo, familia y satisfacciones que tendr¨ªan aseguradas de no mediar una vocaci¨®n por lo p¨²blico que raya en lo extravagante. Pero no son muchos los que levitan en sus ansias por el bien com¨²n en busca de soluciones amplias para situaciones dram¨¢ticamente angustiosas que no les ata?en en lo privado. No son hoy muy buenas las vibraciones en Europa.
El faldicortismo pol¨ªtico se ha adue?ado de nuestra pol¨ªtica, de nuestras televisiones y por lo tanto de nuestras vidas. Aunque no todo son malas noticias., A algunos se les nota tanto el solipsismo megal¨®mano que logran generar muy sanas gratificaciones cuando fracasan en sus empe?os. Caso destacado en este sentido ha sido esta semana el presidente del partido ODS de la Rep¨²blica Checa, Vaclav Klaus, que ha perdido su probablemente ¨²ltima oportunidad de asumir la jefatura del Gobierno y ejercer -es cuesti¨®n de car¨¢cter- como Rey Sol en Praga. Por supuesto que los socialdem¨®cratas checos que le han derrotado no son lo que pudiera llamarse una asociaci¨®n de sabios. Son grises, romos y encima chovinistas. Pero son, si logran arrebatar a Klaus toda posici¨®n de poder, la menos mala de las soluciones para un pa¨ªs acomodaticio y tramposo en lo pol¨ªtico. Pero la derrota de Klaus no es s¨®lo una buena noticia para quienes aun creen que los ciudadanos son algo m¨¢s que carne de estad¨ªstica. Es tambi¨¦n el ¨²ltimo gran favor que hace a su pueblo, antes de dejar la presidencia de la Rep¨²blica en febrero, otro Vaclav muy distinto, que es Havel, uno de esos grandes hombres de esp¨ªritu y acci¨®n que nos otorg¨® el siglo XX y que abandona la escena pol¨ªtica y nos dejar¨¢ a todos un gran vac¨ªo.
La mera consciencia de que han existido gentes como ¨¦l, como Winston Churchill, como Robert Schumann o Friedrich Ebert o el tambi¨¦n checo Tomas Garrigue Masaryk a principios del pasado siglo, induce hoy en d¨ªa a la melancol¨ªa. M¨¢s cuando estamos en v¨ªsperas de que se re¨²na en Sevilla la c¨²pula de la media Europa rica y conocemos bien al elenco que all¨ª se reunir¨¢, bien intencionado con seguridad, pero tan arrogante en sus ademanes como modesto y pacato en sus visiones pol¨ªticas generales.
Bronislaw Geremek, buen amigo de Havel desde los tiempos de la resistencia a la estulticia criminal comunista en Europa Oriental, lamentaba hace unos d¨ªas en la Residencia de Estudiantes de Madrid la miseria que supone la falta de visi¨®n pol¨ªtica global de nuestros dirigentes europeos y los peligros que alberga su cicater¨ªa e indecisi¨®n a la hora de enfrentarse a retos que exigen de ellos algo m¨¢s que gui?os a sus electores y caranto?as a los medios de comunicaci¨®n. Geremek, historiador, gran medievalista, sabe de Europa y de las almas diversas y enfrentadas en este continente. Y advierte sobre los riesgos que conlleva el huir de los retos capitales por miedo a los propios electorados, a revisar la PAC o medrar con el miedo.
La inmigraci¨®n en Europa es muy necesaria pero es tambi¨¦n un problema muy evidente para amplias masas y un riesgo potencial para la cohesi¨®n democr¨¢tica de nuestras sociedades. Bien est¨¢ por tanto que Sevilla busque soluciones globales para una nueva situaci¨®n que ha causado en todos perplejidad y en muchos miedo.
Pero la ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europea -esa que muchos ya quieren olvidar, seg¨²n parece- no s¨®lo es un deber hist¨®rico para con unos pueblos del este europeo en su d¨ªa abandonados ante la ferocidad totalitaria y necia. Es tambi¨¦n una medida necesaria para que Europa crezca en libertad y bienestar sin verse invadida por fantasmas del pasado. Quienes crean que la ira de sus agricultores subvencionados es m¨¢s peligrosa que la ira de pueblos vecinos frustrados y humillados ser¨¢n castigados por la historia. La cohesi¨®n democr¨¢tica interna de la UE solo servir¨¢ de algo si no convertimos nuestros aleda?os en pozos de nacionalismo, pobreza, hostilidad y resentimiento.
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